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“El sector público argentino está diseñado para gastar por encima de sus recursos”

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23 febrero de 2020

Durante más de medio siglo, en el que convivieron gobiernos militares y democráticos de muy variada orientación, el factor común fue gastar por encima de los ingresos.

Eso, dice un informe de Idesa, demuestra que el déficit fiscal es una “política de Estado”.

Y no es sólo un problema de “la política”. En gran parte de la sociedad, agrega, “prevalece el consenso de que el Estado puede gastar más de lo que dispone y cualquier acción tendiente a equilibrar las cuentas públicas implica inaceptables costos sociales”. Eso es lo que, en su declaración reciente, el personal del FMI ?con una irónica dosis de eufemismo? denominó “la no factibilidad política” de equilibrar al Estado.

Los números así lo muestran.

Entre 1961 y el 2002 en todos los años hubo déficit fiscal, acumulándose desequilibrios por el equivalente a 180% del PIB.

Entre el 2003 y el 2008 estuvieron los únicos años de superávit fiscal totalizando en el acumulado el equivalente a 7% del PIB.

Desde el 2009 hasta el 2019 volvieron a ser todos años de déficit fiscal acumulándose desequilibrios por otro 40% del PIB.

“El sector público argentino está diseñado para gastar por encima de sus recursos”, dice Idesa en su reporte semanal.

“Estos datos muestran que en las 4 últimas décadas del siglo pasado se acumularon déficits fiscales por el orden de 2 veces el PIB. A comienzos del presente siglo, la contabilidad pública muestra un modesto superávit, que se esfumaría si se contabilizaran los juicios previsionales por no aplicación de la movilidad (parte de este gasto se hizo explícito luego con la reparación histórica). Además, se dio en el marco de una grosera licuación de gasto público producido por la megadevaluación del 2002, precios internacionales históricamente elevados y cesación de pagos de la deuda pública. Más sugerente aún es que, superada la crisis, rápidamente el déficit fiscal volvió a aparecer. Con el agravante que se acumuló otra década de desequilibrios fiscales por una magnitud equivalente a la mitad de la economía, pero con una presión tributaria récord”, dice Idesa. Superávit, divino Tesoro?

Un testimonio muy ilustrativo del desequilibrio estructural, pero no el único, es el sistema previsional, hoy en debate. “Las normas prometen regímenes especiales que permiten adelantar el retiro con mayores beneficios, se regalan indiscriminadamente jubilaciones a través de moratorias, se masifica la duplicación de beneficios con la posibilidad de acumular jubilación y pensión y se elude adecuar las normas ante el envejecimiento poblacional. Como la situación es insostenible se apela a la inflación para que corrija las inconsistencias licuando los haberes. Por eso las energías del debate previsional están siempre concentradas en la fórmula de movilidad”, dice Idesa.

Lo más importante que está diciendo el FMI, señala Idesa, es que Argentina no tiene capacidad política para ordenar su sector público. “Fue, es y seguirá siendo deficitario y, por lo tanto, no es un país merecedor de acceso al crédito. Bajo estas condiciones, solo queda el financiamiento vía emisión inflacionaria lo que garantiza la persistencia de la decadencia”, dice Idesa. A excepción, claro, de que demuestre lo contrario por un tiempo largo. El Presidente y el ministro de Economía han dicho que no hay margen para expandir el gasto público y se han declarado defensores de las cuentas públicas ordenadas. ¿Podrán ponerle el cascabel al gato?

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