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La pandemia cambió la política: los casos de Trump y Fernández

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20 marzo de 2020

Por Juan Radonjic

El coronavirus está cambiando todo. En los próximos meses, los gobiernos de todos los países dejarán de ser evaluados, como es habitual, por sus resultados económicos y pasarán a serlo por su respuesta frente a la pandemia.

Es duro aceptarlo, pero los habituales rankings hechos sobre la base de distintos indicadores económicos y sociales serán reemplazos por otros que tendrán en cuenta la cantidad de infectados y muertos que tenga cada país por el coronavirus.

Como todos los gobiernos ya saben que los indicadores económicos de 2020 serán peores que los de 2019, procurarán obtener la aprobación de sus gestiones sobre la base de cómo enfrentan esta crisis. Por eso, evitan quedarse cortos con las medidas que adoptan, porque cualquier muerte que se termine atribuyendo a su reacción tardía o insuficiente, implicará un enorme costo político que puede llegar a pagarse con una derrota electoral.

Tomando en cuenta distintas experiencias, las pautas a tener en cuenta que para una evaluación de la respuesta de los gobiernos serían las siguientes.

1) No haber minimizado el tema en ningún momento y haberse ocupado de enfrentarlo de inmediato, sin demoras que hayan costado muertes que pudieran haberse evitado.

2) Poner en marcha medidas eficaces para combatir la propagación de la pandemia con el costo económico más acotado posible. Demostrar en todo momento que se está a cargo de la situación.

3) Lograr que sus decisiones sean asumidas conscientemente por la sociedad sin necesidad de medidas excesivamente coercitivas.

4) Concretar acuerdos con los partidos políticos de la oposición y distintas organizaciones sociales para comprometer a todos los sectores en la lucha contra la pandemia.

Dos casos: Fernández y Trump

El comportamiento de dos presidentes, el de Estados Unidos y el de Argentina,  frente a la situación puede ser tomado como ejemplo.

Donald Trump, inicialmente, minimizó el problema, pero luego tuvo que modificar completamente su enfoque. Y ahora deberá adecuar su estrategia política teniendo en cuenta, que pocos meses antes de las elecciones de noviembre, se cortará el  ciclo de crecimiento  más prolongado de la historia de Estados Unidos, que comenzó en junio de 2009. La contracción de la actividad en el segundo cuarto del año será muy fuerte y  si bien los bancos de inversión sostienen que en el segundo semestre se observaría una recuperación, Trump ya no podrá encarar la campaña para su reelección exhibiendo a los datos económicos como el principal activo de su gestión. Ahora deberá lograr apoyo a su candidatura mostrando liderazgo en el combate de la pandemia. Si bien es cierto que logró acuerdos en el Congreso para poner en marcha medidas de estímulo, seguirá siendo cuestionado por su primera reacción a fines de enero.

A su vez, en el caso del desempeño de Alberto Fernández un punto a su favor es la rápida reacción  frente al problema al que le adjudicó de entrada la importancia que tiene demostrando buenos reflejos políticos. Y tiene la ventaja de conocer las medidas implementadas en otros países y los resultados que se obtuvieron con ellas.

También Fernández abrió rápidamente, y sin especulaciones, el juego a todos los sectores políticos lo que facilita que se logre consenso sobre las medidas adoptadas. Pero Fernández, como el resto de los presidentes, deben todavía pasar la gran prueba que es la de demostrar que sus decisiones lograron mitigar el impacto de la pandemia.

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