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Navegando en un mar de incertidumbre

La gestión de Alberto Fernández comienza con un indicador próximo al promedio histórico. Como si, despejado el panorama político, la situación estuviera normalizándose.

20 diciembre de 2019

Por Matías Carugati Economista

Sabemos desde hace tiempo que la incertidumbre es mala para la economía. Desincentiva la inversión cuando se trata de hundir capital de forma irreversible (o con alto costo de reversión), retrae el consumo de los hogares al aumentar el ahorro precautorio y, si redunda en un aumento del costo financiero (vía prima de riesgo), potencia estos efectos negativos. El mercado laboral también siente el impacto de la incertidumbre más allá de lo que pase con la demanda agregada, porque en mercados rígidos desalienta la contratación.

¿Cómo medir un fenómeno que, por definición, es difícil de cuantificar? Un trabajo de Baker, Bloom y Davis (2016) se aproxima al problema utilizando la información en diarios, construyendo un indicador que mide la cobertura que dan los medios periodísticos a las noticias relacionadas con un contexto económico incierto. Básicamente, para un momento determinado, se cuenta cuál es la proporción de las noticias que refiere a la incertidumbre de política económica en relación al total. El enfoque no está exento de problemas, como el sesgo ideológico de los medios considerados o qué tipo de noticias incluir en la medición (donde entra un criterio subjetivo). Sin embargo, el enfoque ha ganado mucha aceptación, principalmente, por dos motivos. Primero, porque ha permitido testear empíricamente varias de las cuestiones que se mantenían en la literatura teórica. Segundo, porque el método, originalmente aplicado en Estados Unidos, es fácilmente replicable para otros países. En efecto, ya hay mediciones para 24 economías y hasta un indicador de incertidumbre a nivel global.

Midiendo la incertidumbre en Argentina. En un trabajo hecho junto con Julián Ansaldo, seguimos la metodología de Baker, Bloom y Davis y construimos un indicador para Argentina, en base a la cobertura de los diarios Clarín y Página 12 . Lamentablemente, el trabajo original, que se extendía hasta mediados de 2018, no pudo ser actualizado por completo, ya que sólo está disponible la información del diario Página 12. De todos modos, dejando a un lado el sesgo ideológico que puede haber al tomar la cobertura de un solo medio, se puede realizar un análisis que arroja resultados interesantes.

Argentina no está (ni estuvo) desacoplada del mundo. La incertidumbre refleja los problemas del exterior (ver gráfico), aunque también se mueve al compás de los hechos domésticos, tanto económicos (devaluaciones, por ejemplo) como políticos (como las elecciones). Si promediamos los datos por gestión presidencial, vemos que en la época de Néstor Kirchner hubo menos incertidumbre que en los dos mandatos de Cristina y ella, a su vez, condujo al país en un contexto menos incierto que Mauricio Macri. El ahora expresidente se vio complicado por un entorno global más turbulento: el indicador muestra una tendencia ascendente desde fines de 2015 y se notan más casos de “eventos disruptivos” (los picos observados en el gráfico). A eso se le agrega un componente estrictamente local, derivado de la política económica y sus efectos. Pasaron cosas.

La gestión de Alberto Fernández comienza con un indicador próximo al promedio histórico. Como si, despejado el panorama político, la situación estuviera normalizándose. Sin embargo, conviene ser cautos con la lectura, más allá de reiterar el posible sesgo ideológico en la cobertura periodística de Página 12. Por un lado, el indicador viene comportándose con mucha volatilidad, lo cual implica que cualquier shock puede tener un impacto fuerte y, por ende, generar mucha incertidumbre. En efecto, la situación macroeconómica es bastante frágil y no cambiará, por lo menos, hasta que se despeje el panorama fiscal/financiero. Por otro lado, el contexto internacional lejos está de normalizarse. El indicador de incertidumbre global se mantiene en niveles muy elevados (2 desvíos estándar sobre el promedio histórico). Las tensiones comerciales, el Brexit, los problemas geopolíticos y hasta lo que pasa en los países de la región son factores de riesgo relevantes. En pocas palabras, Argentina se enfrenta a riesgos concretos, internos y externos, que pueden disparar los niveles de incertidumbre.

¿Y entonces? Cuando las cosas fallan, y sabemos que pueden fallar, la incertidumbre se dispara. Más allá de lo comentado al comienzo de la nota, el indicador se correlaciona con mayores tensiones financieras (menor nivel y mayor volatilidad de activos bursátiles), presiones cambiarias (mayor nivel y volatilidad del tipo de cambio), menor actividad económica y confianza. No hablamos de causalidad, claramente, pero las relaciones son las esperadas. Los diarios (el diario, en este caso) termina reflejando lo que pasa en la economía y la incertidumbre no es buena. Por lo tanto, enfatizamos la importancia de tener un diagnóstico correcto de la situación económica, combinado con una implementación adecuada y la preparación de escenarios de contingencia frente a factores internos y externos. Esperar lo mejor y prepararse para lo peor, sobre todo en una situación tan frágil como la actual, porque los errores se pagarán caro.

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