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Morir de hambre en Argentina

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21 febrero de 2020

Por Sandra Choroszczucha Politóloga y Profesora (UBA)

Apenas comenzó 2020 empezamos a contabilizar con desgarrador pesar la cantidad de niños que mueren por desnutrición en la ciudad de Salta.  Hoy este horror y este dolor tienen rostro, son ocho los niños muertos por desnutrición y por ellos se llora y se clama por un Estado y una sociedad que reaccionen ya.

Así, en casi dos meses, ya se confirmaron ocho muertes por desnutrición infantil en una provincia preciosa, que lleva décadas caratulada como “la linda”, pero junto a su belleza podemos observar muertes constantes de bebés y niños que no pueden recibir la alimentación básica para sobrevivir. La última víctima fatal data del 10 de febrero último, día que murió un bebé de 7 meses que ingresó a un hospital en la localidad de Tartagal, bajo un cuadro irreversible de desnutrición.

2020 comenzó revelándonos un cuadro tristísimo en Salta, sin embargo, dicha provincia sufre este enorme flagelo hace décadas. Las comunidades Wichis se encuentran entre el sector de la población más afectado en el norte de la provincia; dichas comunidades no tienen acceso al agua potable, y deben consumir agua proveniente de zanjas donde el líquido suele estar contaminado, la deshidratación es fatal. Y al margen de las numerosas y lastimosas muertes, se pueden encontrar cientos de niños con muy bajo peso en varias localidades de la provincia salteña, que además no cuentan con centros de salud ni con accesos directos para que lleguen ambulancias para poder responder a las emergencias constantes.

El último informe sobre indicadores de pobreza difundido por el Indec, del 30 de septiembre de 2019, arroja datos desalentadores. Al medir el primer semestre de 2019, los datos indican que, a nivel nacional, el 25,4% de los hogares son pobres, lo cual se corresponde con un 35,4% de personas que viven debajo de la línea de pobreza en la República Argentina. La provincia de Salta supera la media respecto a este indicador, ya que en dicha provincia el 32,1% de los hogares son pobres, lo cual se corresponde con un 41,8% de habitantes bajo la línea de pobreza. Respecto a la pobreza infantil, del total a nivel nacional, un 30,9% corresponde al grupo de 0 a 14 años (los menores). Mientras que en Salta un 52,6% del total de personas pobres corresponden a este mismo rango, menores de 0 a 14 años.

Frente a la afortunada visibilidad mediática de dicho panorama inexcusable, funcionarios del gobierno provincial y nacional han empezado a reaccionar con medidas destinadas a atender lo urgente (llegada de alimentos, de un yogurt especial que contendría la cantidad de probióticos para poder elevar las defensas de la población, mientras se comenzó a programar desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible la construcción de siete pozos de agua en la zonas más castigadas del norte de Salta, que calculan demandará siete meses).

Por otra parte, el actual gobierno del Frente de Todos desde el comienzo de su asunción, impulso y lanzó un Plan Argentina contra el Hambre, cuyo propósito es promover y fortalecer el acceso a la canasta básica de alimentos a nivel nacional. El plan contempla, en primer lugar, el acceso a una Tarjeta Alimentar, que está destinada a la obtención de alimentos para madres o padres con hijas e hijos de hasta 6 años de edad que reciben Asignación Universal por Hijo (AUH), para embarazadas a partir de los 3 meses de gestación que cobran asignación por embarazo, y por último para personas con discapacidad que reciben la AUH. Cuando un niño cumple 7 años la madre o padre dejan de ser beneficiarios del plan automáticamente.  Las tarjetas las deben entregar el Banco Nación o el banco nacional que defina cada provincia. Dicha tarjeta podrá usarse para retirar alimentos, pero no dinero.

En segundo lugar, el plan ofrece canales de comercialización para la economía social, con la finalidad de crear mercados populares y créditos a tasas bajas, destinados a la compra de herramientas y maquinarias.

Por otra parte, el plan contempla la presencia de promotoras y promotores comunitarios de Seguridad Alimentaria y Nutricional, y estas personas cumplirán con funciones de control, para facilitar la articulación de las políticas alimentarias y sanitarias.

El Plan Argentina contra el Hambre consiste en un programa con fines solidarios y de ayuda inmediata para aquellas personas que cuentan con necesidades básicas insatisfechas, pero sin duda focalizado hacia personas que aun cuentan con accesos básicos, accesos que para las poblaciones más vulnerables e indigentes no existen. Vale decir, numerosos habitantes de Salta, Jujuy, Chaco o Formosa (donde habitan numerosas comunidades Wichis que hoy padecen de las mayores faltas elementales), que hoy mueren de hambre y lloran por sus niños, probablemente no cuenten con la posibilidad de acercarse a un Banco nacional de la provincia para retirar su Tarjeta Alimentar (probablemente ni se hayan enterado que existe una nueva tarjeta llamada Alimentar). Menos probable aún resulta, imaginar a una mamá o papá salteños, jujeños, chaqueños o formoseños en situación de indigencia, demandando créditos para la adquisición de herramientas y maquinarias.

Mientras se espera que medidas generadoras de mayor trabajo genuino lleguen por fin a cantidad de hogares, qué se luche contra la desnutrición con la emergencia necesaria bajo un plan argentino contra el hambre, es un imperativo impostergable y valorable; pero probablemente no se haya contemplado que cuando la pobreza se va de cuadro, ésta no se registra, porque no se hace notar, porque no puede hacerse notar, porque no sabe cómo hacerse notar, porque no existe ir a un Banco ni a un mercado popular ni pedir un crédito; existe el hambre, la sed y nada más.

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