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Los números del 2020

Un informe de FM&A proyecta algo de alivio en el consumo (que caerá menos), pero con la inversión y las exportaciones en contra. Por eso, y el arrastre, el PIB caerá 2% en 2020. La inflación bajaría a 43%, el dólar iría hasta $83 (blue, hasta $118) y las tasas, a la zona de 35%.

Alejandro Radonjic 23 diciembre de 2019

Por Alejandro Radonjic

Fueron semanas de cambios de personas, políticas, alícuotas y la gran pregunta, aún abierta (porque se vienen más cambios), es como impactarán las nuevas reglas de juego y el nuevo set de políticas en la macroeconomía y sus principales variables. Sobre eso trata el último informe del Fernando Marull & Asociados (FM&A).

A continuación, un repaso de las principales áreas.

PIB y nivel de actividad. “El nuevo Gobierno apuesta a un programa económico heterodoxo con una batería de medidas fiscales, monetarias y de ingreso”, dice el reporte. “Proyectamos que las medidas traerán algo de alivio, esperable luego de dos años de recesión. Igualmente, no vemos una actividad reactivando con más fuerza dado que seguiremos con un elevado nivel de incertidumbre (deuda), controles cambiarios y subas de impuestos, que limitarán la inversión y las exportaciones, los únicos motores de crecimiento económico”, agrega.

“El plan está lejos de uno de largo plazo que apunte a una macroeconomía sana, con inserción internacional y mejora en la competitividad como estrategia de desarrollo económico. Las mejoras de corto plazo vendrán por el consumo, impulsadas por subas de jubilaciones y salarios en las escalas menores, combinadas con una inflación más baja, por un mayor control en los precios, como el dólar y el congelamiento de 180 días de tarifas de luz y gas”, agrega Marull. Pese a todo eso, el PIB caerá cerca de 2%, aunque “gran parte” se deberá a la inercia que deja el 2019 (-1,3% del PIB).

“Asumimos una suba de 1,6% del PIB en el gasto”, dice Marull. “La suba vendrá por mayores subsidios”, agrega, correlato del congelamiento de los tarifas. El costo, U$S 3.000 millones (0,8% del PIB). Resultado 2020, un rojo de 0,9% del PIB.

C, I e X. Sobre el consumo, en particular, Marull dice: “Proyectamos que en 2020, en promedio, igualmente caerá 1,5% y los niveles de empleo seguirán en baja. Por eso, proyectamos que la tasa de desempleo subirá a 11.1% a fin de 2020, luego de terminar en 10.2% a fin de 2019. Proyectamos que los salarios subirán 47%, algo por encima de la inflación (+43%), pero no alcanzará para revertir la caída promedio en 2020 y, por eso, el consumo caería 1,5% en 2020”.

Si bien el aire por el lado del consumo es bienvenido, la inversión y las exportaciones son clave porque anticipan el ciclo económico a futuro y, allí, las proyecciones distan de ser alentadores.

“Para la inversión, proyectamos que caerá cerca de 7% en términos reales, un ritmo menor comparado con el desplome de 18% real de 2019. La inversión tendrá como lastre la falta de crédito de largo plazo por el problema de la deuda y el cepo cambiario. Igualmente, la construcción (que es el 50% del total) recibirá algún impulso por la reducción en el costo de construcción (bajó 50% en dólares en doce meses), las menores tasas de interés en pesos y alguna medida que impulsará el sector (ProCreAr)”, agrega Marull.

Preocupa aún más la caída proyectada de 1% en las exportaciones. “Las exportaciones agrícolas caerán 6%, producto de la menor cosecha (por ahora asumimos bajas de 4% en cantidad y un precio de la soja estable de U$S 350 por tonelada). Pero parte será compensado con la mejora en las ventas externas no-agrícolas (autos, carnes y acero), que proyectamos que suban 4%. Ese cálculo asume que Brasil, que es el destino del 16% de las exportaciones argentinas, acelerará a 2,1% su crecimiento en 2020, desde el aumento de 1% de 2019. Las exportaciones en general sufrirán la mayor presión tributaria, a un promedio de 13%, casi 10 puntos mayor que en 2015”, agrega el reporte.

