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Marketing y política: ¿Quién es el culpable?

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07 enero de 2020

Por Leandro Peres Lerea

Si algo abunda en nuestro país, en todo ámbito, es la superficialidad y la banalización, sobre todo cuando de simplificar y manipular se trata. El maridaje del marketing y la política no logra ser la excepción a esta regla y por cierto no es una dupla que cuente con buena fama. Pero no por culpa del marketing, precisamente.

Escuchamos habitualmente a los políticos decir cosas tales como “yo no hago marketing, hago política” o cosas por el estilo. Pero, ¿qué es el marketing? Es la ciencia, técnica o especialidad dedicada a explorar e identificar necesidades y deseos no realizados de los consumidores o potenciales consumidores. Define, mide y cuantifica el tamaño del mercado identificado y el lucro potencial de este.

En términos políticos, el marketing es una herramienta para conocer al votante, quien te vota, quien podría votarte, como diferenciarte del resto de los candidatos, cuales son tus puntos fuertes y débiles, qué quieren y qué necesitan los ciudadanos, y un sinfín de variables Sin comunicación no hay política, porque nadie consume ?o vota? lo que no conoce.

Ahora bien, cuando se habla de marketing despectivamente, no se está haciendo referencia a lo que el marketing es, sino a un mal que la humanidad tiene desde su mismo inicio y no es otra cosa que la mentira, en este caso edulcorada o suavizada. O, mejor dicho, puro humo o maquillaje.

Y es quizás el desprestigio de la política el problema y no el mal o buen uso del marketing que como especialidad no ha hecho otra cosa que satisfacer miles de consumidores cada vez más creando valor y riqueza y mucho más consumo alrededor del mundo como ningún otro fenómeno desde la Revolución Industrial.

El marketing solo busca conocer al consumidor y, en base a ese conocimiento, creará productos o servicios acordes a esa demanda.

Si estos productos no son acordes no es culpa del marketing sino de quien los produce, y en este caso son los políticos, y no el marketing, el que decide y gobierna. Aunque desde ya el marketing no es infalible. Pero como toda herramienta no es buena ni mala, tan solo depende el uso que se le otorgue.

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