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La pandemia es una oportunidad para negociar una nueva economía

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13 mayo de 2020

Por Claudio Caprarulo Economista

La economía de Argentina se rompió otra vez. La amenaza, aun latente, de un default de los bonos nacionales ya la habían puesto en una situación crítica. Pero cuando no parecía existir un peor escenario llegó el Covid-19 y nos recordó que siempre se puede estar peor: la caída del PIB de 2020 será del 6,5% (en las proyecciones más optimistas).

A diferencia de otras crisis, el impacto de la pandemia amenazó por la igual la continuidad de empresas y empleos. En ese marco, están dados los incentivos para que la recuperación sea sentando las bases de un régimen macroeconómico que permita garantizar un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible en el tiempo.

Veamos. El shock en la economía puso en jaque a todas las instituciones y demostró que Argentina cuenta con dirigentes con capacidad para dialogar y resolver situaciones complejas (con algunas excepciones en aquellos sin responsabilidades de gestión). A la par de priorizar la salud, tanto la Nación como las provincias tomaron medidas en pos de sostener los puestos de trabajo y las empresas (pago de parte la nominal salarial privada, diferimiento en el pago de impuestos, etcétera).

Misma lectura hicieron los representantes del empresariado local (Unión Industrial Argentina) y los trabajadores (Confederación General del Trabajo) firmando días atrás un “Acuerdo para el Sostenimiento del Empleo y la Actividad Productiva”. En el mismo se establece que los empleados suspendidos por la caída en la producción no pueden cobrar menos del 75% de su salario. Días después firmaron un acuerdo con el mismo objetivo el Sindicato de Comercio junto con la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y la Cámara Argentina de Comercio (CAC).

A su vez, los principales actores de la economía argentina también acordaron respaldar la oferta del Gobierno para reestructurar la deuda externa. En resumen, hay consenso en cómo enfrentar dos de los mayores obstáculos para volver a crecer. Pero queda pendiente el más importante: concertar un modelo de desarrollo inclusivo y sostenible en el tiempo. Desde el regreso de la democracia ningún Gobierno lo logró y, con distintos niveles de responsabilidad, ese fracaso nos está dejando sin futuro: el 50% de los pibes menores de 14 años en Argentina es pobre.

Necesitamos establecer un modelo económico con incentivos que generen las condiciones para aumentar la productividad y así poder exportar más y mejor. Eso nos generará muchos beneficios, el más importante es garantizar los dólares que financien el desarrollo (para crecer necesitamos importar). La actual coyuntura local e internacional sentencia que este Gobierno y el venidero no contarán con un importante acceso al crédito internacional y tampoco con precios altos en nuestras exportaciones de commodities. Deberemos abocarnos a impulsar sectores que generen nuevas fuentes de divisas.

Aumentar la productividad de la economía es una tarea muy compleja. Principalmente porque requiere discutir y modificar la distribución del ingreso tanto entre los empresarios, los trabajadores y el Estado, como así también al interior de cada uno de ellos. Transitar hacia un nuevo modelo de desarrollo nos lleva indefectiblemente a generar nuevos ganadores y perdedores. Estos últimos necesitaran estar contenidos, simbólica y materialmente, para lograr acuerdos que se mantengan en el tiempo. La historia demuestra que los ganadores también deberán ceder.

Un buen punto de partida es acordar nuevas políticas donde ya existe consenso sobre la necesidad de un cambio. Como por ejemplo en cómo reducir la inflación o la informalidad en la economía. Ambos casos son el resultado de distorsiones provocadas por la forma en que se resuelve la puja distributiva.

Como dijimos previamente, ante la pandemia el instinto de supervivencia obligó a los principales actores económicos a negociar en condiciones más parejas. Todos entendieron que para seguir comiendo de la torta tenían que cortar porciones más chicas. Es necesario aprovechar los actuales incentivos a cooperar para generar acuerdos que sienten las bases de un nuevo modelo de desarrollo.

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