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La experiencia de China con su Banco de Desarrollo y las lecciones para Argentina

La necesidad de financiar obras de infraestructura justifica la necesidad de tener entidades públicas adecuadamente fondeadas. En Argentina, ese papel lo podría desempeñar el todavía minúsculo Banco de Inversión y Comercio Exterior.

17 octubre de 2019

Por Alfredo Schclarek Curutchet Investigador CONICET; Profesor UNC; Actualmente es Investigador Visitante de la Universidad de Pekín, financiado por la Ford Foundation para dirigir un proyecto de investigación sobre bancos de desarrollo

Un fenómeno bien conocido de China es su impresionante ascenso económico que en un par de décadas la ha llevado a convertirse en la segunda economía del mundo. Más aun, con la reciente guerra comercial entre Estados Unidos y China, también se ha difundido ampliamente que las empresas chinas de alta tecnología, como Huawei, están compitiendo de igual a igual con empresas de alta tecnología de Estados Unidos y Europa. Sin embargo, lo que es menos conocido, y quizás donde hay menos consensos, son los factores que han favorecido dicho ascenso económico.

Frecuentemente, se suele decir que la principal razón del ascenso de China se debe a los bajos salarios de sus trabajadores. Si bien es verdad que en el pasado los sueldos eran realmente bajos, hoy por hoy, los sueldos de los trabajadores industriales chinos rondan los US$ 900 por mes. Es decir, que, a pesar de un aumento en sus costos laborales, China ha logrado mantener su competitividad mundial. Es evidente que ha logrado desarrollar sus ventajas competitivas por medio de otros factores, tan o más importantes que los costos laborales.

Cualquiera que visita China (y no solo las grandes ciudades), sin lugar a dudas, quedará impresionado por la cantidad y calidad de la infraestructura pública existente (puertos, rutas, trenes, telecomunicaciones, infraestructura energética, etcétera). TAdemás, cualquiera que se interioriza un poco más en el funcionamiento económico de China sabrá de la amplia disponibilidad de financiamiento barato, de largo plazo y en moneda local (renminbi), que tienen las empresas estatales y privadas para realizar inversiones de capital, investigación y desarrollo, desarrollo exportador, fusiones y adquisiciones, etc.

Ambos factores, disponibilidad de infraestructura pública y disponibilidad financiera y crediticia, han sido posibles gracias al financiamiento del Banco de Desarrollo Chino, que es el mayor banco de desarrollo del mundo, con activos totales de US$ 2,3 billones (¡US$ 2,3 millones de millones!).

Los bancos de desarrollo son bancos estatales que se especializan en el financiamiento de largo plazo y que, por lo general, se fondean mediante la emisión de bonos de mediano y largo plazo en el mercado de capitales (a diferencia de los bancos comerciales que, en general, se fondean mediante los depósitos bancarios). Evidentemente, lo que China nos está enseñando es la gran utilidad de tener bancos de desarrollo. Sin embargo, estos bancos no solo deben estar eficientemente administrados, con una adecuada administración de riesgos, sino que también sus bonos deben tener acceso a un mercado de capitales profundo y líquido para lograr fondearse sin restricciones, en moneda propia y a largo plazo.

Dicho esto, es importante aclarar que, también como China nos enseña, la existencia de un mercado de capitales profundo y líquido no es una condición que se debe cumplir antes de comenzar a usufructuar de las bondades de los bancos de desarrollo. Más aun, la profundización del mercado de capitales, y por consiguiente el aumento del usufructo de las bondades de los bancos de desarrollo, es algo que el Ministerio de Economía, el Banco Central y el Banco de Desarrollo pueden fomentar e ir desarrollando de manera escalonada y en paralelo con el crecimiento del Banco de Desarrollo.

El Banco de Desarrollo de China fue creado en 1994 y en ese entonces no existía un mercado profundo y liquido para sus bonos. Sin embargo, el Banco Central de China obligó a los bancos comerciales, mediante la regulación bancaria, a comprar y mantener una cierta cantidad de bonos del Banco de Desarrollo en sus balances. Luego de cuatro años, en 1998, ya se había desarrollado un mercado profundo y liquido para esos bonos, con lo cual el Banco Central pudo relajar la regulación bancaria ya que los bancos comerciales deseaban continuar comprando esos bonos por voluntad propia. Actualmente, los bonos del Banco de Desarrollo de China son los de mayor liquidez del mercado de capitales del país.

Respecto a Argentina, quizás sea tiempo de implementar regulaciones bancarias y macroprudenciales para que los bancos comerciales cambien parte de sus tenencias de Leliq, que son letras de corto plazo y no sirven para financiar nada productivo, por bonos de más largo plazo emitidos por el Banco de Inversión y Comercio Exterior, que es nuestro, minúsculo por ahora, banco de desarrollo. Con exigir a los bancos que sustituyan, por ejemplo, el 20% de sus tenencias de Leliq por bonos del BICE, se podría financiar infraestructura por alrededor de $ 230.000 millones (US$ 4.000 millones). Con este cambio de paradigma, se podría financiar, por ejemplo, los gasoductos y la planta de licuefacción de gas necesario para que YPF aumente sus exportaciones de gas de Vaca Muerta. Además, otra ventaja es que se podrían impulsar obras de infraestructura sin comprometer el déficit fiscal, algo esencial en los años venideros.

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