El dato “positivo” es que las importaciones, que ya vienen en caída libre, seguirán ajustando (caerían 4% en el año entrante), dejando un suculento saldo favorable de US$ 17.000 millones, US$ 2.000 más que en 2019. “Con el saldo comercial proyectado para 2020 y los dólares que se 'ahorrará' la economía por el reperfilamiento de la de deuda pública, el BCRA podrá comprar reservas en el mercado cambiario y controlar el tipo de cambio”, agrega Marull.

“Billete” manso. El dólar, siguiente ítem, se moverá tranquilo. El oficial, cuanto menos. Según el reporte, subiría 35% hasta $83 a fin de 2020. “No habría otra crisis inminente y el tipo de cambio real se apreciará en 2020”, agrega Marull. El “blue”, en tanto, terminaría 2020 en la zona de $118.

¿Y los precios? Si el dólar andará manso (el oficial, nuevamente) y las tarifas se congelarán hasta mediados de 2020, la inflación perdería sus principales propulsores. En rigor, podríamos ver alguna desinflación, pero no muy contundente. “Sobre la base de una evolución del tipo de cambio estable y considerando que parte de las tarifas públicas permanecerán congeladas por al menos seis meses, proyectamos que la inflación en 2020 desaceleraría hasta 43%”, dice Marull. Pero, además de eso, “será clave la señal que muestre el nuevo BCRA para frenar la inercia del 4% mensual que muestra hoy la economía”.

Tasas aún altas, pero más bajas que hoy. El veranito para el bolsillo (suba del salario real en pesos y dólares) tendrá otro aliado: costos financieros (algo) más bajos. Allí no hay mucho misterio: las tasas ya empezaron a bajar y el nuevo presidente del BCRA, Miguel Angel Pesce, dice que lo seguirán haciendo. Con supercepo (ahora no sólo ajusta por cantidad sino por precio también), el riesgo de dolarización de pesos está muy acotado. “El BCRA deberá buscará un equilibrio entre tener una política monetaria más expansiva, pero sin descuidar al ahorrista. Proyectamos una reducción (de las tasas de interés) desde el actual nivel de 58% hasta converger a 35% a fin de 2020”. Así, la tasa perderá contra el IPC y el dólar “paralelo”, pero se impondría ante el dólar oficial.

Puede fallar. Hay riesgos, también. Como siempre. El reporte menciona dos. “El mayor riesgo del escenario base es que no se logre avanzar con éxito en la reestructuración de la deuda y Argentina vuelva a declarase en default, liso y llano”, dice Marull. “Para disminuir ese riesgo será clave contener el gasto. Acá, lo más importante es que el Gobierno muestre un plan fiscal hacia delante que le permita resolver con éxito la reestructuración de la deuda. Además, otro riesgo no menor es que la sequía que está empezando afectar los cultivos de la cosecha de 2020. Por ahora es acotado el riesgo de repetir la sequía de 2018, cuando la producción de soja cayó 36%”, señala Marull.

Sigue faltando un plan de largo plazo. A nivel conceptual, Marull describe el programa como la continuidad potenciada del “plan urgencia” de Mauricio Macri. “La macroeconomía saneada que le dejó Macri (tipo de cambio competitivo, menores déficits fiscales, menores atrasos de tarifas) es justamente el 'colchón' que usará Fernandez para transitar en los próximos meses. Pero este plan económico, por ahora, dista bastante se ser uno que mire al largo plazo. Es decir, uno que tenga como base el saneamiento de la macro, la inserción internacional y la mejora de la competitividad como estrategia de desarrollo económico. Potenciar la inversión y las exportaciones, es el único camino que tiene Argentina para una reactivación duradera”, concluye Marull.

Políticamente, es un plan que tiene cierta consistencia y lógica. Por un lado, se adoptó rápido y, según se dijo, por única vez. Siempre es recomendable aprovechar los primeros días y, sin dudas, Fernández ya lo hizo. Si el manual estima ese período de gracia en 100 días, a la Casa Rosada aún le sobran 90. Segundo, no tiene impacto negativo en la base electoral propia. Muy por el contrario, es casi una transferencia de ingresos desde el electorado de Cambiemos hacia el del Frente de Todos. Tercero, si funciona bien, sus frutos (aunque más no sea una estabilización) podrían empezar a sentirse a finales de 2020 y, acaso, potenciarse en 2021 cuando, una vez más, Argentina irá a las urnas.

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