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No repetir puede ser un festín

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Carlos Leyba 31 enero de 2020

Por Carlos Leyba

En el escenario mundial no se ha despejado la incertidumbre, tal como lo hacía suponer el avance de los acuerdos de China con Estados Unidos. Se han sumado nuevos problemas. Un virus, que no sabemos combatir, le ha pegado un golpazo a China y a la globalización, la actual idea paradigmática de organización del trabajo en el mundo.

Otros nuevos problemas se suman a los conflictos de la cuestión ambiental y de la creciente desigualdad al interior de los países. Sobre ambiente y desigualdad, y su relación con una forma de capitalismo, se ha expresado Francisco en Laudato Si. De estos temas y del trabajo en el Siglo XXI, se está hablando hoy en el Vaticano. No de la deuda argentina.

Reacciones violentas por la desigualdad, poco esperadas, han conmovido a países de Chile a Francia. En el “descuido ambiental”, por ejemplo la minería con cianuro, ha disparado reacciones en Mendoza que han despertado “la conciencia política” adormecida. Se está agrandando la distancia entre la dirigencia (política, empresaria, sindical) y la creciente consciencia social sobre las amenazas que produce, y que no morigera, un sistema económico que descuida tanto “la casa común” (el ambiente) como su clima social.

La actual clase dirigente no ha logrado mantener y mejorar la salud física y social del Planeta, alejándose tanto de la reflexión científica y ética, como de la capacidad de comprender (y por tanto de resolver) las necesidades de la sociedad.

Jacques Maritain le agregaba al “del” y “por” el pueblo, para definir la democracia, el más realista y comprometido “con el pueblo”. “Con”, es la escucha y la búsqueda de consenso como actitud constructiva. La acción directa es la respuesta a la sordera dirigente.

¿Cuanta es la responsabilidad de este modo atropellado de globalización? El principal proponente de este modelo es el líder comunista chino Xi Jinping, país que sufre el virus en una economía con problemas ambientales y conflictos sociales de desnivelación.

A Guzmán le esta yendo muy bien con el FMI dispuesto a realizar su trabajo de auditor porque estará preparada la propuesta de pago y la demostración “programática” de cómo afrontaremos esos compromisos. Sobre todo eso, los demás, nada sabemos.

El golpazo que recibió el Celeste Imperio hoy lo sufren 21 países. La globalización repite, con el virus, la metáfora del aleteo de la mariposa. Veamos.

El coronavirus, al parecer, se inició con la ingesta de una sopa de murciélago. ¿Todo empezó en un tradicional “mercado húmedo”, sin demasiado control bromatológico, hasta terminar humanamente engullido?

Mercados tradicionales, sin demasiado control, persisten en una ciudad de 40 millones de habitantes, surcada por autopistas, rascacielos y 25 institutos universitarios.

Colosal contraste de la modernidad y el pasado que subsiste, pero ya sin la plenitud de los saberes del pasado.

Caso de “progreso incompleto” que ocurre cuando estructuras del pasado resultan incompatibles con las de la modernidad.

Tiempos de cambio, acelerado pero incompleto, generan desequilibrio. Pero sabemos de la altísima probabilidad que la capacidad de daño viral sea controlada.

Muchas líneas áreas suspendieron el destino China. Y Rusia, su principal vecino, ha cerrado sus inmensas fronteras. El virus genera muros.

Estados Unidos, por otras razones, construye un muro para contener la inmigración. No es un virus sino la desesperanza comparada.

El paradigma de la globalización es el libre movimiento de capitales y mercaderías. No el de las personas, aunque sí para las más capacitadas. En la globalización unos se benefician del movimiento de capitales y mercaderías; y otros se perjudican del movimiento inverso.

Mientras los menores salarios relativos y/o los menores cargos fiscales y/o las mayores regulaciones de protección e incentivos, convocan más capitales y sus mercaderías ganan más mercados, en esos bienes migrantes ?Stolper Samuelson ? viene contenido el impacto de los salarios a la baja (o el desempleo).

No hay cancha nivelada y “los árbitros” no permiten nivelarla. Entonces las promesas se desdibujan.

¿Se acuerda del “bloque” BRIC? Hoy a China y a Rusia las separa una cuarentena que impide todo negocio.

En otra dimensión la UE vive hoy la separación con Gran Bretaña. Por un tiempo nuevos problemas para la economía de la globalización. La inacción hace recrudecer todos los problemas por el transcurso del tiempo. José Nun (La Nación, 27/1/20 ) recordó que “en las tres últimas décadas se ha tomado plena conciencia de que la mayor responsabilidad (ambiental) le cabe (a) los combustibles fósiles: el carbón, el petróleo y el gas. .. la deforestación? cada medio grado de aumento de la temperatura incrementa ? las tormentas, los incendios, las inundaciones y las sequías que destruyen nuestros ecosistemas”. Fabiola Czubaj (La Nación,28/1/20) nos informa que desde 2008 liquidamos 2,8 millones de hectáreas de bosques nativos. Convertidos en llanuras despejadas aumentaron la producción agropecuaria y generaron dólares. Ese progreso no reflejó progreso social zonal y sí daño ambiental global potencial. Progreso incompleto. Desequilibrios.

