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No se está priorizando la salud sino el criterio médico

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Jorge Colina 15 abril de 2020

Por Jorge Colina (*)

El coronavirus se sigue manejando con mucho sensacionalismo. El problema ya emigró de Italia donde las autoridades están convocando a retomar la actividad económica y ahora el pánico se siembra en Nueva York. Se empiezan a mostrar cajones apilados en los hospitales como si fuera otra Lombardía. Considerando que la mayoría de los fallecidos por coronavirus son personas de muy avanzada edad con 2 o más enfermedades crónicas, es probable que mucho de la acumulación de sarcófagos responda a que los familiares están confinados más que a aumento de la mortalidad.

En este sentido, es pertinente hacer un balance preliminar de lo que pasó en Italia. Un estudio bastante completo que hizo la London Business School llamado “The economics of a pandemic: The case of Covid-19” muestra que los pacientes con coronavirus hicieron colapsar las terapias intensivas en Valle d'Aosta, Lombardía, Liguria, Marche y Piemonte, mientras que en 8 regiones los infectados ocuparon sólo entre 30% y 50% de las terapias intensivas y en el resto, generalmente ubicadas al sur, ocuparon sólo 10% de las terapias. En el promedio país, la tasa de ocupación de terapias intensivas por afectados con coronavirus fue de 50%. Estos datos muestran que el problema estuvo focalizado sólo en algunas regiones del norte de Italia.

Las imágenes de estas regiones se hicieron virales generando un miedo mundial, aunque no se repitieron en otros países. Entre los más asustados está la comunidad médica, con lo cual la población pasa automáticamente a considerar que lo que los medios masivos de comunicación transmiten está lejos de ser sensacionalismo.

Otro trabajo disponible es una encuesta realizada por una consultora especializada llamada Fine Research sobre 2.253 médicos en Latinoamérica (Argentina incluida). Entre la información presentada aparece lo siguiente: el 69% de los médicos considera pertinentes las medidas tomadas por sus gobiernos para prevenir el coronavirus y otro 28% las considera laxas. Sólo un 3% las considera demasiada estrictas.

Cuando se les pregunta donde creen ellos que está el riesgo de colapso, la respuesta mayoritaria junto con terapia intensiva y respiradores es equipamiento de protección para el personal de salud. Cuando se les pregunta cuándo la situación estará bajo control y se podrá permitir a la población retomar sus actividades, el 24% dice entre 30 y 60 días pero el 62% dice más de 60 días. Estos datos muestran que los médicos están muy asustados (en mucho contribuyeron las imágenes del norte de Italia) y ante la falta de información sobre cómo evoluciona el coronavirus en la región optan por la medida más extrema: confinamiento de la población por más de 60 días.

Más objetivamente el miedo también se funda en que los sistemas de salud de América Latina no tienen suficientes recursos. En particular, lo que sucede es que los sistemas latinoamericanos son segmentados. Es decir, una porción de la población accede a prestadores privados con recursos mientras que la otra porción queda a merced de una infraestructura pública que no siempre cuenta con las posibilidades de atender a la población bajo su cuidado. De aquí que los médicos latinoamericanos recomiendan quedarse en casa hasta que pase lo peor, sin siquiera saber qué es lo peor y si ocurrirá.

Lo que la comunidad médica estaría pasando por alto es que la economía es igual de segmentada que el sistema sanitario. La mitad de gente tiene trabajo formal en el Estado o en empresas formales, mientras que la otra mitad vive en la informalidad con escasez de recursos familiares y directamente sin recursos si los confinan. Entonces, no es socialmente sostenible la idea médica de que la gente debería quedarse prolongadamente confinada.

Lo que corresponde hacer es aceptar que los países de América Latina tienen la economía y el sistema de salud segmentados. Por lo tanto, no se pueden tomar decisiones preventivas que toman los europeos quienes tienen la economía y el sistema de salud más inclusivos y universales. Lo de Latinoamérica no es una situación deseable, pero desafortunadamente es la realidad.

Paso siguiente hay salir de la falsa dicotomía de que primero está la salud y después la economía. Salud y economía van de la mano. Lo que se está priorizando ahora es el criterio médico, lo cual está bien. Pero considerando que la mitad o más de la población no puede mantenerse mucho tiempo sin trabajar, no puede el criterio médico aconsejar que la cuarentena se extienda por 2 meses o más. Los países latinoamericanos son muy pobres para darse el lujo de tomar tan costoso tratamiento médico.

Por eso, es muy importante que el criterio médico sea balanceado considerando que tiene dos desafíos: un sistema de salud segmentado que corre el riesgo de desbordarse y un sistema económico segmentado que corre el riesgo de que mucha gente pierda la salud por falta de ingresos.

No es otra cosa que lo que en economía se conoce como un trade-off (dos objetivos contrapuestos). Lo que hay que hacer es buscar dos instrumentos. Uno puede ser el de priorizar el trabajo desde casa cuando sea posible y el otro permitir a los que no pueden trabajar a distancia salir a trabajar tomando todos los recaudos necesarios de limpieza personal y superficies, tapado de bocas en lugares aglomerados y distanciamiento físico.

(*) Economista Jefe de Idesa

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