China anunció que tras más de dos meses levanta el cierre de Wuhan, la ciudad en la provincia de Hubei, donde se informó por primera vez el brote de coronavirus en diciembre.
A medida que surgieron los casos en enero, China dio el paso draconiano de sellar la ciudad de 11 millones de habitantes y cerrar su economía, una respuesta que se consideró en ese momento como solo posible en un sistema autoritario, pero que desde entonces fue adoptada por los gobiernos de todo el mundo.
Sin embargo,muchos países están comenzando a darse cuenta de que reabrir negocios y volver a la vida pública diaria será cualquier cosa menos normal. El trauma de la población y las dificultades económicas "podrían persistir durante décadas", señala en un informe el Times.
Todavía existen reglas restrictivas dentro de Wuhan para evitar que el virus vuelva a aparecer. Las escuelas aún están cerradas y todavía existen limitaciones de viaje para algunas personas y empresas. El transporte público se ha reiniciado, pero la población general hasta ahora no lo ha estado utilizando en grandes cantidades.
Las personas pueden abandonar Wuhan siempre que una aplicación telefónica autorizada por el gobierno afirme que no representan un riesgo de contagio.
Las familias comenzaron a salir cada vez más al aire libre en espacios públicos. Las tiendas reabrieron pero con separadores para comprar comestibles y otros bienes sin ingresar a la tienda.
El gobierno chino enfrentó crecientes dudas sobre la veracidad de sus estadísticas de coronavirus, especialmente el número total de muertes en Wuhan, pero está claro que las autoridades no reabrirían la ciudad si la propagación del virus no estuviera controlada al máximo. Todo parece estar bajo control.
