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La MMT implica déficit cero

La Teoría Monetaria Moderna reconoce las consecuencias inflacionarias que puede tener la creación de dinero.

Gonzalo Martínez Mosquera 04 diciembre de 2019

Por Gonzalo Martínez Mosquera (h)

La MMT (Teoría Monetaria Moderna) ha sido propuesta por adherentes al nuevo Gobierno y criticada por opositores explicando que, según esa teoría, Argentina debería expandir su déficit fiscal emitiendo dinero y que eso no tendría consecuencias inflacionarias. La MMT no dice eso. De hecho, dice exactamente lo contrario y si se quisiera aplicar en Argentina, implicaría la necesidad de generar un fuerte ajuste fiscal reduciendo el gasto del Estado y/o subiendo la recaudación.

Este es un párrafo textual extraído del paper “Soft Currency Economics” de Warren Mosler (fundador de la MMT) que escribió en los años '90 como puntapié inicial para entender la teoría: “Inflation is the process whereby the government causes higher prices by creating more money either directly through deficit spending, or indirectly by lowering interest rates or otherwise encouraging borrowing.” Traducido: “La inflación es un proceso en el cual el gobierno causa precios más altos creando más dinero sea a través del déficit fiscal, o indirectamente bajando la tasas de interés o promoviendo el endeudamiento” (este último punto se refiere al privado).

Como se puede observar claramente, la MMT reconoce las consecuencias inflacionarias que puede tener la creación de dinero. ¿Por qué se necesita una “nueva” teoría monetaria? Cuando Richard Nixon decidió salir del patrón oro en 1971, Estados Unidos continuó usando al dólar como su instrumento monetario. Ese hecho mantuvo la forma del instrumento (siguió siendo verde, con caras de presidentes, etcétera), pero tuvo un cambio esencial que implica enormes cambios en la forma que se debe pensar la economía monetaria, la restricción presupuestaria, la inflación, el déficit comercial, el déficit fiscal y demás cuestiones.

¿Por qué los de la MMT parecen “amigos” del déficit fiscal? A partir de la salida del patrón oro, la única forma en que los privados (y otros gobiernos) tengamos dólares para gastar y ahorrar es a través de la existencia previa de un déficit fiscal en Estados Unidos (lo mismo pasa con cualquier moneda de un país que imprima su propio dinero sin respaldo). La única forma en la que el Gobierno Estados Unidos puede “emitir” dinero es vía gasto público o pagando intereses de la deuda.

Para que un policía cobre su sueldo, lo que hace la Reserva Federal es acreditar la cuenta de aquel por instrucción del Tesoro. No tiene necesidad de ver si hay fondos suficientes de la recaudación impositiva ni tampoco necesita endeudarse previamente. El proceso es tan simple como apretar números en una computadora.

Si el Gobierno tuviera déficit cero, eso implicaría que todos los dólares gastados (y emitidos) serían eliminados vía la recaudación impositiva y, por lo tanto, no podríamos tener dólares para ahorrar y gastar .

¿Y la emisión de la autoridad monetaria? Con excepción del pago de intereses sobre la deuda soberana que mencioné antes, para que la autoridad monetaria puede “emitir” nuevo dinero, también se requiere la existencia previa de un déficit fiscal por parte del Tesoro.

Cuando la autoridad monetaria “emite” lo hace comprando bonos del Tesoro. ¿A quiénes se lo compra? Al sector privado, a bancos, a otros países, entre otros. ¿Cómo consiguieron esos “otros” los bonos del Tesoro? Pues los compraron con dólares. ¿Y de donde salieron esos dólares? Nuevamente, fueron producto de un déficit (incluyendo intereses) o fueron compras de bonos por parte de la autoridad monetaria. Obviamente, la segunda fuente no puede extenderse hasta el infinito y, por lo tanto se deriva que todo dólar que tenemos para gastar o ahorrar necesariamente proviene de un déficit.

¿Cuál es el límite para ese déficit? La inflación que, como claramente lo muestra el párrafo citado, puede ser causada por la emisión monetaria generada por el déficit fiscal.

¿Y Argentina? Así como la inflación representa el límite para el déficit fiscal, se deriva que la “cura” para la inflación es el déficit cero o superávit fiscal. De esa manera y sólo de esa manera, podría bajarse en serio la inflación. Bienvenido sea si esto es lo que están pensando en el nuevo Gobierno, pero permítanme tener mis dudas al respecto.

Si al presidente electo, Alberto Fernández, le están sugiriendo que puede expandir el déficit fiscal sin generar mayor inflación, y si eso lo están basando en esa “moderna” teoría, pues es importante advertir que no existe tal relación entre la MMT y la propuesta de aumentar el déficit fiscal en Argentina.

¿Un guiño para Cavallo y la Convertibilidad? Cuando se observa el mecanismo de la política fiscal/monetaria (primero el Gobierno gasta emitiendo y luego recauda para no generar inflación) entiende que no tiene sentido apuntar a tener superávit fiscal en una economía sin inflación que emite su propia moneda. Cuando uno revisa los números fiscales en Estados Unidos desde la salida del patrón oro hasta hoy, puede observar que todos los años tuvieron un déficit fiscal con excepción de algunos sobre finales de los '90 y principio de los 2000 en que tuvo superávit. A partir de mediados de la década del '90 se inicia un proceso de reducción del déficit hasta lograr el superávit mencionado.

¿Podría ser esa una de las causas que llevaron a alguna de las crisis devaluatorias de esa década y que concluyeron en la caída de la convertibilidad? Pensemos que un menor déficit o un superávit pueden implicar un vacío de dólares que vuelven menos competitivas a las economías con tipo de cambio fijado a esa moneda. Esa situación deriva necesariamente en desocupación y deflación para poder adecuarse a la nueva situación del ancla cambiaria. Ambos casos se registraron en Argentina.

Creo que no puede dejarse a un lado este punto cuando se analicen los pros y contras de un posible retorno a algún esquema de ese tipo, como por podría ser la dolarización. La experiencia de la convertibilidad y su estrepitoso final deben medirse en su contexto y reconociendo que se dieron en un entorno muy particular que por definición (en caso de repetirse) no podría durar mucho tiempo.

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