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El capitalismo de plataformas y sus descontentos

Pablo Maas 27 noviembre de 2019

Por Pablo Maas

La empresa de transporte más grande del mundo no garantiza adecuadamente la seguridad de sus pasajeros. La empresa más valiosa del mundo por capitalización de mercado paga salarios por debajo del límite vital. Uber y Amazon, de ellas se trata, volvieron a ponerse esta semana en la mira de reguladores estatales y organizaciones de la sociedad civil, descontentos con el avance arrollador del “capitalismo de plataformas” del cual ambas compañías son de los mayores exponentes.

Las críticas y resistencias a la disrupción tecnológica liderada por gigantes mundiales de la talla de Google, Amazon, Facebook y Apple, que los europeos resumen bajo la sigla GAFA, se están multiplicando y cobran nuevas dimensiones en la medida en que salen a la luz mayores evidencias de monopolización, políticas de precios predatorios y otras prácticas anticompetitivas, violaciones a la privacidad, difusión de noticias falsas y creciente vigilancia y control de las ciudadanías a través de las plataformas. Lejos de sus comienzos románticos como emprendimientos simpáticos que venían a mejorar la vida de la gente, estimular la circulación horizontal de la información y mejorar la transparencia, las Big Tech son hoy para muchos críticos una de las mayores amenazas para el normal funcionamiento de las economías e incluso de las democracias.

El lunes, Transport for London (TfL), el organismo público a cargo de la regulación del transporte en la capital británica, le quitó a Uber, posiblemente en forma definitiva, su licencia para operar en uno de sus mercados más lucrativos. Aduciendo continuas preocupaciones por la seguridad de los pasajeros y de la propia aplicación, TfL dijo que Uber no es “apta y adecuada” para operar en la ciudad. Hace dos años, Uber obtuvo un período de gracia de quince meses para solucionar sus problemas de seguridad. Vencido el plazo, consiguió otros sesenta días de forma excepcional para que siguiese trabajando en las mejoras necesarias, como la comprobación de antecedentes de los conductores o el seguimiento de los viajes en tiempo real. Pero los progresos realizados no contentaron al organismo de transportes, especialmente tras descubrir que se realizaron más de 14.000 viajes en los que el conductor no era el mismo que contrataba el cliente.

Londres, con 3,5 millones de usuarios y 45.000 conductores, es uno de los cinco mayores mercados para Uber, que factura en la ciudad cerca de US$ 3.000 millones al año. La decisión promete ser altamente impopular para los miles de londinenses que se trasladan diariamente en forma fácil y a menor costo que en los tradicionales taxis negros. La compañía rechazó la medida y anunció que la apelará. En un editorial, el Financial Times se mostró de acuerdo con la decisión oficial. “TfL debe mantenerse firme. La seguridad de los pasajeros es primordial”. Según el diario financiero británico, este último incidente pone de manifiesto el tipo de desafíos que enfrentan las empresas globales de tecnología para adaptarse a las regulaciones locales. “Uber debe aprovechar el tiempo que le queda para utilizar su indudable destreza tecnológica para responder a ellas”, agregó.

Mientras tanto, y en el otro lado del mundo, en el sur de California, se anunció el martes la formación de una coalición de organizaciones de base de la sociedad civil para salir al cruce de Amazon y lo que consideran su crecimiento desmedido. El lanzamiento de Athena, tal el nombre de la coalición, fue anunciada con gran despliegue por The New York Times, que informó que será en parte financiada por Open Society, la ONG que impulsa George Soros.

“Nos estamos uniendo para detener el creciente poder de Amazon sobre nuestra sociedad y nuestra economía. Vamos a escribir nuevas reglas para que nuestra economía ponga primero a la gente, nuestros funcionarios públicos aseguren que ninguna corporación está por encima de la ley o sea demasiado grande para gobernar y que nuestra democracia, finalmente, nos represente a todos”, dice el manifiesto

El informe del Times señala que Amazon, al igual que Facebook, Apple y Google, han atraído durante este año la atención de los reguladores de Washington, los fiscales generales de casi todos los estados y varios dirigentes políticos. “La cuestión central que se preguntan es: cuando una plataforma tecnológica se transforma en algo tan grande y poderoso que llega a perjudicar a la sociedad a la que alguna vez deslumbró”.

Amazon contrató a 97.000 empleados durante el último verano del hemisferio norte. Este año terminará con ventas por US$ 238.000 millones y 750.000 empleados. Su valor en la Bolsa de Nueva York alcanza a US$ 900.000 millones y en algunos momentos coquetea con una capitalización récord de un billón (trillon, en inglés) de dólares, la más alta para cualquier compañía en la historia.

Pero a pesar de su poder y enorme riqueza, Amazon puede pagar salarios que están por debajo del límite de subsistencia, denuncian sus críticos. El martes, y coincidentemente con el lanzamiento de Athena, un centro de estudios económicos de Los Angeles, Economic Roundtable, publicó un detallado informe sobre los negocios de Amazon en cuatro condados del sur de California. El informe es particularmente crítico de la red logística del gigante de Seattle y de las duras condiciones de trabajo en los depósitos de mercadería, que emplean mayoritariamente a latinos. “El trabajador típico tuvo un ingreso anual total en 2017 de US$ 20.585, lo que es poco más de la mitad del salario básico de subsistencia?Por cada dólar en salarios pagados por Amazon, los trabajadores de los almacenes reciben US$ 0,24 en beneficios de la asistencia pública”, principalmente en subsidios al seguro de salud. El informe enfatiza las amenazas de una operación como la de Amazon, que además de crear empleos, destruye otros en el comercio tradicional e impone costos sobre la infraestructura de caminos, aeropuertos (Amazon tiene una flota de 90 aviones de carga) y el medio ambiente.

Dado el tamaño colosal de Amazon, dice una activista citada en el artículo de The New York Times, “esto promete ser una lucha de David contra Goliat”.

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