Con 452,9 estudiantes universitarios cada 10.000 habitantes, Argentina supera ostensiblemente a Brasil, que sólo llega a 395,9 alumnos de universidades en idéntica proporción de personas. Pero, paradójicamente, con 57,3 graduados universitarios cada 10.000 habitantes, Brasil duplica a nuestro país, que apenas llega a 28,2 profesionales por esa misma cantidad de pobladores.
Así lo destaca el más reciente informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, utilizando las últimas informaciones disponibles que datan de 2017. Pero, además, nuestro socio del Mercosur también cuenta con mejores indicadores que Argentina en materia de crecimiento de la graduación universitaria. De hecho, el alza en el número de graduados llegó a 60,3% en Argentina y a 125,4% en Brasil.
Lo propio ocurre a la hora de contabilizar los graduados por cada 100 ingresantes a la universidad, con 57,3 en el caso brasileño versus 28,2 en el argentino. Y también al medir la cantidad graduados por cada 100 estudiantes universitarios, con 14,5 en Brasil versus 6,2 en nuestro país.
“La aplicación de exámenes de conocimientos al finalizar el ciclo secundario es la que promueve la graduación universitaria. De hecho, Brasil tiene un régimen de ingreso 'restrictivo', pero su graduación universitaria no sólo es más alta que la nuestra, sino que además esta brecha se amplía año tras año, porque el ritmo de aumento anual de la graduación universitaria es mayor”, subraya Alieto Guadagni, director del CEA.
“En verdad, no hay mayor 'restricción' que la falta de estímulos a la dedicación al estudio en la escuela secundaria, ya que lo que no se estudia como corresponde en esa instancia resulta muy difícil de recuperar en la universidad. Si bien no existen 'restricciones' para el ingreso a nuestras universidades, porque así lo dispone la ley 27.204, el abandono y la deserción son muy elevados, ya que, de cada 100 estudiantes que ingresan a todo el sistema universitario argentino, casi 70 no concluyen sus estudios”, continúa.
“La ausencia de exámenes a la finalización del ciclo secundario es una clara desventaja para nuestros alumnos secundarios, ya que deteriora el proceso de estudio en dicha escuela. En este siglo XXI, una nación no puede asegurar su crecimiento económico y desarrollo tecnológico sin una significativa graduación universitaria de su población. Si seguimos como hasta ahora, continuaremos comprometiendo aún más el futuro de nuestros adolescentes”, completa Guadagni.
