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La salud es lo primero

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17 marzo de 2020

Por Sebastián Giménez Escritor y trabajador social

 

No fue un feliz domingo, de esos que supo animar Silvio Soldán saltando con los egresados ganadores del viaje a Bariloche. 15 de marzo de 2020. Muchas informaciones cruzadas sobre el avance de la pandemia del coronavirus, y en el ánimo de mucha gente se percibe la ansiedad, la incertidumbre. Hablan tantos especialistas que dicen más o menos lo mismo, pero la tranquilidad no llega, por más que te lo expliquen una y otra vez. Audios de WhatsApp, mails, videos, una ensalada enloquecedora y que se viraliza como la peste. El video que se repite con la agresión salvaje de un hombre en Vicente López contra el personal de seguridad que le impedía incumplir la cuarentena y salir a la calle. El individuo o la sociedad. La libertad individual o la salud pública. Una disyuntiva angustiante y que se transita con indudables tensiones, en tiempos excepcionales.

Desde horas atrás, se corrió la voz de que iba a haber una Conferencia de Prensa del Presidente, y la expectativa creció como si esperáramos las palabras de una especie de gurú de modos campechanos, de psicólogo que atenuara un poco los miedos paranoicos.  También, como una palabra con autoridad para enunciar las nuevas medidas para que el flagelo no se expandiera.

Y llegó la hora de la conferencia de prensa. Están, de izquierda a derecha, Horacio Rodríguez Larreta; Alberto Fernández y Axel Kicillof. La Ciudad, la provincia y la Nación. Somos un país unitario y presidencialista, se acabó la discusión. Si hasta Juan Manuel de Rosas, el líder federal de la divisa punzó, según algunos autores, fue un unitario por otros medios. Hubieran faltado algunos representantes de provincias para darle al momento el federalismo que imprime a sello nuestra Constitución. Pero somos unitarios, también, en otro sentido. Dos líderes del Frente de Todos y uno de Juntos por el Cambio unidos por la emergencia. La grieta se diluyó, cuando Argentina está en riesgo, en peligro sanitario. Se ponen la pilcha y enfrentan a las cámaras de frente. Esa foto es digna del momento en que Antonio Cafiero estuvo en el balcón de la Casa Rosada apoyando a Raúl Alfonsín ante el intento golpista carapintada. O, remontándonos más atrás, cuando Juan Domingo Perón se abrazó con Ricardo Balbín para fundar la Hora del Pueblo, esa agrupación política que empujó a los militares a llamar a elecciones. La hora impone la unidad, sin matices.

Andrés Malamud, politólogo, tuiteó: “En tiempos normales, Argentina es un desastre; en tiempos excepcionales, un ejemplo”. La política, muy vituperada tantas veces, le dio a la sociedad una lección de unidad en tiempos que se necesitan aplicar las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Ya había demostrado, en octubre pasado, que se podía transitar la grieta con elecciones libres, siguiendo el valor de la democracia en un continente convulsionado por golpes de Estado y crisis políticas en países vecinos. La política, el domingo, volvió a marcar el camino, en estos tiempos excepcionales. Cuarentenas, limitación de la circulación de personas, interrupción del ciclo lectivo en las escuelas con los comedores abiertos. Hay que prevenir el contagio del virus pero también comer cada día, la urgencia impostergable de los sectores más desfavorecidos de la sociedad.

Un discurso del Presidente que transmitió tranquilidad y firmeza. Buscando el delicado equilibrio, sin caer en la retroalimentación del pánico ni en el “aquí no pasa nada”. Está pasando. Y mejor prevenir que curar. Ojalá retornemos a los tiempos normales lo más rápido posible pero, como dijo Malamud, que no seamos un desastre. Que la política, cuando las aguas se aquieten, pueda continuar dialogando, disentir civilizadamente y ponerse de acuerdo en algunas políticas de Estado comunes, más allá de las banderas ideológicas y partidarias. Que se tejan acuerdos mínimos en políticas sociales, en economía, en educación. Y en salud, como se logró ayer. Porque la salud es lo primero.

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