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Di Pace: “El consumo desacelera su caída, pero sin perspectivas de un crecimiento sostenido”

03 marzo de 2020

Entrevista a Damián Di Pace Director de Focus Market Por Enrique Pizarro

Exceptuando el desempeño de 2015, desde 2012 hasta hoy el consumo viene cerrando año tras año con variaciones negativas en la comparación interanual, según los datos de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came). Desde su asunción, el Gobierno está intentando estimular el consumo mediante la mejora de los ingresos de los sectores más bajos (que son los más propensos a consumir), el programa Ahora 12 y el techo de 55% que le impuso hace dos semanas a los bancos para las tasas de financiación en las tarjetas de crédito.

El Economista dialogó con el especialista en consumo Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market, que indicó que las perspectivas en su área no son muy buenas y resaltó el error en el que incurre el Gobierno, el cual deteriora su credibilidad y la sostenibilidad futura de un plan económico.

¿Qué expectativas hay para este año en materia de consumo?

Todos los incentivos por parte del Gobierno están puestos en incrementar una parte del consumo privado (en este caso, familias), porque la otra parte que corresponde a empresas dependerá de las expectativas y resultados reales del plan económico. Sin embargo, la demanda agregada también depende de la Inversión y el consumo público, además de las exportaciones e importaciones. Argentina tiene un problema desde hace años para incrementar su oferta de bienes y el crecimiento siempre buscado termina siendo un pequeño rebote para luego terminar en caída nuevamente. Las perspectivas son que el consumo desacelerará su caída, pero no con un crecimiento sostenible en el tiempo.

¿Cómo influye en el consumo y en toda la cadena el impuestazo que implementó el Gobierno?

El Gobierno incurre en un error que daña su credibilidad y la sostenibilidad futura de un plan económico. Evidentemente, el ajuste mayor se da en la clase media vía bienes personales, dólar ahorro y turista y jubilados, con una fórmula que genera ahorros por $ 5.400 millones. El propio Martín Guzmán dice que no esperemos superávit fiscal hasta 2023. Es decir, el ajuste lo hace y lo hará a futuro el sector privado y no el público. Sin embargo, la evidencia empírica muestra que los grandes condicionantes de nuestra economía pasan por la necesidad de disminución del gasto público para relajar impositivamente al sector privado y así generar incentivos para la inversión. De acuerdo con el informe sobre “Doing Business 2020” del Banco Mundial, Argentina está en el top mundial en cobro de impuestos sobre la ganancia neta al sector privado, con 105%. Si una empresa tiene ganancias por $ 1.000, incluso por cobros y adelantos de impuestos que le exige el Estado, debe pagar $ 1.050. Hay un dilema a resolver urgente en Argentina: ¿Tenemos la presión tributaria sobre el sector empresario más alta del mundo porque hay mucha informalidad o tenemos mucha informalidad porque hay alta presión tributaria? El informe del Banco Mundial nos ubica en el puesto 170 entre 190 países con el que cuenta la medición. Es un parámetro para evaluar inversiones a nivel mundial.

¿Qué debería implementarse para revertir la tendencia a la baja que viene registrando el consumo desde hace varios años?

Para incrementar el consumo en forma sostenible, el país debe incrementar la oferta. Es más, Argentina tiene un problema de inflación de oferta. Hasta el propio Keynes bajo la heterodoxia propuesta por las medidas económicas actuales para impulsar el consumo sostiene que “si el ahorro es la medicina y el consumo es la mermelada, la mermelada extra tiene que ser proporcional al tamaño de la medicina adicional”. La duda por parte del sector empresario es si los intentos de incrementar el consumo serán sostenibles en el tiempo o serán sólo un veranito en pleno otoño e invierno.

¿Qué se necesita para impulsar la productividad en el país?

La competitividad es aquello que permite que los bienes y servicios producidos por una empresa encuentren un lugar privilegiado en el mercado. La productividad es lo que permite que los factores de producción mejoren en relación a su capacidad actual. Hay desincentivos fenomenales para lograrlo. La tierra recibe impuesto sólo por existir; el trabajo, impuestos por producir y retenciones por parte de los sindicatos y gremios. El capital se combate y el beneficio empresario se erosiona en la inflación. El único resquicio donde la productividad se puede lograr es en la incorporación de tecnología, en la que las pymes no tienen excedente para adquirirla luego del pago de los impuestos.

