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Uruguay vota entre el cambio y la continuidad

Martínez y Lacalle Pou serán los candidatos más votados en la primera vuelta y ambos se enfrentarán en el balotaje de noviembre.

27 septiembre de 2019

Por Daniel Buquet Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República

Las elecciones internas del 30 de junio pasado en Uruguay confirmaron el previsible triunfo de Daniel Martínez en el gobernante Frente Amplio (FA) y de Luis Lacalle Pou en el Partido Nacional, principal fuerza opositora. Pero también arrojaron un par de sorpresas. Por un lado, el triunfo del economista y novato político Ernesto Talvi sobre el dos veces presidente Julio María Sanguinetti en el Partido Colorado (PC). Por otro lado, la significativa votación de Cabildo Abierto (CA) junto a la consagración de la candidatura presidencial del general Guido Manini Ríos en este partido de derecha conservadora creado al filo del plazo para la inscripción.

A un mes de las elecciones, el pronóstico principal se mantiene: Martínez y Lacalle Pou serán los candidatos más votados en la primera vuelta y se enfrentarán en el balotaje de noviembre. Este escenario no sólo era previsible desde meses atrás, sino que reproduce la contienda entre el candidato frentista y el blanco en las segundas vueltas de 2009 y 2014. Pero fuera de esta continuidad, el escenario previsible para el 27 de octubre ofrece cambios significativos.

En primer lugar, tanto el FA como el PN obtendrían votaciones inferiores a las que lograron en las pasadas elecciones. Ambos podrían descender en el entorno de unos cinco puntos porcentuales cada uno. Por lo tanto, el FA no va a lograr la mayoría legislativa que obtuvo en las tres elecciones que lo han mantenido en el gobierno durante los últimos quince años. Y el PN contará una bancada menguada que, de llegar a ocupar la jefatura del ejecutivo, le requerirá el concurso de al menos otros dos partidos políticos, cuando se proponga concretar el gobierno de coalición que viene anunciando.

En segundo lugar, la posible performance del PC genera cierta incertidumbre. Luego del cómodo y llamativo triunfo de Talvi en la primaria, las encuestas mostraron un significativo crecimiento en su intención de voto, que llevó a pensar que estaba en condiciones de disputarle el segundo puesto al PN. Pero mediciones posteriores han mostrado consistentemente que esa posibilidad se ha alejado. De cualquier forma, es razonable pensar que mejorará su desempeño de hace cinco años asegurándose el tercer puesto. El podio de la primera vuelta tendrá la misma composición que en las últimas tres elecciones.

En tercer lugar las encuestas coinciden en ubicar con claridad y holgura al partido CA en cuarto lugar, con una votación que podría ubicarse en el entorno del 10%, un desempeño absolutamente inusual para un partido nuevo en Uruguay. Su nítido posicionamiento en la derecha conservadora permite avizorar complejidades en el armado de un eventual gobierno de coalición que no podrá prescindir de su contribución.

Por último, varios partidos menores aparecen con posibilidades de acceder al parlamento, aunque seguramente ninguno de ellos accederá al senado, para lo que se requiere el 3% de la votación. Entre ellos el Partido Independiente ha visto reducir drásticamente sus posibilidades con relación a las expectativas de crecimiento que se habían generado hasta poco antes de las internas y corre seriamente el riesgo de perder la banca en el senado obtenida hace cinco años. Asimismo, el debutante Partido de la Gente, que en mediciones realizadas durante el año pasado había llegado a amenazar con disputarle el tercer lugar al PC, difícilmente logre superar el umbral para acceder al senado.

Aunque la proverbial estabilidad del sistema político uruguayo se mantiene reflejada en la previsible contienda por el sillón presidencial entre los mismos dos competidores de las últimas tres elecciones, el resto de las características de la próxima elección apuntan en la dirección de cambios relevantes. La elección mostrará un pico de volatilidad, aunque sin llegar a los valores correspondientes a elecciones críticas en Uruguay (como el triunfo del PN en 1958, la creación del FA en 1971 o su triunfo en 2004). Adicionalmente, la fragmentación del sistema de partidos crecerá significativamente y probablemente habrá ocho partidos sentados en el Poder Legislativo. Y, en el balotaje, esta vez, las apuestas están a favor del desafiante y no del oficialista.

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