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En la región, dos más dos no siempre son cuatro

12 noviembre de 2019

Por Sandra Choroszczucha Politóloga y profesora de FSOC-UBA

Supongamos que un vendedor de flores escandinavo, que no conoce nada sobre los asuntos latinoamericanos, mira el noticiero desde su puesto de flores y escucha que en Bolivia hubo un golpe de Estado. Supongamos que, al día siguiente, se acerca un turista boliviano, de profesión periodista, a comprarle flores al florista escandinavo. Y supongamos además que el periodista boliviano no simpatiza con ninguna de las dos fuerzas que podían salir vencedoras en las elecciones, ni con el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales ni con Comunidad Ciudadana (CC) de Carlos Mesa.

El florista escandinavo le pregunta al periodista boliviano, ¿qué pasó en Bolivia? ¿Hubo un golpe de Estado?

Lo primero que el periodista responde para relatar la real sucesión de los acontecimientos es que tanto el Gobierno boliviano como la oposición y demás fuerzas políticas habían aceptado que la Organización de Estados Americanos (OEA) se comportara como el organismo encargado de observar las regularidades o irregularidades en torno a la contienda electoral boliviana. Frente a la enorme tensión social y política que viene sufriendo Bolivia, esa decisión parecía ser unánime, para poder garantizar un mayor orden y control en una elección que se presentaba desprolija, reñida y hostil.

Lo segundo que le relató el periodista al florista escandinavo es que el mecanismo de medición continua de los resultados electorales en Bolivia se denomina Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares y que este sistema arrojó, con el 83% de los votos escrutados, que el actual Presidente, que gobierna desde enero de 2006, venía obteniendo hasta el momento el 45,28% de los votos frente a 38,16% del candidato opositor, Carlos Mesa.

Continúa relatando el periodista boliviano como, de pronto, el Sistema de Transmisión de Resultados Preliminares se vio interrumpido por un apagón que duró casi un día y, cuando retornó la luz, la tendencia marcaba más de diez puntos de diferencia a favor del oficialista Morales. Así, los cómputos finales publicados confirmaban que Morales obtenía 47,08% de los votos frente al 36,51% obtenido por Mesa, lo que consagraba como ganador a Morales en una primera vuelta electoral por una diferencia de 10,57 puntos. Con 40% de los votos y diez puntos de diferencia frente al segundo candidato, la llegada a la Presidencia está asegurada en Bolivia. Y así Morales volvía a ganar, por cuarta vez.

En América Latina, muchas veces dos más dos no son cuatro y los “héroes y villanos” se entreveran en un limbo confuso, en nombre de la democracia, pero atentando contra ella.

El florista escandinavo se sorprendió por un dato más y preguntó por qué el presidente de Bolivia era elegido por cuarta vez. El periodista boliviano le respondió que a pesar de que la Constitución promulagada en 2009 por el mismo Morales limitaba la reelección a dos mandatos, ciertos artilugios constitucionales inteligentemente argumentados, llevaron a interpretar que Morales podía ser reelegido no dos sino tres veces. Pero prosiguió explicando el periodista boliviano como un referéndum, celebrado el 21 de febrero de 2016, le negó la posibilidad a Morales de presentarse para un cuarto mandato electoral.

Sin embargo, el periodista terminó de contarle al florista que, a pesar del límite a una cuarta reelección, el oficialismo acudió al Tribunal Constitucional de Bolivia para interponer un recurso bajo la caratula de que poner un límite a una nueva reelección de Morales atentaba contra los derechos del presidente de Bolivia. Y sorprendentemente, o no tanto, los magistrados del tribunal atendieron el reclamo y fallaron a favor de Morales para permitirle su cuarta reelección.

El florista escandinavo no comprendió demasiado cómo era posible tal aprobación, luego de que un referéndum había dicho “no” a la reelección indefinida.

De todos modos, éste continuó interesado en comprender por qué se habla de un golpe de Estado en Bolivia. Así, el periodista prosiguió relatando como tras el largo apagón repentino, que cambió sustantivamente la tendencia del voto, se sumó un descubrimiento por parte de los auditores de la OEA de que uno de los servidores del sistema de medición no se utilizó correctamente. Otra irregularidad constatada fue que los datos que arrojaba el sistema fueron desviados a un servidor por fuera de la red oficial. Por último, tampoco resultaba claro y confiable la ausencia absoluta de documentos que dieran cuenta de la interrupción del Sistema de Trasmisión de Resultados Preliminares. Por tal motivo, continuó el periodista boliviano, la conclusión de los encargados de controlar la transparencia en el funcionamiento de los comicios, objetaron una “clara manipulación que afectó tanto a los resultados de dicho sistema, como los del cómputo final”.

El florista escandinavo le preguntó al periodista boliviano si, frente a tales irregularidades, las autoridades de la OEA dieron ganador al opositor Mesa. Y el periodista respondió que no, en absoluto. A continuación, le aclaró al florista confundido que lo que ocurrió tras las irregularidades observadas por el equipo de auditores de la OEA fue que el secretario general de dicha organización pidió la anulación de los comicios últimos del 20 de octubre y definió que deberían repetirse las elecciones.

El periodista terminó de relatarle al florista que, tras la crisis de gobernabilidad más seria que tuvo que atravesar Morales como Presidente, el domingo último, presionado por los acontecimientos, éste convocó finalmente al pedido de nuevas elecciones.

Sin embargo, en las horas que continuaron, el líder oficialista sufrió intempestivamente el embate de miles de personas que exigieron su renuncia en las calles de La Paz, donde no cesaban los disturbios y protestas reclamando que renuncie a su cuarto mandato, considerado inconstitucional, y haciéndolo responsable de las graves irregularidades electorales que no permitieron el correcto funcionamiento de los comicios. Mientras, las Fuerzas Armadas y la Policía le retiraron su apoyo a Morales, pidiéndole que renunciara a su candidatura “por el bien de Bolivia” y demandando “al pueblo boliviano y sectores movilizados a deponer actitudes de violencia”.

La confusión del florista escandinavo era tal, mientras reflexionaba sobre las sucesivas acciones antidemocráticas por parte del presidente Morales, que no respetó la Constitución por años para “perpetuarse” en el poder y parecía involucrado en acciones recientes de fraude, mientras gran parte de la ciudadanía protestaba en las calles pidiendo que Morales renuncie a su candidatura, y frente a peligrosas amenazas antidemocráticas por parte de las Fuerzas Armadas y la Policía, exigiendo la renuncia de un Presidente con mandato hasta 2020. El periodista boliviano intentó explicarle al florista escandinavo que, en América Latina, muchas veces dos más dos no son cuatro, y que los “héroes y villanos” se entreveran en un limbo confuso, en nombre de la democracia, pero atentando contra ella.

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