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Oscar, veganismo y Google Trends

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07 marzo de 2020

Por Patricio Cavalli Profesor de UCEMA

Hagamos cuenta que no sabemos nada, pero nada, de marketing, negocios, economía, marcas ni comunicaciones. Somos, digamos, una persona feliz. Y en nuestra vida feliz y normal, lejos de trucos para captar la atención o sacar dinero de nuestras billeteras, nos sentamos una noche larga a ver la entrega de los Oscars.

Hay actrices con diamantes sustentables, divas enfundadas en vestidos largos y elegantes, galanes en tuxedos, fans, paparazzis y la infaltable alfombra roja.

La ceremonia es larga y densa, llena de estatuas y discursos, hasta que llegan los platos fuertes: mejor música, mejor película, mejor director y mejor actor. Y ahí aparece Joaquin Phoenix, himself. Commodus, el tío héroe que batea al alien de vuelta a su mugriento planeta natal, el primer hombre que enamora a un sistema operativo y, por supuesto, Joker. Una opus magnum que rivaliza con los grandes del género -Joker, a esta altura es un género, o subgénero en sí mismo: Jack Nicholson y Heath Ledger.

La Joker de Phoenix es una historia de la economía de la decadencia social y financiera. De lo que pasa en las sociedades cuando su núcleo básico queda acorralado, sofocado y malherido por promesas vanas y bastardeo del gobierno y corporaciones.

En Joker las personas celebran el asesinato de banqueros y operadores de Bolsa, que además de cerdos capitalistas sin moral ni corazón, son corruptos irredimibles y violadores en manada. Los ricos viven aislados y protegidos, no reconocen a sus hijos, dejan a sus amantes ?madres solteras? libradas a la buena de Dios, a la demencia y a la pobreza sin ayuda ni compasión.

Ciudad Gótica ?que es todas las ciudades?, se levanta finalmente en contra de esta calaña mentirosa, como ya lo hizo en la Batman Asciende de Christopher Nolan y ataca a los ricos que son, una vez más “sacados de sus nidos decadentes”.

La ciudad arde en llamas y la sangre corre por las calles, todo, todo, porque “usted y yo no le importamos a nadie”. Usted es el individuo solitario, burlado, enfermo y desposeído y yo es la psiquiatra del hospital público que sí se preocupa por la pobreza y la enfermedad.

Joker es un estereotipo, sí, de pobres buenos y ricos malos, de socialismo noble y capitalismo vil, pero es una señal.

Una señal cuyo actor principal, héroe de millones, termina de desdibujar al subir al pedestal máximo a recibir la presea dorada. “Nos sentimos con el derecho de robarle la leche a una vaca a pesar de sus llantos de angustia”, dijo, palabras más, palabras menos. Ni una molécula de compasión por sus propios congéneres, olvidados. Por los millones de personas olvidadas, esclavizadas, abusadas y libradas al azar. Sí, de los 40 a 50 millones de esclavos del mundo (walkfree. org), la mayoría sufren problemas mentales, la mayoría son mujeres, la mayoría son niñas y la mayoría son esclavas sexuales. Las vacas mugen de angustia y estas niñas no tienen voz.

El actor, en su laberinto hollywoodense de bienestar y preocupaciones válidas pero superficiales, desnuda que sólo es un actor. Que sin un director, un guionista, un compositor y un equipo que lo ubique en tiempo y espacio, sólo es un starlet preocupado por comer vegano ?una actitud muy loable per se?, y por establecer su superioridad moral, que deviene de su superioridad profesional y económica.

Todo lo que quiso decir, lo desdijo.

Eso es lo bueno de la era de la tecnología y el social media accountability. Se puede argumentan sin pasar las cifras por el implacable filtro de Google Trends e Instagram Charts. Y se obtendrá una opinión.

Pero si pasamos la mirada por ese filtro, el argumento se solidifica al punto de hacerse sospechoso. Si miramos las tendencias del buscador sobre consumo de leche (leche de soja) veremos cómo se logró el efecto deseado. Luego, las tendencias se normalizaron ?vamos a usar el término en su sentido estadístico, no sociológico? y “la leche sigue estando en el 96% de las mesas del país”, como dijo Alan Bjerga, presidente de la Asociación Americana de Productores de Leche. Pero el efecto está ahí. Se quiso implantar un tema, y se logró. Por un rato.

La sospecha del uso comercial de los Oscar aparece más sólida cuando se ven, unas horas después, al mismo Phoenix y su novia Rooney Mara comiendo unas hamburguesas veganas de Monty's Good Burger (en oposición a las hamburguesas malditas y diabólicas que seguramente comen los carnívoros y omnívoros), donde se sacaron una sorprendentemente casual foto, mostrando sus casuales sneakers nuevos, y comiendo hamburguesas “buenas”.

Foto que fue captada por un sorprendentemente bien instalado fotógrafo, publicada en Instagram con un sorprendentemente bien armado #hashtag y viralizado hasta el cansancio en la comunidad bienpensante de la baja California y el mundo.

¿“Product placement” o casualidad? Lamentablemente quienes estamos en el mundo de los negocios no podemos creer en casualidades.

“Que salga de su burbuja, venga a la realidad y nos deje trabajar en paz: él no es mejor que nadie”, dijo una de las principales productoras de leche del Midwest de Estados Unidos en su blog.

Y por una vez, estuvimos de acuerdo.

Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA

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