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Nicolás Maduro “facilitó” la postura de Fernández

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08 enero de 2020

Es tan burdo lo que hace Nicolás Maduro en Venezuela, que condenar su conducta es inevitable para cualquier gobierno democrático. Eso incluye al de Alberto Fernández que, inicialmente, pudo sortear airosamente la prueba. Más aún: se le presentó una oportunidad para fijar su posicionamiento externo, y la supo aprovechar. Las relaciones internacionales fueron uno de los temas que más confrontación política generaron en los últimos años porque fue utilizado para definir las posiciones políticas internas. “Quieren que seamos Venezuela”, era la intención que el macrismo le atribuía al kirchnerismo.

Pero también es un tema que genera tensión dentro del Frente de Todos, en el que conviven sectores que miran con distintos ojos al régimen de Maduro. Es, por lo tanto, un tema incómodo. Y en el que quedaron expuestas algunas marchas y contramarchas como la de haber anunciado que se retiraría del Grupo de Lima para posteriormente decidir quedarse, pero marcando diferencias. Eso llevó a que Argentina no firmase la declaración junto al resto de los países y emitiese su propio documento de condena.

La maniobra de Maduro fue tan burda que la condena de Fernández, que permitió bajar tensiones con EE.UU., estaba servida.

Los acontecimientos en Venezuela del fin de semana y los de ayer, no dejan lugar a dudas de que es indispensable la realización de elecciones libres. Fernández siempre sostuvo esa posición y tuvo la posibilidad de ratificarla pagando por ello un precio relativamente bajo dentro de su coalición política porque lo de Maduro es indefendible. El “informe Bachelet”, en el que hace referencias concretas a la violación de los derechos humanos, fue lapidario y dejó en muy mala posición a los gobiernos de la región que defedían al régimen venezolano.

De todas maneras, Fernández se diferenció de su antecesor retirándole ayer las credenciales a Elisa Trotta, a quien Juan Guaidó había designado como su representante en Argentina. Un gesto que aparece como una concesión a algunos sectores del oficialismo y que desde la oposición consideran una decisión que se contradice con la posición asumida inicialmente.

Por otra parte, el nuevo ataque a las instituciones del chavismo se produjo en un momento en el cual arreciaban las versiones sobre la incomodidad del Gobierno de Donald Trump con las relaciones entre Argentina y Venezuela. Y que eventualmente eso podría significar que Washington retaceara el apoyo al país a la hora de negociar con el FMI o no poner aranceles al aluminio y el acero.

Pero la posición, al menos la inicial, de Fernández fue bien recibida en Estados Unidos y se descomprime el frente externo sin pagar, por ahora, un costo excesivo en el interno. La rápida aceptación de Jorge Argüello como embajador de Argentina fue también una señal. Pero el debate seguirá.

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