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Dal Poggetto y Paolicchi: “La política debe evitar un 'hard default'”

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20 abril de 2020

Ya está la primera palabra de una conversación larga. Es la de Argentina, que ya hizo efectiva su propuesta a los acreedores de títulos con Legislación Extranjera. Arrancó la conversación. Una de las tantas preguntas, y acaso la central, es qué posibilidades tiene Argentina de que sus acreedores acepten canjear los nuevos títulos ofertados.

“La propuesta no parece haber estado consensuada para cerrar un acuerdo rápido entre ambas partes dentro del plazo de 20 días que mencionó el ministro (de Economía, Martín Guzmán)”, señalaron Marina Dal Poggetto (Directora Ejecutiva de EcoGo) y Juan Ignacio Paolicchi (Economista de la misma consultora), en una columna publicada ayer en La Voz. Esa propuesta, argumentan, propuesta luce más bien un primer intento para luego sentarse a negociar.

Más allá de la ayuda contextual (“la aversión al riesgo global y el deterioro en las condiciones financieras a lo largo del planeta permitiría que los inversores acepten una quita mayor a la que hubieran estado dispuestos a aceptar apenas un par de meses atrás”, dicen), eso no significa que haya que seguir tirando de la cuerda extendiendo en el tiempo la negociación.

“La contradicción entre extender el período de gracia y exagerar el énfasis en la sustentabilidad en un país cuya deuda en el mercado es sólo 35% del PIB (55% cuando se incluye a organismos de crédito internacional) destruyendo más de la cuenta los cupones de los bonos hacia adelante, y/o no permitiendo ninguna capitalización en los primeros años, no sólo pone en riesgo el resultado de la negociación sino que, aun pensando en que pueda llegarse a buen puerto, agrega ruidos en una transición extremadamente desordenada”, escriben.

“Un escenario de hard default de la deuda complicaría el margen de absorción de la enorme masa de pesos que deberá emitirse en los próximos tres o cuatro meses para financiar el agujero fiscal y los vencimientos de pesos, frente al aumento contracíclico del gasto público y el desplome procíclico de la recaudación del fisco, acelerando los mecanismos de transmisión de la inercia inflacionaria, la indexación de la economía y la dolarización de carteras, que podrían activar una espiralización de precios y salarios”, agregan. El mensaje es claro: “La política debe entender que ir hacia una negociación exitosa es el mejor escenario para que, cuando todo esto pase, la economía quede mejor parada de cara al esfuerzo que va a tener que hacer para revertir el aluvión de pesos que se avecina”.

“Aun cuando la oferta descontada a una 'exit yield' de 12% luce poco atractiva para alcanzar un 'deal', si el Gobierno muestra voluntad de negociación para flexibilizar el objetivo de la sostenibilidad existe margen para tomar la propuesta presentada como un punto de partida para acercar posiciones”, señala un trabajo de Eco Go Consultores al que accedió El Economista. “Cualquier potencial de mejora en el valor presente de la propuesta parece recaer sobre el flujo de la propuesta (el numerador) más que sobre la 'exit yield' (el denominador)”, concluyen.

Eco Go sugiere algunas opciones en este sentido, sin modificar la propuesta: 1) considerar el pago de los intereses corridos de los bonos a canjear (precio “clean” versus precio “dirty”), 2) incorporar algún derivado a modo de “sweetener” (como un cupón PIB), aunque en dicho caso se requeriría probablemente un gatillo creíble de corto plazo para que el mercado le asigne una valuación que permita alcanzar un “deal”; 3) mejorar la paridad de canje y 4) incorporar un bono adicional que capitalice una parte del cupón durante el período de gracia.

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