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Necesitamos tests rápidos e insumos sanitarios ya

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29 marzo de 2020

Por Sandra Choroszczucha  Politóloga y Profesora (UBA)

El Gobierno de Alberto Fernández eleva constante y admirablemente el valor de la solidaridad, y propone que, en momentos de emergencia, los que más tienen ayuden a los que más lo necesitan. Este es un momento de emergencia.

¿Quiénes son los que más necesitan? Todos.

¿Y quiénes pueden ayudar a todos? Algunos, los que más tienen.

¿No sería este el momento más oportuno para poder poner en acto la solidaridad, en medio de una pandemia, cuyo protagonista es un virus que aún no tiene remedio ni vacuna, que no sabemos si muta o si vuelve a infectar a personas que ya lo padecieron, un virus que sigue siendo un enigma altamente contagioso, y que enferma y mata personas?

Enfoquémonos en Argentina, la solidaridad y la posibilidad de fabricar test rápidos e insumos sanitarios de extrema necesidad.

Contamos con una comunidad científica de elite, que cuenta con recursos humanos y culturales colosales. Así, un cuerpo de investigadores hipercalificados, en época de coronavirus, pueden formar parte de nuestro magnánimo grupo de héroes nacionales, junto a nuestros especialistas del Instituto Malbrán, y nuestros maravillosos médicos, enfermeros y personal íntegro de la salud, que le vienen dando batalla sin piedad a este virus.

De tal manera, los científicos argentinos podrían ser los encargados del armado veloz y masivo de tests confiables para detectar el coronavirus en tiempo y forma, y elaborar insumos imprescindibles que hoy los médicos reclaman con desesperación no tener (barbijos, guantes, respiradores, más una enorme cantidad de insumos básicos).

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación ya conformó la Unidad Coronavirus Covid-19, con el objetivo de realizar diferentes acciones para enfrentar esta brutal pandemia, y entre estas acciones se dispuso la necesidad de desarrollar diferentes kits de diagnóstico rápido para la detección del coronavirus. La inversión estimada que se logró impulsar para esta primera etapa es de $25 millones. Seguramente este dinero permita poder empezar a trabajar ya mismo sobre los asuntos más urgentes, pero frente a una pandemia que recién tomó carrera en nuestro país, deberían seguir sumándose acciones destinadas a la fabricación de mayor cantidad de kits de diagnóstico y a la elaboración de insumos elementales que no pueden hacerse esperar, porque se estima que, para mediados de abril, la curva de contagios puede estar llegando a su punto más elevado en Argentina.

Si el problema sigue siendo la escasez de recursos económicos, tal vez no resulte tan complicado diseñar un programa que básicamente requiere de voluntad y solidaridad. En Argentina existe un índice de pobreza e indigencia muy elevado, y hace años que las faltas de millones de argentinos crecen y se padecen. Sin embargo, existen sectores que tiene la fortuna de no padecer dichos apremios y que cuentan con ingresos extremadamente altos.

Estas personas afortunadas por sus ingresos, hoy también son víctimas de este flagelo, que no distingue naciones, etnias, género, ideologías ni niveles socio-económicos. Este virus perturbador puede infectar y también matar a cualquier persona en cualquier momento en cualquier lugar.

Los diputados, senadores, ministros, gobernadores, vicegobernadores, legisladores provinciales y locales, personal calificado de los gabinetes de los diferentes niveles de gobierno, miembros de la Corte Suprema de Justicia, jueces, fiscales, defensores públicos y demás magistrados, vicepresidente y presidente de la Nación, junto a los más altos empresarios de la República Argentina (el gran empresariado de la salud privada y grandes empresarios de los demás rubros), que cuentan con un status económico imponente, podrían ser los que esta vez apliquen la solidaridad que el presidente viene solicitando desde su llegada a la Casa Rosada.

No hay tiempo para grandes debates frente a una pandemia, el virus ya ingresó a nuestro país y empieza a escalar con prisa y sin pausa. Por tal motivo, si Fernández consensúa como lo viene haciendo rápida e impecablemente con las diferentes fuerzas opositoras y los gobernadores que, frente a esta emergencia, es un imperativo que aquellos que más tienen, hoy deban donar parte de sus ingresos, para destinarlo a la tarea titánica de proveer de insumos básicos a nuestro precario sistema de salud, nuestro precario sistema de salud puede fortalecerse rápidamente.

Solo se necesita discutir la medida con celeridad, para concretar los detalles de una política que nunca antes fue implementada (el piso mínimo que calificaría como altos ingresos, porcentaje de estos altos ingresos que deberían ser donados, etcétera). Y se necesita que, a partir de una expeditiva disertación, también rápidamente el Presidente dicte un decreto de necesidad y urgencia que pueda poner en acción dicha medida.

El concepto sería que, aquellos sectores de la población que más tienen y pueden, debe donar esta vez, no a los que menos tienen, sino a todos, incluidos a ellos mismos.

Fernández repite una y otra vez que no le va a temblar el pulso para seguir tomando medidas que impliquen colocar la salud por encima de la economía, y esto resultó en un enorme alivio para la mayoría de los argentinos, que hoy le demuestran un formidable apoyo. A partir de esto, la idea sería que no le tiemble el pulso para discutir, en tiempo récord, una medida que coloca la salud de todos por encima de la economía de pocos.  En tiempos de un virus que puede desbordar nuestro sistema de salud, que los que más tienen ayuden a todos, suena muy oportuno.

Mientras tanto, si accionamos con la fabricación rápida de aquello que más necesitamos (kits confiables al alcance de todos y mayores insumos sanitarios para una atención médica más eficiente), los humanos correremos un poco más rápido en esta batalla contra el coronavirus, y esto podría implicar que, en un tiempo prudencial, el aislamiento total vire hace un confinamiento parcial, permitiendo progresivamente que varias actividades empresariales vuelvan a funcionar. Así, gracias a la solidaridad, una curva que va camino a desmejorar nuestras vidas, podría empezar a dar un giro virtuoso más rápidamente de lo que esperamos.

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