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Tasa de inflación, ¿calma transitoria o permanente?

Frente a un cambio de Gobierno y un potencial Consejo Económico y Social para fortalecer instrumentos de control directo o indirecto de precios, hay incentivos a remarcaciones de precios antes del 10D, que probablemente tengan mayor impacto en el IPC de diciembre.

Héctor Rubini 14 noviembre de 2019

Por Héctor Rubini Economista de la Universidad del Salvador (USAL)

Las expectativas de inflación se mantienen algo aplacadas, pero todavía sin elementos objetivos para imaginar siquiera una estabilización sostenible de la inflación. Para hoy se espera que el Indec informe una inflación inferior a la de septiembre. El último Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA muestra en octubre una mediana de 4,2% para la inflación mensual y 55,6% para la interanual.

En el caso de la inflación del mes pasado, los 35 participantes del sector privado al BCRA han informado estimaciones en un rango que va desde el valor más optimista de 3,6%, hasta el extremo más pesimista de 6%. Una dispersión apreciable, fruto inevitable de la incertidumbre respecto de las remarcaciones de precios antes de las elecciones presidenciales, pero también sobre el futuro poselectoral. En general se espera que el guarismo del Indec a difundirse hoy refleje un fuerte aumento en los precios de alimentos frescos, y en particular de frutas y verduras. Probablemente se observe

cierta dispersión apreciable en términos regionales.

Algunas consultoras prevén un sendero declinante de la inflación hasta fin de año y otras uno ascendente. La discrepancia resulta de las estimaciones sobre la incidencia de varios factores que tornan por ahora bastante difícil prever. Habrá aumento de precios regulados como los de las cuotas de medicina prepaga a más tardar en la primera quincena de diciembre, y ayer dejó de tener vigencia el congelamiento de precios de combustibles por noventa días dispuesto luego de la corrida cambiaria posterior a las PASO.

Si bien se espera para diciembre (antes del fin de la gestión de Mauricio Macri) un incremento de 6% en los precios de los combustibles, no se descarta un incremento previo entre 4% y 5%. Si bien el potencial impacto sobre precios se ve atenuado por la transitoria estabilidad cambiaria luego de las elecciones presidenciales, no es de descartar comportamientos anticipatorios de mayoristas y minoristas. Frente a un cambio de Gobierno y potencial constitución de un Consejo Económico y Social para fortalecer instrumentos de control directo o indirecto de precios, hay incentivos a remarcaciones de precios antes del 10 de diciembre, que probablemente tengan mayor impacto en el IPC de diciembre.

Si la dinámica de la inflación se modificará o no a partir de diciembre es por ahora una de las grandes incógnitas atadas a la falta de noticias sobre la composición del equipo económico de la próxima administración. Todo parece indicar que confluyen algunas fuerzas relativamente complementarias y otras no tanto que tornan algo complejo (y no muy creíble) imaginar que un Consejo Económico y Social sea suficiente, per se, para estabilizar precios de manera permanente.

Las declaraciones de los potenciales funcionarios de las últimas semanas convergen a varios elementos que prenuncian un cambio fundamental respecto de las políticas aplicadas en la gestión de Macri: a) fortalecimiento de controles de

precios y programas de acuerdos de precios por parte de la Secretaría de Comercio, b) mantenimiento y probable profundización de controles de cambio y a los movimientos de capitales, c) búsqueda de alguna forma de baja de tasas de interés, sea vía política monetaria, o a través de la banca pública bajo control de la nueva administración (Banco Nación y Banco Provincia), d) alguna forma de tregua salarial, al menos hasta el inicio de las próximas paritarias, e) desdolarización parcial (de mínima) de tarifas públicas y eventualmente combustibles, f) un cambio en el esquema de retenciones a las exportaciones, con un giro hacia mayores alícuotas sobre bienes de origen agropecuario.

Los desafíos a futuro no son pocos y no es claro que sean sostenibles en el tiempo en caso de aplicarse. En particular, si se retorna al mecanismo de controles del período 2011-2015 emergen no pocos interrogantes respecto de su sustentabilidad y si, en caso de revertirse la contracción del déficit fiscal primario de los últimos trimestres, se optará por mayor emisión monetaria para financiar el desequilibrio de las cuentas fiscales. Una exministra ha manifestado esta semana que algunos potenciales funcionarios no tienen prurito en usar “la maquinita” de emitir eventualmente sin límite alguno.

Habrá que ver si la próxima administración optará por una alternativa en ese sentido, coherente con cierta creencia de que la inflación es un fenómeno resultante sólo de pujas distributivas y que los desequilibrios fiscales, su financiamiento monetario y las expectativas y la credibilidad o no en las políticas públicas no cuentan. Habrá que esperar. Mientras tanto, la incertidumbre para después del 10 de diciembre sigue sin aclararse y, bajo tales condiciones, no va a cambiar sustancialmente el deprimente escenario de recesión e inflación que en principio se mantendría sin cambios al menos hasta el primer trimestre del año próximo.

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