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¿Ciclos sin fin?

Las nuevas autoridades enfrentan un primer trimestre con grandes desafíos y con la necesidad de obtener resultados favorables.

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03 enero de 2020

 Por Fernando Amador Agra Director de la Licenciatura en Economía (UCES)

Finalizó 2019 con una nueva administración gubernamental que, al igual que la saliente, enfrenta un escenario económico de crisis. Y éstas son el hilo conductor de nuestra historia económica. Exagerando un poco, se podría decir que nuestra historia económica es la de una distorsión cíclica de precios relativos, que terminan en situaciones terminales de diferente intensidad y gravedad.

Las dinámicas pueden ser similares o con matices, pero el puerto al que arribamos es conocido y también las soluciones ensayadas: incrementos de alícuotas impositivas, nuevas bases imponibles, postergar aumentos de tarifas e intentar controlar la evolución del tipo de cambio nominal, sin una preocupación sustantiva en el corto plazo con respecto a la evolución del tipo de cambio real.

El nuevo ministro de Economía en su conferencia de prensa hizo mención, en varias oportunidades, a un plan consistente e integral. Sin embargo, datos públicos para evaluar la consistencia y grado de integración del plan aún no se conocen, más allá de los anuncios fiscales. Y el marco de fondo, es la renegociación de la deuda pública, donde las medidas tributarias contribuyen a brindar alguna esperanza a los tenedores privados de alcanzar un acuerdo que no implique una quita significativa. Y los mercados respondieron con recomposiciones de precios, que son una mezcla de arbitrajes y votos de confianza.

También continúan las restricciones cambiarias, restablecidas por la anterior administración, para gestionar las reservas internacionales a las que se les suma un impuesto específico sobre la compra de moneda extranjera que, sumado a la aplicación de retenciones a las exportaciones, devienen en un conjunto muy amplio de tipos de cambios nominales, reales y efectivos. Este nuevo tributo, además de desestimular la demanda y encarecer el precio de la moneda extranjera, es una fuente de recursos públicos que explica por qué no se optó por un desdoblamiento formal del mercado de cambios, que en última instancia, si bien no contribuiría a la eficiencia en la asignación de recursos, resultaría más transparente para los diferentes actores económicos. En este estado de situación, mercados marginales comenzarán en algún momento disputar la importancia relativa en la coordinación de expectativas.

Hasta el momento, se puede avizorar cierto sendero de evolución de un conjunto de precios claves (tarifas, salarios, tipo de cambio nominal) que desaceleran su crecimiento o directamente se congelan por un período, con la expectativa de que la tasa de inflación se ralentice. Por otro lado, las nuevas autoridades del BCRA comenzaron a inducir una reducción en las tasas de interés de mercado, que frente a la dinámica inflacionaria es muy probable que resulten en tasas reales negativas. Al fantasma de las Leliq, lentamente se le está quitando la sábana y ya no genera el temor que llegó generar.

Un signo de interrogación es el nivel de asistencia monetaria del BCRA al Tesoro, que de acuerdo a las declaraciones públicas y frente a los hechos, no queda muy claro cuál será su dinámica durante 2020.

Por el lado de la economía real, el estímulo al sector industrial se concentraría en restricciones a las importaciones y el probable regreso de líneas de financiamiento subsidiadas, junto con una redistribución del ingreso que busca recomponer los niveles de la demanda agregada.

Frente a este escenario, el ahorrista no tiene muchas alternativas para mantener sus ahorros en términos reales y difícilmente el grado de dolarización de la economía se modifique en forma relevante. La posible recomposición de la demanda de dinero será más fruto de una imposibilidad de optimizar un portafolio, que de una decisión voluntaria por demandar pesos.

Las nuevas autoridades enfrentan un primer trimestre con grandes desafíos y con necesidad de obtener resultados favorables en el frente de la deuda pública, nivel de actividad y tasa de inflación. Evitar distorsiones severas de precios relativos, que impliquen ajustes discretos significativos, debería estar en el radar de las autoridades económicas. La economía política de las medidas implementadas no será fácil. Un round más de carga tributaria está en discusión.

Un nuevo ciclo se ha iniciado, en el cual las políticas promercado pasan a cuarteles de invierno y toman su lugar diversos instrumentos de regulación. El péndulo argentino nuevamente está oscilando. Analizar el paso a paso de la política económica será clave para la toma de decisiones. Tal vez, el plan integral y consistente se nos presente a finalizar la renegociación de la deuda pública y el horizonte económico comience a despejarse, al menos, para el corto pazo.

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