El Economista - 70 años
Versión digital

vie 29 Mar

BUE 21°C

La ilusión del regreso a la prepandemia

Alberto
Alberto
26 mayo de 2020

Por Silvio Guaita Economista

A partir de un modelo de equilibrio general tradicional, que todo economista aprende en su carrera de grado, muchos concluyen que, liberando las restricciones a la circulación, la producción se reactivaría, retornando en unos pocos meses la economía a sus niveles de empleo y utilización de la capacidad instalada previos al 20 de marzo. En otras palabras la reactivación tendría forma de V.

En primer lugar se debe notar que no todas las personas que perdieron su empleo, necesariamente recuperarán el mismo al liberarse la circulación. Es decir, dado el posible y probable cierre de empresas y comercios producto de la caída de la demanda agregada interna y externa durante la cuarentena, ciertos empleos no podrán ser recuperados y, por ende, tampoco su poder de compra. Por lo que indefectiblemente el nivel de actividad será menor.

En segundo lugar, incluso si se recuperasen todos los empleos, por ejemplo como consecuencia de un buen accionar por parte del Estado que compensé los faltantes de demanda generados, todavía se distaría recuperar los niveles de demanda y empleo externo. Dado que los dos países compitiendo por el número uno de infectados son Brasil, principal socio comercial de Argentina y Estados Unidos, que representa casi 25% de la economía mundial y actualmente tiene 39 millones de desempleados, difícilmente el desempeño macroeconómico sea idéntico al período previo de la pandemia si dichos socios comerciales no logran reactivar sus economías rápidamente.

En tercer lugar, la apertura de la economía irá acompañada de un aumento del número de contagios, como sucedió en los últimos días con el aumento de la circulación poblacional. En caso de que dicho aumento de la circulación propague el virus a fábricas y centros de producción, es perfectamente posible que los mismos deban ser paralizados con la consecuente caída de la producción. Dependiendo del tipo de bien, la pérdida de la producción podrá ser permanente o no (como en los Estados Unidos donde se están sacrificando cientos de miles de cerdos como consecuencia de la dispersión del Covid-19 en fábricas procesadoras de carne). Adicionalmente si el bien en cuestión es básico, es decir si entra en la producción del resto de los bienes de la economía, la paralización mencionada podría generar una reacción en cadena en otras industrias.

En cuarto lugar, la incertidumbre económica sumad al miedo al coronavirus alejará a una porción de los consumidores de realizar grandes gastos o de retornar rápidamente a los comercios que antes frecuentaban. Por lo que no debería descartarse el impacto sobre la demanda de un miedo general al futuro y a la enfermedad.

En resumen, la salida de la cuarentena no necesariamente implica una reactivación rápida y total de las actividades productivas a sus niveles precuarentena, dado es posible que se hayan perdido empleos de forma permanente, que la demanda externa se relentice, que se siga esparciendo el coronavirus en centros de producción clave y que parte de la población frene sus consumos.

Por dicha razón la crisis actual es un desafío de amplio espectro para los gobiernos de turno, no solo para el de Argentina, sino también para los del resto de países del mundo, y fundamentalmente el estadounidense, garante de la liquidez de la moneda mundial. Si los mismos no compensan en tiempo y forma adecuada los faltantes de demanda generados, por ejemplo a través de mayor inversión pública, transferencias y rescates a trabajadores y empresas en riesgo, la actividad económica podría tardar mucho más que unos pocos meses en volver a su nivel previo a la cuarentena, anulando la mencionada forma de V. La hora de la verdad dirá qué Estados y qué elites estuvieron a la altura del desafío y cuáles se quedaron cortos en la búsqueda de la reactivación.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés