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Las tareas para un boom exportador (no todo pasa por el dólar)

30 octubre de 2019

“Hay un relativo consenso sobre que Argentina debe exportar más, aunque no es tan claro que haya un acuerdo sobre qué debe hacerse para logarlo”, dijo Marcelo Elizondo en nuevo informe, difundido ayer. También se podría decir que no está tan claro que se tolere lo que hay que hacer para reanimar las escuálidas exportaciones de Argentina. Hasta septiembre, Argentina exportó por US$ 47.959 millones. Poco, y más teniendo en cuenta el salto del dólar desde abril de 2018 y la recesión. Si el complejo exportador (tanto el activo como el potencial) no reaccionó a esos estímulos, ¿qué debe hacerse?

Estabilidad macro. “El comercio exterior supone para las empresas negocios a mediano o largo plazo y el ambiente macroeconómico debe ser estable”, dice Elizondo. No vale tener una inflación baja o un tipo de cambio alto por algunos meses. Ambos requisitos deben mantenerse en el tiempo para que surtan efectos. Hay que pensar, dice Elizondo, en las condiciones de producción que tienen las empresas de otros países.

Competitividad. En el Global Competitiveness Index de 2019, el Foro Económico Mundial colocó a Argentina en el puesto 83 entre 141 países. “Diversos items de la competitividad sistémica deberán ser revisados y mejorados para un soporte exportador y, como se observa, el soporte competitivo requiere una mejora múltiple”, dice Elizondo. Argentina aparece mal calificada en rubros relevantes como independencia judicial, eficiencia del sistema regulatorio, eficiencia en la resolución de disputas, incidencia de la corrupción, estabilidad política, sistemas de transporte (especialmente trenes), conectividad a líneas de transporte y carga, estabilidad macroeconómica, sistema impositivo, régimen de subsidios y de competencia, tarifas a la importación, eficiencia en servicios prestados por el Estado, calidad del mercado laboral, sistema financiero, regulaciones administrativas, e investigación y desarrollo.

Financiamiento. Las empresas de Argentina carecen de acceso a financiamiento que permita activar o mejorar su capacidad productiva. “El crédito doméstico al sector privado en el mundo equivale al 129% del PIB mundial y, en Argentina, fue de solo 16% en 2018 y en 2019 será menor aún”, dice Elizondo. “Sin financiamiento la competencia en mercados externos es extremadamente compleja; y las mejoras generales esperadas (que desde la normalidad macroeconómica permitan una salto cualitativo en el mercados de capitales o en el sistema bancario, hasta en las relaciones financieras externas que favorezcan el acceso a fuentes extranjeras) deben acompañarse de saltos de calidad específicos en el sistema para acompañar empresas”, agrega Elizondo.

En el ranking global de exportadores, Argentina se ubica en el puesto 48° y sus exportaciones son apenas 0,3% del total mundial.

Los impuestos. En el mundo, las condiciones impositivas son determinantes para las empresas que deben competir más allá de sus fronteras. Según PWC, en un análisis que efectúa sobre la facilidad de pago de impuestos y otros indicadores, Argentina está ubicada en el lugar 169 en el planeta (esto es, dentro de las 25 peores en la materia) con impuestos totales y tasa de contribución de 106% de utilidades para empresas y un tiempo para cumplir obligaciones impositivas de 312 horas. Esto agrava las cosas todavía más porque hay una competencia en el mundo para cobrar menos impuestos a las compañías.

Al margen de la ley. “Los negocios se basan en contratos y ese es el principal instrumento para encaminar acciones económicas”, dice Elizondo. ¿Y por casa cómo andamos? En el World Justice Project, se efectúa anualmente el índice mundial de seguridad jurídica (Rule of Law Index). Argentina está apenas en el lugar 46 del mundo (2018), en el que comparte la zona del ranking con Botswana, Ghana, Jordania, Dominica, Jamaica, Senegal, Mongolia Bosnia, Malawi y Sri Lanka, entre otros.

Invertir más. “Argentina no solo tiene una baja sino una decreciente tasa de inversión que afecta su capacidad de adaptación productiva internacional”, dice Elizondo. Invertir más es necesario para ampliar la oferta exportable sino para que tenga más calidad.

Mejores accesos. Argentina, dice Elizondo, no participa de demasiados acuerdos relevantes, con la excepción del Mercosur y acuerdos bilaterales en América Latina, surgidos del marco de Aladi. En otras palabras, la tasa arancelaria promedio que paga Argentina en el acceso a mercados externos en más alta que la de sus competidores principales. En sentido inverso, tiene uno de los aranceles más altos del mundo para importar. Como se sabe, para poder exportar, también es necesario importar.

Pocas cadenas. El 75% del total de las exportaciones mundiales ocurre dentro de lo que se conoce como cadenas globales de valor (CGV), algo que el BID llama “fábricas sincronizadas”. Sin embargo, solo el 38% del comercio exterior de Argentina se vincula con las CGV, lo que le confiere a ese comercio exterior una infracalifación para la integración de sus empresas en estas arquitecturas vinculares productivas transfronterizas.

Pocas “multis”. Argentina tiene poca internacionalización de sus empresas. Se cuentan con el dedo de la mano las que pisan fuerte más allá de las fronteras nacionales. “Y con pocas empresas internacionales la evidencia muestra que hay más dificultades para el acceso a comercio al internacional. Hay más comercio donde hay más flujos de inversión externa”, dice Elizondo.

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