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Controlar la inflación: otro de los desafíos de Fernández

28 octubre de 2019

Uno de los desafíos económicos que enfrenta el nuevo Gobierno es controlar la inflación. En septiembre, según informó el Indec, la suba de precios trepó a 5,9% mensual, luego de que en agosto se ubicara en 4% mensual. La fuerte devaluación que se generó tras las PASO, con el contundente triunfo del entonces candidato presidencial, Alberto Fernández, hoy Presidente electo, revirtió la tendencia hacia la baja de la inflación que se venía registrando desde abril.

En tanto, tras el pico de septiembre, la inflación de octubre se ubicaría alrededor de 4% mensual, según mediciones privadas, que prevén que durante los meses siguientes, manteniendo el tipo de cambio controlado, tendrá un piso de 3% mensual. Para el desempeño de 2019, las proyecciones muestran una inflación de entre 54% y 60%, superando de esta manera el registro de 2018 (47,6%) y consolidándose como el año con mayor inflación desde 1991.

Para el próximo año, desde Elypsis estiman que, en un escenario optimista, la inflación se ubicará alrededor de 43%. “Básicamente, porque hay medidas que hay que tomar pero que no dependen solamente de decisiones políticas, sino de negociaciones enteras, como el acuerdo de precios y salarios y la renegociación de la deuda, que a medida de que se dilaten pueden resultar en volatilidades y postergamiento de la crisis”, explicó el economista jefe de Elypsis, Martín Kalos, en diálogo con El Economista.

Kalos señala que el acuerdo de precios y salarios debe ser algo integral, que incluya al dólar, impuestos, ganancias, salarios y tarifas en general. “Esos dos puntos (el acuerdo de precios y salarios y la renegociación de la deuda) se vuelven cruciales para ganar tiempo hasta conseguir refinanciamiento y poder poner en marcha una política económica más integral para en algún momento empezar a recuperar crecimiento económico, aunque para eso todavía falta”, sostuvo el especialista.

Medidas

“El nuevo Gobierno deberá sí o sí, como primer paso, ordenar la deuda en moneda local y extranjera para normalizar el mercado cambiario y evitar recurrir a la emisión monetaria. Sólo así se puede pensar en un ordenamiento de las variables nominales (tasa de interés, tipo de cambio e inflación), que propicien el crecimiento económico”, afirmó ante este diario el Ceo de la consultora Analytica, Rodrigo Alvarez Litre.

“Dado que el Gobierno entrante deberá continuar la consolidación fiscal y no tiene margen para apreciar el tipo de cambio, la posibilidad de iniciar un proceso de desinflación con crecimiento no se avizora, sino hasta 2021, si es que se logran acomodar algunas variables como la deuda externa en el marco de un canje”, señaló Alvarez Litre.

Desde Ecolatina, Matías Rajnerman aseveró en diálogo con este medio que las medidas para controlar la inflación, y el resto de la economía en general, pasan por el dólar. “Si se consiguen los dólares para cumplir con los vencimientos o si se logran 'repatear' los vencimientos existentes de una manera acordada, se podrá empezar a pensar en una inflación que baja, en un salario real que crece, en una economía que se empieza a recuperar, aunque no antes de la segunda mitad del año que viene”, describió.

“Si no se consiguen los dólares, ahí vamos a estar en problemas, porque van a haber más presiones cambiarias, lo que va a obligar, por un lado, a endurecer más el cepo (si es que no ocurre ahora), y por otro lado, va a aumentar la brecha, y entonces va a traer presiones inflacionarias”, advirtió Rajnerman. “En ese contexto, no se va a recuperar el salario real, y entonces no mejorará la demanda... y todo ese camino virtuoso que planteaba se dará vuelta y se tornará en un círculo vicioso”, agregó.

Rajnerman comentó que los posibles prestamistas para sortear el problema de la deuda están de algún modo muy atados a la ortodoxia económica (agentes financieros y demás), y ellos creen que “la madre de todas las batallas” es la cuestión fiscal. Entonces, entre más señales de solidez fiscal otorgue el nuevo Gobierno, más dólares va a conseguir. “En ese marco, por ejemplo, el recorte de subsidios pasará a ser fundamental”, precisó.

“Probablemente la negación de la deuda con acreedores se haga en etapas: primero con tenedores de bonos legislación local, luego con legislación internacional, y después con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo cual, si bien no implica necesariamente un trato desigual, las paridades de bonos ya descuentan mayor castigo para legislación local”, comentó ante este diario Federico Furiase, director del estudio EcoGo y docente de la Universidad Di Tella.

“La única ventaja es que tenemos un dólar alto para la balanza comercial de bienes, pero si no se estabilizan las variables nominales, la ganancia de competitividad no durará nada”, afirmó Furiase. “Por otro lado, si no se genera superávit fiscal primario, para que los dólares del balance comercial privado lleguen al Tesoro para pagar vencimientos en dólares, se tiene que deteriorar el balance del BCRA (mayor expectativas de inflación y devaluación)”, resaltó.

Hiperinflación

Uno de los riesgos que han anticipado algunos economistas es que el próximo año el país afronte una hiperinflación. Sin embargo, los especialistas consultados para este análisis estiman que las probabilidades no son muy altas. “Hoy por hoy, no hay nada en el horizonte que indique una hiperinflación. Por supuesto, que todo esto depende de qué medidas se tomen y cómo termine el resultado de ellas”, afirmó Kalos, que estima que los riesgos son más bien de aumento de la volatilidad y/o de prolongamiento de la crisis.

“El riesgo de hiperinflación es más bien bajo, pero para que no ocurra se debe garantizar, por un lado, una cuenta fiscal ordenada, y por el otro, que no haya niveles de emisión monetaria significativo (superior a 1% del PIB)”, indicó Alvarez Litre. “Esto es así dado que en 2020 no habrá crecimiento económico y la demanda de dinero continuará cayendo”, explicó.

En tanto, para Rajnerman, aunque es un riesgo bajo, está latente. “Nuestro país tiene que pagar US$ 25.000 millones de deuda al sector privado el año que viene. Si no se consigue ese dinero por otra vía, como endeudamiento, hay que pagarlo con superávit comercial. Si se paga así, el problema es tener que emitir y ahí se puede entrar en una dinámica muy mala”, explicó Rajnerman. “En ese marco, sí hay un riesgo de hiperinflación. No creo que sea lo más probable. Es un escenario posible, pero tiene que salir todo mal para que eso ocurra”, precisó.

Por su parte, Furiase señaló que para evitar un escenario de espiralización de precios el nuevo Gobierno debe tener un plan económico integral que incluya consistencia monetaria y fiscal; un plan de estabilización para frenar la inercia de las paritarias y la indexación de la economía; y una negociación rápida y amigable de la deuda con los acreedores privados, en el marco de un nuevo acuerdo con el FMI.

Furiase advierte que “si alguno de los cables no se corta correctamente, las chances de ir a un escenario de espiralización de la inflación no son bajas”. “El riesgo de hiperinflación se potencia cuando el Banco Central se queda sin reservas y cuando se enchufa persistentemente la maquinita de la emisión monetaria para financiar déficit fiscal”, sostuvo.

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