En este febrero (incendios en Australia, alarma ambiental, conflictos sociales, golpe del virus en nuestro cliente China y su reguero de pólvora) con la compleja cuestión económica y ecológica de Vaca Muerta, el retorno del Carbón de la mano de Aníbal Fernández, y el peso social del ajuste fiscal y previsional, el reclamo salarial en ciernes y la presión de precios subsistente, etc., Martín Guzmán deberá encarar lo que el Presidente considera el “pasa no pasa” de la gestión presidencial.

La estrategia estos cuatro años está supeditada a la resolución de la deuda externa. Lo mismo pensó Néstor Kirchner, pero en default, sin planes, jubilaciones paradas, menos empleo público y viento de cola. Nada igual.

El contexto externo no es el más favorable para la generosidad de las Cancillerías. El interno gobernado por una ansiedad de resultados prontos superiores a las promesas realizadas.

La preminencia, en el tiempo, de la resolución de la deuda - que no depende de nosotros ? si bien irrefutable, tiene efectos paralizantes.

Guzmán nada anunciará hasta que despeje la deuda. En marzo, “la construcción” que el ministro empezará a elevar en febrero, tendrá techo y aberturas colocadas.

Los cimientos fueron la ley de solidaridad que generó cierta “congelación” de rubros del gasto público y aumentos de impuestos, destinados a mejorar la capacidad de pago.

La nueva ley, de nombre rimbombante, votada casi por unanimidad, le brinda al negociador el respaldo parlamentario que se suma al que firmaron las fuerzas sociales, con el compromiso de honrar las deudas.

A Guzmán le esta yendo muy bien con el FMI dispuesto a realizar su trabajo de auditor porque estará preparada la propuesta de pago y la demostración “programática” de cómo afrontaremos esos compromisos.

Sobre todo eso, los demás, nada sabemos.

Lo que sí sabemos es que tal como está la deuda con los acreedores privados (dejando la consideración del serendipity de Axel Kicillof) cumplir es imposible sin generar un clima social más que imposible.

Salir de ese entripado es la misión Guzmán cuyo objetivo es patear intereses y capital para la próxima gestión presidencial.

Pero además de tiempo, es imprescindible, reducir drásticamente la tasa de interés a devengar por las sumas de capital e intereses consolidados (previa quita en el capital y/o los intereses pactados).

Paraguay acaba de financiarse al 4%. Dejando a un lado las prolijidades fiscales del país hermano, nuestra capacidad de generar divisas ? bien cierto a futuro y con un programa de desarrollo puesto en marcha ? es enorme; y por lo tanto nuestra tasa, si no se considera nuestro record en materia financiera, debería ser aún menor, en un mundo en el que las tasas, en algunos casos, son negativas.

Con tasas como la de Paraguay para la refinanciación de toda la deuda capitalizada (con alguna quita) con cuatro años de gracia en la amortización, y a un plazo suficientemente largo, el horizonte financiero estaría despejado.

¿Pero qué programa económico es el que despeja esa bruma?

Una tasa de interés mayor a la tasa proyectada de crecimiento del PIB anual, implica que la deuda pesa cada año más sobre el PBI.

Tenemos que crecer a una tasa mayor que la tasa de interés cualquiera sea el plazo de espera. Eso es formular un programa de alto crecimiento. Lo contrario no es realista.

Pero ? respecto de la deuda ? lo que realmente importa es la capacidad de generar divisas. Aumento de las exportaciones, sustitución de importaciones, mejora en la cuenta de servicios y factores (p.ej. transporte) y el retorno e ingreso de capitales.

En todos esos rubros no solo importa el crecimiento en términos absolutos, y el de su peso en la demanda global, sino la tasa de expansión en relación a la tasa de interés a pagar. Esa es una definición de transformación estructural de desarrollo.

Tenemos que crecer aceleradamente en un mundo complicado que exhibe tendencias críticas en materia de reconstrucción de las fuentes de energía, con posibles cambios en los niveles y la composición en la demanda de nuestros principales compradores de nuestros principales productos.

Es un desafío adicional. Pero confirma una presunción. La imagen de “la ñata contra el vidrio” es la de la obsesión por un solo problema; es lo que impide pensar y diseñar las estrategias para abordar la complejidad de nuestra real situación en un mundo crecientemente complejo.

Esta muy bien mirar por la deuda. Pero al mismo tiempo es imprescindible una visión más panorámica. Llevamos años repitiendo el mismo error. Estamos muy complicados internamente y el mundo se complicó. Tenemos que cambiar el eje.

Hemos sido hasta ahora los “locos del corto plazo” a los que siempre, siempre, el plazo les ha quedado corto. No nos podemos repetir. No va a ser posible. Y será inútil.

“Los aborígenes australianos? en el inmenso desierto? seguían su exploración girando siempre en redondo? capturaban un lagarto?que era toda comida? y ? por la mañana, volvían a ponerse en marcha. Si en lugar de haber girado en círculo, por un instante hubieran seguido en línea recta, habrían llegado al mar, donde los esperaba un festín de tortugas y langostas”. Umberto Ecco.

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