Alemania creció 0,1% en el tercer trimestre del año y por lo tanto no sumó dos trimestres de caída que hubieran significado estar en recesión. La mayoría de los analistas esperaban otra baja de - 0,1% como en el segundo cuarto del año. De todas maneras, había coincidencia, en que de haberse dado esa recesión técnica, sería breve porque se observan datos positivos en este último trimestre.
El incremento de consumo, tanto el de los hogares como el del Gobierno, hizo el mayor aporte para impulsar la economía en el tercer trimestre. Con relación al mismo período del año anterior, la suba del PIB fue 1%.
El sector industrial tiene un gran peso en la economía alemana y su desempeño negativo en los últimos meses había generado preocupación por su probable expansión hacia otras actividades. De todas maneras, en la medida en que haya avances concretos en las negociaciones entre Estados Unidos y China, el dinamismo del comercio mundial puede recuperarse favoreciendo a las exportaciones germanas que también se verían beneficiadas por un Brexit ordenado ya que el Reino Unido es el destino del 6% de ellas. Los últimos datos ya muestran un cambio positivo en ese sentido.
El mejor clima global es lo que explica el mayor optimismo que hay entre los inversores alemanes como lo demuestra la última encuesta del instituto ZEW. Se han disipado los temores a una recesión en el corto plazo aunque la tasa de crecimiento, y por la tanto la de toda la zona euro, seguirá siendo baja.
La leve suba del PIB y haber esquivado la recesión, hacen todavía menos probable que el gobierno ponga en marcha medidas de estímulo fiscal para impulsar la economía como le pide el Banco Central Europeo liderado por Christine Lagarde. Ni Angela Merkel ni el Bundesbank creen que son necesarias y entienden que los últimos datos económicos les dan la razón.
