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Caamaño Gómez: “Un default sería muy peligroso en el actual contexto”

29 abril de 2020

Entrevista a Gabriel Caamaño Gómez Consultora Ledesma Por Ariel Bazán

El Gobierno debe mejorar la oferta a los acreedores porque un default tendría altos costos en el actual contexto de crisis, aseguró Gabriel Caamaño Gómez ante El Economista. Además, advirtió que la brecha cambiaria seguirá creciendo y que el IPC mostrará una baja que, sin embargo, no significará una caída real de la inflación.

¿Seguirá creciendo la brecha cambiaria?

La brecha seguirá creciendo en la medida que la incertidumbre no se reduzca, tanto desde el plano de la deuda como del régimen cambiario y de cómo vamos llevando la cuarentena con las medidas económicas. Esto además en un contexto donde el Gobierno quedó condenado a emitir significativamente porque cae la recaudación y crece mucho el déficit. La tendencia es que la brecha siga incrementando, y eso generará un cierto tipo de conducta que incidirá negativamente en los precios y la liquidación de divisas, ya que el productor primario tendrá mayores incentivos para retener granos.

¿Impactará en la inflación este nivel de brecha?

El problema que habrá es que más de la mitad del IPC ahora no existe porque no hay transacciones, como por ejemplo en los cines o peluquerías. Esto va a dar entonces una variación cero en estos sectores, pero no es que no variaron sino que el precio no existe porque no hay consumidor ni oferente. Entonces, va a estar mal en este contexto decir que “como la variación del IPC bajó, la inflación está bajando”. Lo más preocupante hoy es que el Gobierno queda condenado a emitir porque cae la recaudación y no se puede ajustar el gasto a la misma velocidad. La emisión se vuelve endógena, deja de ser ya es una decisión oficial, y eso es peligroso en una economía tan bimonetaria.

¿Cómo seguirán las negociaciones por la deuda?

Eso dependerá del Gobierno, que hizo una oferta inicial que fue rechazada y que los acreedores piden mejorar. El Gobierno tendrá que ver qué margen tiene para mejorar lo presentado, en qué aspecto y qué tan dispuesto está políticamente a hacerlo. Como durante tres años no se pagará nada, el acreedor no tiene incentivos para negociar porque si acuerda o no igual no cobrará nada por tres años. Entonces, claramente si hay una mejora tendría que estar enfocada en los tres años, que es el gran escollo porque no deja margen para negociar. Lo lógico sería que como mínimo se intentara mejorar la oferta: un default claramente tendría más costos para Argentina que para los acreedores y sería muy peligroso en el actual contexto.

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