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La economía habría caído 12% en marzo y 20% en abril

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11 mayo de 2020

Los datos que entregó el Indec el miércoles pasado preocuparon a los economistas (aunque no solo a ellos, por cierto). Los guarismos, provenientes del Indice de Producción Industrial manufacturero (IPIm) y el Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC), ambos de marzo, mostraron duras caídas interanuales: 16,8% y 46,8%, respectivamente, en un mes con cuarentena parcial. El aislamiento obligatorio recién arrancó el 20 de marzo. Ambas caídas superaron las expectativas. Además, el IPIm de marzo cayó 17% contra febrero y el ISAC, 32,3%. Ambos sectores, claves para la economía, tiraron para abajo las estimaciones privadas de la actividad de marzo. “Los informes ratifican que marzo vino peor que lo esperado”, resumen privados ante El Economista.

Sobre el IPIm, un informe de Invecq proyecta: “El indicador correspondiente a abril mostrará un derrumbe aún mayor ya que el cuarto mes del año se vio completamente dominado por la cuarentena. A modo de ejemplo, si se abre por sectores la caída del 17% de la industria general, se encuentra que la industria automotriz tuvo una caída interanual del 34%. Sin embargo, la contracción de la actividad fabril automotriz en abril, según los números de Adefa, fue del 100% ya que todas las plantas del país estuvieron completamente paradas y la producción de autos fue de cero unidades, un evento jamás antes visto. Un fenómeno similar se registró en otras ramas industriales, por lo que la actividad agregada del sector en los meses de abril y mayo se verá significativamente más afectada que en marzo”.

Hasta el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, fue lúgubre con sus proyecciones. “Es muy probable que abril quede en la historia como el peor mes de la industria”, graficó.

Sobre el ISAC, Invecq sostiene: “En el sector de la construcción ocurre algo similar. En el tercer mes del año la caída fue del 32,3% en relación a febrero y del 47% en términos interanuales. Pero la actividad de la construcción se detuvo recién el 20 de marzo. Esto indica que los números de abril y mayo mostrarán contracciones muchísimo más fuertes. Analizando las ventas de insumos para la construcción del mes de abril, un proxy muy cercano a la actividad en sí, se encuentra una disminución interanual del 75% en relación al mismo mes del año pasado”.

Por otro parte, agrega Invecq, la evolución real de la recaudación tributaria también está señalando un hundimiento histórico de la actividad económica. “Si bien en estas estadísticas también influye el incremento de la morosidad que ocurre en circunstancias como las actuales, los datos del mes de abril dejaron al descubierto una caída del 25% en relación al mismo mes del año pasado. Esto indica al mismo tiempo, un derrumbe de la actividad económica y una complicación seria para el balance fiscal del Gobierno”, señalaron.

Los primeros datos de actividad sectorial comienzan a confirmar los temores que se tenían obre la situación económica. “La pandemia y las medidas de aislamiento social obligatorio indujeron a la actividad económica a una de las recesiones más rápidas y profundas de las que se tenga registro. El daño ya está hecho y ahora toda la atención debería estar puesta en diseñar una salida lo más cuidada y eficiente posible para minimizar los efectos permanentes que puedan quedar sobre la estructura económica”, amplían desde Invecq.

El control de daños será determinante para tonificar la recuperación. Ese “control de daños” implica enfocarse en la salud de las empresas y sus trabajadores. Acompañarlos en estos duros meses para que salgan lo más indemnes, ágiles y sanas posibles. La ampliación y continuación del programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) muestran que el Gobierno está sobre el tema y refutan la idea de que “no le importa la economía”.

Sobre eso habla Invecq también. “Si como resultados de esta recesión se contabilizara una gran cantidad de empresas quebradas, entonces el nivel de actividad económica de la salida de la crisis no volverá a ser el mismo que en la entrada. Aunque se intente estimular la demanda para acelerar la salida, estrategia que no está exenta de mayores riesgos, si la estructura de la oferta ha sido dañada entonces deberemos convivir durante algún tiempo con un nivel de producción, riqueza e ingresos menor al que teníamos a finales de 2019”.

