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Menem I, Cristina II y el enigma de las rutas albertistas

Hay pocas certezas sobre los tiempos que vienen. Se sabe, eso sí, que serán complicados y, si no median cisnes negros, que el capitán será Alberto Fernández. Hoy, todos se preguntan qué tiene en mente Alberto y qué costos y beneficios tendrán sus posibles caminos.

Alejandro Radonjic 30 septiembre de 2019

Por Alejandro Radonjic 

La dinámica electoral indica que Alberto ganará las elecciones del 27 de octubre y que el 10 de diciembre asumirá un país con una larga lista de problemas que merecerán acción urgente. Eso, dicen los economistas y los analistas políticos, es lo único que se sabe. Falta por conocer lo más jugoso: el como, es decir, el método “albertista” para resolver esos problemas y la secuencia. Por añadidura, permanece en la oscuridad los efectos de ese método sobre la economía y, también, sobre la coalición que lo impulsó a la Presidencia. Carlos Gervasoni (UTDT) sostiene que estamos en un momento de “metainceridumbre”: no sólo los analistas no saben qué cosas hará Alberto sino que ni él sabe aún. Así lo sostuvo en la conferencia que organizó Moody's el jueves pasado en Buenos Aires.

Ante El Economista, Gervasoni amplió: “La referencia a la incertidumbre de actores era para decir que no es qué haya incertidumbre porque es difícil saber qué va a hacer Alberto, es decir, hay algo que él sabe pero que es difícil que los demás sepamos, sino que es una incertidumbre más radical porque es la que él mismo tiene en la cabeza. O sea, en las semanas desde que gane y las que quedan hasta que asuma, si es que se confirma su triunfo, está definiendo miles de temas muy difíciles que tiene por delante, y con qué coalición social y política apoya esas políticas”.

“Vamos a una reestructuración con quita de acá a la China y no será a la uruguaya”, dijo Melconian en el IAEF. “Sin quita, es pan para hoy y hambre para mañana”, agregó.

Allí, esquemáticamente, Gervasoni define la bifurcada entre Menem 1 y Cristina 2. “Ni él sabe si vuelve a Cristina 2 (controles, parches, emisión y defaults para evitar la disciplina fiscal), si intentará una suerte de Menem 1 (ancla de tipo de cambio, ortodoxia fiscal y monetaria, apertura y desregulación para ganarse a los mercados, etcétera) o si hará algo en el medio”, agregó el politólogo.

Esa última opción híbrida, dice Gervasoni, aparece, a priori, como la más plausible y tendría cinco ejes rectores.

1- Tipo de cambio alto. “Lo están diciendo Alberto y Matías Kulfas, es lo que hoy tiene el país y es muy difícil que no siga alto con la escasez de dólares financieros que enfrentamos”, describe.

2- “Reducción del déficit y camino al superávit fiscal por la vía de mayores impuestos, no de menos gastos, salvo menos gastos de pago de deuda vía una renegociación de los vencimientos”, señala.

3- En concreto, dice Gervasoni, eso puede implicar mayores retenciones que las actuales a la exportación de productos primarios, así como mayores impuestos a sectores que, aun en la presente situación económica, tienen activos o ganancias significativas, lo que puede ir desde los individuos que blanquearon en 2016-2017 a los bancos y las petroleras hasta las exportadoras de servicios.

4- Sobre el tópico más candente (la deuda pública), Gervasoni avizora una renegociación dura con acreedores locales y extranjeros, aunque no tan extrema, “pero para el lado de Kirchner-Lavagna-Nielsen a principios de siglo”.

5- En el campo nominal, proyecta “un acuerdo de precios y salarios que quizás incluya un congelamiento, del estilo del Plan Austral”.

 

La visión de Arriazu

En el 40° Congreso del IAEF, realizado en San Carlos de Bariloche la semana pasada, Ricardo Arriazu describió las características de la economía que recibirá Alberto, en sesenta día.

Economía en recesión.

Elevada tasa de inflación.

Gasto previsional y social ajustable con Ley de Movilidad Jubilatoria, salarios con cláusulas gatillo y contratos indexados.

Deterioro fiscal.

Bajo nivel de reservas.

Nulo financiamiento.

Sin expectativas de alza en precios internacionales.

Superávit comercial que se irá perdiendo por el control de capitales, que provocaría la aparición de diferentes mercados de cambios, lo que generaría incentivos a eludir la restricción (retención de cosecha, sub/sobre facturación de exportaciones/ importaciones).

Ante ese complejo escenario, Arriazu plantea tres caminos posibles: la puja interna dentro del Frente de Todos, que no se zanjó aún, determinará qué camino se escoge.

1- El escenario A, con bajas probabilidades de ocurrencia, es lo que él llama un Gobierno de moderados (“es Menem y Domingo Cavallo en los '90”, ejemplifica) y tendría las siguientes características.

Hay reconocimiento de las restricciones financieras y se busca financiamiento con suba de impuestos al campo (retenciones ad valorem), los bancos (ganancias de tipo de cambio) y los patrimonios.

Hay una renegociación amigable de la deuda y reperfilamiento con el FMI. “Se podría conseguir el desembolso de los tramos restantes del acuerdo vigente al mantener el equilibrio fiscal”, dice Arriazu.

