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El ajuste supera su primer examen: no hubo piedrazos y sigue en baja el riesgo país

El plan generó una reacción positiva en los mercados y no parece enfrentar riesgos de instrumentación en el Congreso, ni en la calle.

Alejandro Radonjic 19 diciembre de 2019

Por Alejandro Radonjic

En julio pasado, el economista Guillermo Calvo sorprendió a propios y extraños. En una entrevista, dijo que el triunfo de Cristina Kirchner sería “lo mejor que le puede pasar al país (?) porque va a aplicar el ajuste con apoyo popular, culpando al Gobierno previo”.

Según Calvo, un ajuste hecho por Mauricio Macri hubiera sido muy complejo desde el punto de vista político y su capacidad de instrumentarlo, por ende, hubiera sido acotada. O nula. Bastante lógico considerando que el ajuste amarillo había comenzado en 2018 y el Presidente estaba desgastado, y ya no gozaba de amplios márgenes sociales ni institucionales. “Cristina es lo mejor que le puede pasar al país, curiosamente”, agregó Calvo.

Todavía no se puede validar la proyección de Calvo, que ayer rescataron algunos lectores sagaces en las redes. Van nueve días del nuevo Gobierno y no se sabe aún como terminará el ajuste, pero algunas cosas se pueden imaginar.

Pasado el segundo día de los anuncios, el riesgo país bajó 4,2% hasta 1.894 puntos y las acciones subieron en Buenos Aires y Nueva York.

Los ajustes deben tener consistencia macroeconómica (la expresión favorita de Martín Guzmán) pero, también, acompañamiento social. Eso no implica apoyo directo sino ausencia de veto. Tolerancia más que solidaridad. En criollo, que el ajuste pueda hacerse sin mayores restricciones sociales e institucionales. O políticas, en general. Después, claro, quedará la cuestión técnica, es decir, si el ajuste conduce el barco a mejores puertos. Eso, a posteriori, puede influir la fortaleza de las restricciones, pero para eso aún falta.

Cuando hay un “impuestazo”, como el que debate el Congreso desde ayer; se raciona el acceso a divisas (ya no solo por cantidad sino por precio también); se congelan las jubilaciones o se aumentan retenciones con precios bajos y lluvias escasas, la reacción social es el siguiente punto a analizar. Ya se dijo: el ajuste debe tener consistencia técnica y, además, capacidad de instrumentarse. Debe ser sostenible políticamente.

A priori, el veto institucional no operaría estos días: hay votos en el Congreso, gobernadores alineados y la Corte, en principio, nada diría. No hay nada escrito sobre piedra, pero parecería que la restricción política no sería un escollo mayúsculo para Alberto Fernández.

Los mercados

Hay otro actor clave, inasible pero determinante: los mercados. El Gobierno debe lograr que el nuevo plan sea aceptado por quienes tienen deuda de Argentina. El ministro de Economía va a hacer una propuesta de renegociación. Como base, propondrá un reperfilamiento y queda abierta la incógnita sobre si también propondrá una quita y, además, por qué porcentaje. Para lograr aceptación a su propuesta, necesitará hacer una propuesta atractiva y convincente. “Una promesa que podamos cumplir”, dijo el martes pasado. Si eso no se logra, todo el “plan Guzmán” se cae y Argentina va camino a un nuevo default con imprevisibles consecuencias.

La primera reacción del mercado a su plan fue positiva. Lo que debía subir (el precios de los bonos) subió y lo que debía bajar (el riesgo país) bajó. El miércoles y ayer también. Falta más porque Argentina sigue afuera de los mercados, pero es un comienzo en el sentido acertado. Está claro que los cañones de Guzmán apuntan a enderezar el barco hacia el camino correcto de esa bifurcada: poner la deuda, amistosamente, en un sendero sustentable y compatible con el crecimiento.

Las visiones

El Economista dialogó con varios analistas para analizar los trazos gruesos del plan y su sustentabilidad.

“En el mercado cae bien porque el plan apunta a generar recursos para pagar. Se supone que es en el interés del Gobierno y de los tenedores de bonos evitar un default. Cuanto más agresiva sea la propuesta de Argentina, menos chances hay de acuerdo entre el Gobierno y los bonistas. No conocemos los detalles de la oferta que hará el país, pero ya muestra voluntad de generar un excedente de recursos fiscales y un excedente de divisas para poder pagar. Supongo que eso explica la buena recepción de las medidas que anunció el Gobierno”, dice Ignacio Labaqui (UCA y UCEMA).

Un tema importante es que las medidas cuidan la base electoral albertista: los amplios sectores bajos. Una “traición” podría haber sido costosa, pero Fernández evitó eso. Además, también dio señales a los gremios (con la doble indemnización), pondrá foco en la lucha contra el hambre y ya incorporó la expresión “economía popular” a su léxico.

“A grandes rasgos no se trata de medidas que impacten a la base electoral del Frente de Todos. Más bien la solidaridad parece un eufemismo, una narrativa hábil, para transferir recursos de la base de votantes de Juntos por el Cambio hacia los votantes del Frente de Todos”, dice un analista que solicita off the record.

Desde Real Time Data, el analista Nicolás Solari destaca ese punto y suma la cuestión del timing. “Las medidas anunciadas por Fernández no sorprenden ni en su timing ni en su contenido. Este es, para Fernández, el momento de tomar las medidas más polémicas y que más resistencia pueden generar. Después puede ser tarde. El contenido de los anuncios está en línea con la propuesta explicitada por el equipo de Fernández durante la campaña y, como era de esperarse, afectan a la sectores de ingresos medios y altos y no perjudican al grueso de su base electoral”, dice Solari ante El Economista.

Sobre el timing, Labaqui dice: “Es claro que si hay que hacer un ajuste es mejor hacerlo al comienzo del mandato cuando uno tiene poder político y legitimidad, que hacerlo a pocos meses de una elección”, dice Labaqui.

Allí Fernández tiene buenos activos. “El peronismo controla casi todas las provincias, tiene una confortable mayoría en la Cámara Baja y está a pocas bancas del quórum propio en la Cámara Baja. Además, tiene de aliados a los movimientos sociales y a los sindicatos. A la vez, tiene un tema urgente a resolver que es la renegociación de la deuda. A su favor, el traspaso presidencial se dio en el contexto de una crisis expuesta, que justifica medidas duras, que lo son sobre todo para quienes no son su base de votantes”, agrega Labaqui.

También suma su visión el analista Lucio Guberman. “La reacción positiva de los mercados tiene que ver con la responsabilidad que asumió el nuevo Gobierno en no prometer o definir la fórmula previsional hasta que no se renegocie la deuda”, dice. “Es un paquete sofisticado e integral que generar más predisposición en los inversores y da la sensación de que la economía está en manos de gente que sabe y es apta”, agrega.

Por último, dijo: “Me parece apropiado haberlo anunciado pronto y en su conjunto, si no hubiera dado la sensación de que era una improvisación. La suba de impuestos es importante, pero no llega a niveles confiscatorios y varios saben que podría haber sido peor. La base electoral albertista está menos preocupada por el 'dólar turista' que porque la economía reactive. Por eso, me parece que el plan integral cuida su base electoral, desde ya, pero tampoco es que ataca a los demás. Es un plan equilibrado”.

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