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Ecuador: otro fracaso del FMI

La base de cualquier programa de reformas en Ecuador exige el sostenimiento político de las Fuerzas Armadas, las comunidades indígenas y los sindicatos. El Gobierno ha perdido el apoyo de estos dos últimos. Cuando se debilite el acompañamiento militar, habrá llegado a su fin.

Héctor Rubini 10 octubre de 2019

Por Héctor Rubini Economista

Ecuador continúa en estado de convulsión desde el fin de semana. El toque de queda ordenado después de que manifestantes indígenas rompan el cerco policial sobre el edificio de la Asamblea Nacional agravó la crisis. La marcha de indígenas sobre Quito continuó ayer con los disturbios que en la semana han registrado no sólo choques con las fuerzas policiales, sino saqueos en comercios, más de 350 detenidos y dos muertes.

El conflicto ha dejado malparado al presidente Lenín Moreno. Por ahora cuenta con el apoyo de algunos políticos no populistas, como Jaime Nebot y Guillermo Lasso, y fundamentalmente el de las Fuerzas Armadas. Las comunidades indígenas reclaman, de mínima, dar marcha atrás con el decreto 833 que dispuso el salto de los precios de los combustibles que Moreno sostiene que no se va a anular.

Las dos posturas están claramente determinadas. Los antecedentes de protestas y cambios de gobierno de las últimas dos décadas sugieren que este conflicto no va a cesar hasta que o bien Moreno derogue o modifique esa decisión, o bien abandone la presidencia.

El presidente sostiene que su exjefe político, Rafael Correa, quiere forzar su renuncia, y está instigando las protestas para promover un golpe de Estado. Correa, desde su exilio en Bélgica no dejó de festejar la reacción popular contra el “paquetazo” promovido por el FMI. Si bien sostiene que no está detrás del eventual derrocamiento de su ex vicepresidente Lenin Moreno, ha manifestado que en caso de elecciones anticipadas se ofrecería como candidato a vicepresidente o algún cargo inferior. Algo más que dificultoso, dado que mientras siga procesado en 29 causas penales en curso, no podría candidatearse a un cargo electivo.

De todas formas, no es inocente su aparición pública. Necesita el retorno de un gobierno afín que pueda remover a los jueces a cargo de dichos procesos, archivarlos, y así lograr la habilitación para retornar activamente a la vida política ecuatoriana. El propio presidente Moreno ha afirmado que “el sátrapa de Maduro ha activado junto con Correa su plan de desestabilización”.

La base del poder de cualquier programa de reformas en Ecuador exige la aceptación pacífica y el sostenimiento político de las Fuerzas Armadas, las comunidades indígenas y los sindicatos. El Gobierno ha perdido el apoyo de estos dos últimos. Cuando se debilite el acompañamiento de los militares, el Gobierno habrá llegado a su fin. Algo que no es de descartar, si se observa que saltos en dichos precios, no muy diferentes del de estos días, precedieron a protestas masivas y la caída de otros presidentes en los '90, como Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad.

La pregunta ahora es cual es la salida. Lenin, para seguir debe derogar ese decreto, y eventualmente incurrir en un incumplimiento con el FMI. ¿Recibirá un waiver del organismo, o se caerá el acuerdo y el financiamiento esperado del Fondo y de otros organismos de Washington? Las medidas procompetitividad y de flexibilización laboral tendrían efecto neutro en el corto-mediano plazo y no revertirían el efecto sobre la suba de precios del salto en el costo de los combustibles. Para dimensionar la percepción de dicho impacto, la suba de combustibles conduciría a una inflación en octubre en torno de 3% mensual. En septiembre se registró una deflación de 0,01% y en agosto de 0,1%. En los nueve meses de 2019 se acumuló la inflación acumulada ha sido de 0,001%.

Los números dejan más que claro que no habrá marcha atrás en el rechazo a la medida del presidente. Pero tanto el equipo económico de Moreno, como los técnicos y ejecutivos del FMI han subestimado su impacto económico y la profundidad y generalidad de su rechazo. Pareciera que también han ignorado la reciente frase del titular de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, Diosdado Cabello: “Estos días ha habido una brisita bolivariana por algunos países como Ecuador, Perú, Argentina, Colombia, Honduras y Brasil? una brisita”.

Lenin Moreno ahora se encuentra frente a diversas opciones. Cualquiera sea la que elija, debilitará su poder, y marcará el fin de su carrera política:

“Perseverar” manteniendo a rajatabla el ajuste ya decretado, privilegiando la relación con el FMI, pero esto exacerbará los conflictos y tarde o temprano forzará su caída,

Modificar parcialmente dicha medida sustituyéndola por un ajuste gradual, pero irreversible, algo que no sería igualmente aceptado por las comunidades indígenas ni los sindicatos, y que tendría un efecto inflacionario inmediato algo inferior, pero persistente, lo que podría hundir a esta economía en un extraño y difícil escenario de recesión con inflación en dólares,

Dejar la medida en suspenso, lo que significaría la caída, de facto, del acuerdo con el FMI y otros organismos, llamar a elecciones anticipadas, y asegurarse una salida del poder indemne, y sin riesgo de procesos judiciales.

La situación es ahora muy complicada, y el que se haga cargo de la misma enfrentará un escenario económico a riesgo de un corte de crédito externo, eventualmente de un deterioro rápido de las cuentas fiscales, e incluso de un debilitamiento del sistema bancario. Algo que empieza a poner nerviosos a los tenedores de bonos, que ayer reaccionaron vendiendo deuda ecuatoriana: el riesgo país registró un salto de 110 puntos básicos hasta 777 puntos básicos, el nivel más alto desde el pasado 3 de enero.

Lo inevitable es una fuerte caída de la actividad y la liquidez, fruto de optar por un programa de ajuste promovido por el FMI. Un escenario que puede forzar a evaluar todo tipo de salidas extremas. Inclusive el de abandonar la dolarización, con probada efectividad para reducir la inflación al mínimo, pero no para contribuir a políticas que aseguren mejoras sostenibles en indicadores de desarrollo económico, competitividad y solvencia fiscal.

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