Luego de haber tenido una “cita formidable” con el presidente Andrés Manuel López Obrador, Alberto Fernández se reunió anteanoche con los más importantes empresarios de México, disertó ayer sobre los desafíos de América Latina en el Antiguo Colegio de San Ildefonso de la UNAM y se reunió por la tarde con el expresidente ecuatoriano Rafael Correa, de paso por el Distrito Federal. Relación bilateral, inversiones posibles y geopolítica, las clave de la visita del Presidente electo de Argentina en su primer viaje al exterior luego de ganar las elecciones generales del 27 de octubre.
Fernández busca en México un aliado de peso en la región y López Obrador parece el indicado, por la dimensión de la economía del país que preside y por la impronta progresista que le dio a su primer año de gestión. Sobre todo, en términos de política exterior. Carnes, autos y relaciones bilaterales formaron parte de la agenda del primer encuentro entre ambos. Pero también sobre la situación en Venezuela (AMLO, como lo conoce la prensa local, levanta la bandera de la no intervención militar), la generación de un polo progresista con el Grupo Puebla y la crisis en varios países, con el caso de Chile como paradigmático.
“Vamos a hablar de la integración latinoamericana, del Grupo Puebla y de varios temas con todo lo que está pasando en la región”, le dijo al enviado del diario Clarín antes de la reunión. Y agregó: “¡Cómo no voy a estar contento con el triunfo de Alberto! Su triunfo fue maravilloso y nos da una gran esperanza”. “Es un vendaval de esperanza”, le dijo Correa al enviado de Página 12 sobre el triunfo electoral de Fernández. “Es la vuelta de una Argentina digna y soberana”, destacó.
“¡Cómo no voy a estar contento con el triunfo de Alberto! Su triunfo nos da una gran esperanza”, dijo Correa ayer en México.
Correa grabó una entrevista con el Presidente argentino en el hotel Camino Real de la capital mexicana, donde ambos se hospedan. Correa formó parte del núcleo de mandatarios del bloque progresista de la segunda década del siglo y uno de los impulsores de Unasur. Además tuvo una buena relación con Néstor y Cristina Kirchner. Ya en el llano, eligió el exilio político denunciado ante la Justicia y en confrontación abierta con su sucesor Lenin Moreno, a quien había elegido para continuar con su “revolución ciudadana”. Hoy Correa intenta recuperar terreno en la política local luego de las revueltas del mes pasado en su país y volver a tejer alianzas en términos regionales. De ahí la buena recepción del triunfo de la fórmula Fernández-Fernández del Frente de Todos.
“Lo que está pasando con Lula y Correa es imperdonable. Lo que está pasando Cristina Kirchner ha sido una persecución sistemática que construyó teorías políticas para favorecer su procesamiento”, había afirmado Alberto Fernández durante una charla en el Congreso de los Diputados de Madrid, en septiembre pasado.
El capítulo negocios e inversiones, como se dijo, también estuvo presente. “Ayer (por anteayer) me reuní con Carlos Slim y otros empresarios mexicanos que tienen inversiones en Argentina. Les anticipé la situación crítica que deja el macrismo y nuestra decisión de revertir ese cuadro. Todos me expresaron su confianza y su compromiso de seguir invirtiendo en el país”, sostuvo Fernández por las redes sociales.
En la cena participaron varios de los empresarios más poderosos de México. Entre ellos, del grupo FEMSA, fuerte en la industria de las bebidas, y en el sector gastronómico; Bimbo, ya con presencia en Argentina; TV Azteca, una de las dos cadenas televisivas más importantes del país; Cemex, la principal cementera; y del Grupo Bal, con inversiones diversificadas en metalurgia, agroindustria, medicina y el sector financiero. Por cierto, además de Slim, de América Móvil.
