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Covid-19: golpe de gracia para una década perdida

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Alejandro Radonjic 30 junio de 2020

Por Alejandro Radonjic

En abril, la economía implosionó. No hay registros previos de una caída tan brusca y vaya si hubo sacudones por estos pagos. Ni en diciembre de 2001 ni enero de 2002. Según el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), la economía cayó 26,4% interanual en el primer mes de cuarentena completa y federal. Asimismo, cayó 17,5% contra marzo. Son cifras contundentes y no hubo ningún sector a salvo. La disparidad fue notoria y van desde el -3,2% de la intermediación financiera hasta el -86,4% de la construcción, seguido muy de cerca por hoteles y restaurantes, con -85,6%. El declive que más impactó en el EMAE, con 5 puntos, fue la industria manufacturera: con -34,4%.

El otro dato colindante es el nivel del EMAE en una serie más larga. Según estimaciones de LCG, volvió a los niveles de 2004. Está más abajo que en el pozo de la subprime de 2009. Un dato casi desesperanzador.

Pero la década previa (antes del caso 0 en Wuhan) no fue gran cosa, tampoco, con sus recordados años serruchos: se crecía en los electorales y se ajustaba en los otros, aunque desde 2018 es todo barranca abajo. Luego del crecimiento de 2010 y 2011 a la salida de la Gran Recesión, Argentina se estancó. A fines de 2019, el EMAE ya estaba en el mismo nivel que en 2010. El coronavirus fue el golpe de gracia al extravío vernáculo.

Va de suyo que la salida del doble pozo insumirá tiempo, precisará saber “danzar” y convivir con el Covid-19 y requerirá algo quizás aún más difícil: encontrar políticas apropiadas y sustentables.

El mundo, como en los albores del Siglo XXI, no ayudará tanto.

Los números

“Mantenemos la proyección de caída del PIB de 12% para 2020”, dijo Fernando Marull desde FMyA, quien había estimado -25% para abril. Según Marull, mayo daría una suba de 9% mensual, pero una caída de 18% interanual. El mes en curso mostraría números similares, pero la dinámica de julio (por la vuelta de las restricciones a AMBA) supondrían un impasse para la recuperación, aunque será más moderado que el apagón de abril y mayo porque “afectará al comercio no esencial de AMBA, el interior está funcionado y el mundo ya está levantando”, dijo Marull y recordó que el -9,9% que estimó el FMI la semana pasada “ya quedó viejo”.

“Para mayo, esperamos que la evolución en la actividad muestre mejores resultados, explicado en parte por la flexibilización de algunas actividades en ese mes y por un rebote desde comparaciones muy bajas. El 70% de las variables relevadas por el índice de Difusión de LCG (16 sobre un total de 23) mostró crecimiento en términos desestacionalizados respecto a abril. Para tomar dimensión, el mes anterior, de las 16 consideradas, 15 habían mostrado caída. En los meses siguientes la actividad seguirá operando en niveles muy bajos, pero comenzará a repuntar debido a la reapertura de muchas actividades en la gran mayoría de las provincias. Si bien la decisión del Gobierno de volver a la fase 1 en AMBA tras el aumento de los casos por Covid-19 podría retrasar la reactivación económica, esperamos que abril haya sido el piso de la caída. El impedimento de operar normalmente para las actividades consideradas no esenciales y la caída en los ingresos que eso significa, sumado a un sensible impacto en el mercado laboral, seguirán impactando negativamente en el consumo privado, ralentizando la recuperación. Proyectamos una caída superior al 15% en el segundo trimestre. Incluso en los escenarios más optimistas que uno pueda imaginar, la actividad se encamina a caer doble dígito, algo inédito sacando la crisis del 2002. La caída anual más grande en la historia desde que se tengan registros”, dijeron en LCG.

En el Grupo SBS, ayer le borraron 1,5 punto al PIB de 2020 y pasaron de -11% a -12,5%. “Por un lado, el golpe de la cuarentena fue un poco más profundo de lo que esperábamos sobre la base de otros indicadores privados y sectoriales. Por otro lado, la extensión de las restricciones y el escaso margen para medidas de estímulo nos llevan a esperar un rebote mucho más lento durante el segundo semestre”, dijeron.

Inversión en mayo

Los datos relevados por el IBIMOJF, el proxy de inversión de Orlando J. Ferreres, permiten estimar para mayo una caída de la inversión de 22,3% anual, medido en términos de volumen físico (descontando el efecto precios). Por su parte, en la medición a precios constantes la inversión representó el 17,4% del PIB, mientras que, medido en dólares, se invirtieron US$ 4.820 millones. Así, los primeros cinco meses del año acumulan una caída interanual de 18,6%.

“La inversión continúa virtualmente paralizada en el quinto mes del año. La construcción lidera la baja, empujada particularmente por el parate en la construcción privada, seguido por los bajísimos niveles de importación de maquinaria productiva. Para los próximos meses no se anticipa una recuperación de los niveles de inversión previos a la crisis provocada por la pandemia, los cuales ya de por si no eran buenos. La recesión, junto con el casi nulo acceso a los mercados internacionales y con una estructura macroeconómica muy débil, provocan un escenario de máxima cautela y desconfianza entre los agentes; asimismo, la elevada capacidad instalada para los niveles actuales de producción en la mayoría de los sectores atenta contra la inversión en equipos durables de producción”, dijeron en Ferreres.

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