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Ningún país se escapa de la globalización

En esta época, también la economía de Estados Unidos siente las consecuencias de todo lo que ocurre fuera de sus fronteras

03 octubre de 2019

El desempeño de la economía de Estados Unidos y las decisiones que allí se toman influyen, y mucho, sobre el resto de los países. Siempre fue así y lo seguirá siendo. Pero también está claro que lo mismo ocurre ahora en sentido inverso como señala Greg Ip en un artículo publicado ayer en The Wall Street Journal, porque cada vez más lo que pasa en los demás países afecta a la economía estadounidense.

Este año se observa una desaceleración en el nivel de actividad en Estados Unidos y probablemente el PIB crezca un punto menos que en 2018. La razón de esa performance no debe buscarse sólo en factores internos sino el impacto que producen las dificultades que atraviesan varios países como China y Alemania porque siquiera el país más poderoso es inmune a lo que acontece más allá de sus fronteras.

Eso es así por varias razones. En primer lugar porque su participación en el PIB global es ahora menor que en el pasado y en segundo, porque las exportaciones tienen un peso mayor en su economía. Un tercer elemento es que la explotación no convencional de energía se convirtió en uno de los motores de la inversión pero está muy sujeta a lo que ocurra con el precio del petróleo que está determinado por el crecimiento global y decisiones políticas de otros gobiernos.

También se observa lo mismo en el caso de la política monetaria advierte Ip en su nota. En la medida en que los bancos centrales de muchos países bajan las tasas de interés para reactivar sus economías, debilitan a sus monedas y producen una suba del dólar que le resta competitividad a las exportaciones estadounidenses.

La estrategia de confrontación que puso en marcha Donald Trump no tuvo el efecto deseado destaca Ip. Partía del supuesto que la suba de aranceles provocaría que algunas empresas volviesen a radicar muchas de sus actividades en Estados Unidos, y que en un escenario de conflicto, el resto de los países sufrirían como consecuencia que dependen mucho de sus ventas al mercado estadounidense y eso los obligaría a negociar en condiciones desventajosas. Pero la cosas no funcionaron de ese modo y se desató una guerra comercial que provocó una desaceleración de la economía mundial que terminará afectando también a Estados Unidos. La buena noticia es que hay negociaciones en marcha. Pero también hay riesgos, porque si la economía de la zona euro no se reactiva, y dado que el BCE está agotando sus municiones y los gobiernos no quieren poner en marcha políticas fiscales más expansivas, se puede elegir como alternativa debilitar aún más el euro para incrementar las exportaciones. La contracara será un mayor fortalecimiento del dólar que equivale a que Estados Unidos importe deflación del resto del mundo al abaratar los productos importados para el consumidor estadounidense. La Reserva Federal podría contrarrestar las presiones deflacionistas bajando las tasas de interés. Ese escenario será muy tenido en cuenta por la Fed cuando se reúna a fin de mes, anticipa Ip.

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