También hay un acuerdo de precios y salarios para romper la inercia inflacionaria.

Se realizan acuerdos para fortalecer el desarrollo de Vaca Muerta.

Hay reforma previsional.

El cepo se elimina rápidamente. Si bien hay una fuerte recesión inicial, no hay escalada de la inflación (no habrá emisión para financiar el déficit).

Con ese cóctel, podrían verse mejoras de la economía luego del primer año.

2- El escenario B supone una puja entre heterodoxos y moderados.

Hay presiones del ala heterodoxa que ponen en jaque la consistencia del programa.

Inicia con pacto social, suba de salarios y jubilaciones y congelamiento de precios.

No hay reformas políticas. Se logra un acuerdo con tenedores de deuda locales, y se demora la decisión sobre legislación extranjera.

Se crea un “banco industrial” para dar fomento, financiado con fondos públicos. Hay suba de impuestos (más severo que en el escenario A) que no compensa el aumento del gasto y, por ende, hay emisión para financiar la brecha. Se cae el acuerdo con el FMI. Sube la brecha cambiaria por la emisión.

Hay deterioro del sector externo por el menor crecimiento de las exportaciones.

Vuelven las restricciones a las importaciones.

Se endurece el control de cambios.

La economía podría mostrar signos de crecimiento y bajas de inflación al comienzo de la gestión, pero se desarman por la inconsistencia, cuando la brecha se vuelve una variable de referencia en la economía. Más temprano que tarde, la inflación se acelera.

La inconsistencia lleva a plantearse de cambiar al A o al C.

3- El escenario C, el más riesgoso, sería un Gobierno de heterodoxos, en palabras de Arriazu. Hay populismo económico, falta de reconocimiento de las limitaciones de financiamiento, limitaciones a la libertad individual y cambios políticos.

Hay controles de precios y salarios, con aumentos de estos últimos y jubilaciones, en ambos casos disociados de la productividad.

Junta de Granos o instituciones similares para intervenir en los distintos mercados.

Emisión para financiar el déficit fiscal y para apoyo crediticio.

Suba inicial de la demanda agregada por el impulso fiscal y crediticio, incremento de la actividad económica, pero con deterioro del sector externo y suba de la brecha cambiaria.

Habría escasez, por el aumento de la inflación y la crisis económica.

Además, se espera mayor conflictividad política y social.

¿Se abre la caja?

“No está claro cómo se va a resolver la interna política del nuevo Gobierno”, dijo, en la misma línea, Luciano Cohan (Seido) en el evento de Moody's. “La gran pregunta de 2020 es si podremos evitar abrir la Caja de Pandora”, explicó. En esa caja hipotética, dijo, están “un default abierto” y “la monetización del déficit fiscal”. Hay probabilidades, dijo Cohan, de evitar ambos caminos, pero son bajas. “Es un sendero finito”, dijo y señaló que 2020 será un año recesivo.

“Los problemas de deuda del 2020 son de legislación local”, agregó Cohan y detalló que las necesidades totales serán de US$ 50.000 millones en el año entrante. Sobre ese total, 75% equivales a deuda de legislación local y allí debería enfocar sus esfuerzos el nuevo Gobierno. “Se puede evitar el default de la ley internacional, que te mete en un complejo mundo de Griesas”, dijo Cohan y proyectó que el grueso del debate del 2020 será sobre la deuda local. El Gobierno envió un proyecto de ley para incluir las Cláusulas de Acción Colectiva (CAC) en esos títulos.

Si ese reperfilamiento local ocurre, y además se toman otras medidas fiscales complementarias que “van a ser impopulares”, se puede evitar la monetización del déficit fiscal y “esa palabra que arranca con h que no quiero mencionar”.

***

Más devaluación e inflación

“Descontar más inflación y más dólar es lo más sensato, porque es lo más probable también. Mirando la evolución del balance relevante del BCRA entre octubre y diciembre al tipo de cambio de hoy, está claro que el dólar deberá saltar significativamente para poner los crecientes pasivos en pesos del BCRA en línea con los decrecientes activos en dólares de la autoridad monetaria”, sostiene el último informe de Economía & Regiones. El informe agrega que el aumento del dólar hará que se incremente el peso de la deuda en términos del PIB, “haciendo que la deuda sea cada vez más impagable”. Así, dice E&R, el próximo Presidente tiene que afrontar vencimientos de capital e intereses por US$ 52.613 millones (FMI) y US$136.274 millones (bonistas) entre 2020 y 2023, lo que implicaría vencimientos equivalentes a más del 60% del PIB de 2020. “Paralelamente, en 2020 habrá vencimientos por más de 10 puntos del PIB sin posibilidades de refinanciamiento, ya que hay un gap de 5,5%-6,0% del PIB entre el superávit primario que se necesita para que la deuda sea intertemporalmente sustentable y el déficit primario con el que cerrará 2019”, dice el informe. Por último, concluye: “Tanto la caída de la demanda de dinero como el aumento del 'debt overhang' y consiguiente avance en la cadena de default afectarán negativamente a la economía real”.

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