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Una (posible) larga travesía de más de 40 días hasta el 10-D

24 octubre de 2019

Alberto Fernández, sintiéndose ya ganador, le pidió a Mauricio Macri que no reaccione como lo hizo luego de las primarias permitiendo que el dólar se disparase, dándole un nuevo impulso a la inflación. En el oficialismo sostienen que luego del sorpresivo resultado electoral no tenía sentido intentar frenar una corrida, pero para la oposición fue una forma de castigar a los votantes.

Ahora, a medida que se acerca la jornada poselectoral del lunes 28, Fernández sostiene que espera que la respuesta sea otra. Esto quiere decir que el BCRA debe intervenir para que el dólar no se dispare. Ese reclamo, sin embargo, se contrapone, en principio, con otro que es el de cuidar las reservas, que han venido cayendo de manera acelerada desde las primarias para no encontrar vacías las arcas de Reconquista 266 el 10 de diciembre.

Muchos analistas sostienen que la única manera de superar esa aparente contradicción es estableciendo un cepo mucho más abarcativo y riguroso que el actual. El problema de esa alternativa es que Macri la desecha porque la considera negativa desde el punto de vista económico y arguye que constituiría una derrota política porque fue una de las medidas que más criticó del Gobierno anterior.

Massa propuso que en caso de que gane el FdT, el actual Gobierno y el próximo deben trabajar en un traspaso ordenado.

En ese contexto, Sergio Massa propuso que, en caso de que ganara el Frente de Todos, los representantes del actual Gobierno y del próximo deben trabajar en un traspaso ordenado del poder. “Que arme un equipo de transición”, le pidió al Presidente. La idea de acordar una serie de medidas para los 43 días que transcurrirán entre las elecciones y la asunción del nuevo Gobierno. En 30 de ellos funcionarán los mercados. El tema de las reservas y la intervención del BCRA en el mercado cambiario serán centrales en la transición y deberían ser motivo de algún tipo de acuerdo entre el Gobierno saliente y el entrante. En caso de diferencias, que las puede haber porque los objetivos de unos y de otros pueden no coincidir, debería privilegiarse la posición de los que llegan. Los primeros querrán terminar sin sobresaltos, pero sin que ello implique tomar medidas que no les gustan. ¿Podrán? Los segundos pretenderán no pagar de entrada el costo de eventuales medidas antipáticas y llegar con cierto margen de maniobra. Pero sin acuerdo, esos 43 días pueden ser muy duros para el país.

Otra cuestión relevante es la relación con el FMI pero, en ese caso, la responsabilidad recae exclusivamente en cabeza del nuevo Gobierno ya que el organismo quiere conocer su programa económico para, a partir de allí, encarar la relación.

El lunes 28 habrá dos ventajas con relación a la situación actual: habrá un Presidente electo y, si se confirman los resultados de las primarias, no habrá sorpresas ni reacciones extemporáneas. Son datos que ayudan a una transición concertada si hay voluntad política para que así sea. Puede ser también una oportunidad para el Presidente electo para empezar a dar señales a, cuanto menos, un tercio del electorado que observa con preocupación el retorno del peronismo al poder. Y no es un tercio cualquiera porque forman parte de él los que mueve a los mercados.

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