¿Cómo ve el control de precios como habitual instrumento para buscar contener la inflación?

El programa Precios Cuidados implica precios de referencia en categorías de consumo masivo bien específicas y básicas. La inflación es la suba generalizada del precio de los bienes y servicios. El programa Precios Cuidados cuida unos pocos y el Gobierno congela servicios. Por fuera del cuidado, ejerce su influencia el mercado y los agentes económicos son racionales. Lo que se contiene hoy, se desborda mañana. Por su parte, en servicios, lo que se congela hoy, siembra las condiciones para cosechar inflación mañana. Pero el problema de la inflación no está ahí. En definitiva, corregir las tarifas en el segundo semestre será volver a equilibrar los precios relativos de la economía. Hoy la preocupación está dada por el nivel de asistencia del Banco Central al Tesoro Nacional ante la imposibilidad del país de poder endeudarse en los mercados voluntarios de deuda. Si el congelamiento de tarifas de servicios y Precios Cuidados viene acompañado de un plan económico, fiscal y monetario sólido, las expectativas pueden congruir hacia una inflación a la baja. Sin embargo, el Estado es cauto desde lo fiscal, aunque con ajuste del sector privado o, por ejemplo, no pagando el AF20 para evitar mayor emisión monetaria.

El superávit comercial de 2019, que se estima que se mantendrá en 2020, se logró en gran parte por la fuerte contracción en las importaciones. ¿Cómo afecta esto a la competencia y a la calidad?

En una economía en la que cae la importación de bienes, es normal. Pero en una economía en la que no ahorra ni invierte su nivel de capitalización, cae tarde o temprano. Por cada punto que crece la economía necesitó importar por tres hasta 2015 e importó por seis en 2017, año de crecimiento con Macri. El país necesita pasar de un programa de sustitución de importaciones a otro de incorporación en las cadenas globales de valor. Pero no es fácil porque esto implica producción de bienes aguas abajo, donde los productores dependen de los líderes y de las grandes economías. Hoy, el 80% del comercio industrial ocurre en la red de las transnacionales. Nadie produce todo de la nada ni nadie puede evitar estar en contacto comercial con el mundo en todo o en parte del todo. Para mejorar lo que producimos, hay que importar aquello que no tenemos. Para incorporar nuestra producción en el mundo, debemos primero mejorar nuestro cuadro macroeconómico y, paralelamente, insertarnos en el diálogo del comercio mundial con inteligencia. Cuando el mundo estaba abierto, nosotros nos cerramos plenamente en el segundo gobierno de Cristina Kirchner. Cuando el mundo se cerró, nos abrimos plenamente con Macri. En ambos casos, sin estrategia.

¿Qué opinión tiene sobre la Ley de Góndolas que el Senado sancionó la semana pasada?

Es real que muchas categorías de consumo masivo en el país hay pocos oferentes para determinadas categorías. Respecto a la expectativa de poder generar mayor participación de las pyme en las góndolas, hay ciertas dudas. En principio, si esta ley no es más una normativa del pasado que del presente, porque las grandes superficies comerciales se concentraron en las décadas de los '80 y '90, dejando fuera de juego a almacenes y autoservicios nacionales. Hoy la gente compra en otro tipo de locales y no son en las grandes cadenas. Segundo, si en definitiva una ley como esta va a permitir la participación de las pyme: si logra volcar el nivel de producción, si tiene el financiamiento suficiente para hacerlo y si los plazos de pago de esas grandes cadenas se adaptan a la estructura económica y financiera de una pyme. Tercero, si realmente esta ley puede aplicarse sobre todas las categorías y ser controlable: se observa mucha dificultad para aplicar el programa Precios Cuidados y la Ley de Góndolas irá sobre millones de productos de diferentes categorías. Por último, debemos preguntarnos si realmente ha sido el mercado mediante un proceso de concentración empresarial el que ha generado esta baja cantidad de oferentes en las grandes cadenas o si ha sido el propio Estado con una presión tributaria muy grande y con ciclos fluctuantes de la economía permanentemente quien ha llevado a que cierren miles y miles de pyme en el país durante los últimos treinta años. Por este motivo, se han perdido oferentes en el mercado y muchas pyme en situación de ruina han sido adquiridas por las grandes empresas.

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