Un informe de Fernando Marull & Asociados (FMYA) también coincide con que el bajón del IPIm y el ISAC superó las expectativas más agrias. “Si bien marzo sintió el parate sólo desde el 20 del mes, estas caídas mensuales ya muestran la magnitud de diciembre de 2001 (cuando la industria cayó 22% y la construcción, 35%). Los primeros datos de alta frecuencia de abril muestran caídas estrepitosas.

En cuanto a la recaudación, hubo una caída real interanual del 25% por fuertes bajas en el consumo (IVA DGI, - 33%) y en el mercado laboral (Seguridad Social, -25%). Así, la recaudación real desestacionalizada cayó 14% mensual y se encuentra en los mismos niveles de hace 14 años”, dice Marull. En cuanto al comercio exterior, dice Marull, el panorama es similar. “La liquidación del agro bajó 20% interanual (de cualquier manera, se encuentra en rangos normales al compararlo con las últimas campañas), las exportaciones de autos se contrajeron 88% y los envíos a Brasil cayeron 42%. Por lo tanto, estimamos que todas las exportaciones se redujeron cerca de 42% anual, mientras las importaciones lo harían 45%”, señala en su tradicional reporte del fin de semana.

“Con esta nueva data, podemos actualizar las estimaciones de actividad: marzo ahora caería 12% interanual (en vez 9%) y para abril, mantenemos la proyección de una caída del 20% interanual, por lo que el PIB de 2020 estaría cayendo 8%. Es un escenario optimista. Las caídas de marzo y abril ya son peores que las observadas en diciembre de 2001, cuando el PIB cayó cerca de 11% (en 2002). Por lo que no descartamos que en 2020 la actividad caiga dos dígitos, como venimos contando hace semanas”, concluye.

“Los primeros indicadores muestran que la actividad está sufriendo una de las mayores caídas de la historia económica moderna de Argentina”, agregan desde el Grupo SBS. “El IGA-OJF de Ferreres midió una contracción de la actividad económica de 9,1% mensual sin estacionalidad en marzo, la mayor caída mensual en la historia de este indicador (desde 1993). En esta línea, indicadores sectoriales de Indec registraron para marzo una baja de 17,0% mensual sin estacionalidad para la producción industrial y 32,3% (mensual sin estacionalidad) para la construcción. Considerando que el aislamiento comenzó a fin de marzo, esperamos caídas notablemente mayores en abril”, explicaron.

“Mientras los primeros indicadores apuntan a una caída histórica, las perspectivas para salir de esta crisis tampoco son alentadoras ya que no hay lugar para medidas anticíclicas. No hay financiamiento externo, nunca se creó un fondo de estabilización y las reservas son escasas: por ende, cualquier medida debe financiarse con emisión monetaria. Esto implica que estimular la actividad supone asumir el riesgo de una aceleración inflacionaria. Debido a esto, la salida de la recesión sería más lenta que en otros países y el aislamiento tendría efectos más profundos. En este marco, esperamos una gran caída de la actividad en abril, el inicio de cierta normalización en mayo-junio y una recuperación que continuaría en el segundo semestre, pero de forma gradual y sin retornar al nivel precrisis. El año dejaría una caída del PIB real de 9%, aunque las proyecciones están sujetas a considerable incertidumbre”, concluyeron.

Un informe del Centro de Economía Regional y Experimental (CERX), distribuido ayer, sostiene: “Evitar una crisis económica similar a la de 2002 es casi improbable y peor lo será si se extiende la cuarentena incluso en esta versión más gradualizada. Como economistas no siempre estamos preparados para imaginarnos los peores pronósticos y por eso solemos ir afinando el lápiz de a poco. Pero hay datos que no puede pasarse por alto para proyectar lo que nos espera: un año con una recesión tan o más fuerte que 2002”.

“Planteamos un escenario base, donde no hay default de la deuda, ni segunda ola de coronavirus que nos confinen de nuevo al encierro. En ese caso: esperamos que el PIB baje 10,5% a precios constantes, que a precios corrientes serán $2,8 billones menos”, dicen desde CERX en el informe intitulado “A preparar la empresa y el ánimo: la recesión de 2020 será tan o más profunda que la de 2002”.

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