Llegó la hora de la “ley de leyes”: el Presupuesto. El próximo lunes será presentado por Hernán Lacunza, ministro de Hacienda, en la Cámara Baja del Congreso en horas del mediodía.
Se trata de un Presupuesto anómalo dado que, si no median sorpresas electorales, será ejecutado por un nuevo Gobierno y, por ende, es una hoja de ruta que no necesariamente será seguida en 2020. Se espera un debate legislativo acalorado en los próximos meses.
Tampoco parece haber gran utilidad en las proyecciones macroeconómicas porque, como ocurrió en 2019, fallaron, y no por poco. Por ejemplo, la inflación estaba proyectada en 23% para el año en curso mientras que, en el proyecto difundido ayer, se estima que terminará en más del doble: 53% (ver gráfico). Lo mismo con el dólar: se esperaba un promedio de $40 y hoy ya está casi $20 arriba (y aún quedan cuatro meses de vértigo). Además, si es ejecutado por otro Gobierno, hay posibilidades de que las prioridades sean otras.
La “ley de leyes” muestra, además, que 2019 cerrará con una contracción del PIB de 2,6%, con un consumo derrapando 5,7% y una inversión cayendo más de 20%. Así, y con el gasto público también cayendo, el único “driver” serán las exportaciones, con una módica suba de 8,4%. Poco considerando que en 2018 hubo sequía y, en 2019, la producción agropecuaria tuvo una cosecha récord.
Hacia 2020, el dato alentador es que el saldo comercial será muy importante: nada menos que US$ 17.473 millones. Para una economía sedienta de dólares, será un flujo interesante para el BCRA. El dilema es que para “comprarlo” deberá emitir pesos.
