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La trampa del 50-50 que no es inclusivo

16 septiembre de 2019

Por Bárbara Toth CEO Fesa Argentina

En la Argentina, la cuestión de género está a tres décadas de ser realidad. La participación de las mujeres en el sector corporativo ronda en un 8%. Como líder de una empresa en el mercado local, tengo membresía en algunos grupos exclusivos para CEOs, presidentes de compañías, dueños de negocios, etc. En este segmento C-level, la representación del género femenino es menor al 5%, es decir, de un total de 100 miembros solo 5 son mujeres. Y existe una relación de 7 a 1 en los integrantes de los Boards de las compañías: cada 7 hombres, hay solo 1 mujer.

Una de mis especialidades es la gestión de talentos y advisory ejecutivo, asesorando al número uno o al equipo directivo en las compañías. También suelo trabajar en procesos de coaching, individuales y de equipos. Hasta ahora, encontré muy pocas mujeres CEO en este país, en el que vivo desde el 2012. En estos equipos de primera línea de liderazgo, se presenta una relación 1-10: 1 mujer cada 10 integrantes; siendo en el último tiempo cuando empezaron a aparecer mujeres en el cargo de Directoras de Capital Humano, Comunicación o de Marketing, las áreas más blandas de las corporaciones. Es verdad también que empresas en el rubro de la transformación digital suelen contratar más mujeres para posición de alto liderazgo y principalmente mujeres debajo de los 35 años.

Viví en Hungría, Francia, Inglaterra, Brasil y desde hace 7 años, en Argentina. La cuestión de género todavía es un discurso acá, cada vez más fuerte, pero aún en etapa enunciativa. Realmente no está instalada la igualdad de género en la sociedad, que es lo primero que tiene que pasar para que luego, el cambio sea sustancial en las organizaciones. Y más aún, si pensáramos en proporcional y equitativo, la relación debería de ser mayor al 50 / 50, ya que somos más mujeres que hombres.

¿Qué observamos en el mercado? Que algunas empresas empiezan a implementar la cuota de género, algo que a mi entender no es adecuado y con lo que hay que tener un especial cuidado. ¿Por qué el mejor candidato para una posición tiene que ser una mujer? Debiera ser el más competente para el cargo, independientemente si es mujer, hombre, preferencia sexual o religiosa, etc. Esto realmente sería paridad. Lo otro, es forzarlo solo para cumplimentar una etiqueta que hoy está en la lupa social. Entiendo que en los países en los que no existe igualdad de género, esto puede ser el primer paso para empezar a mostrar a las mujeres que es posible llegar. Varios ONGs están ya trabajando con este tema.

Por nuestra parte, en Fesa Group -compañía internacional líder en reclutamiento, selección y consultoría estratégica de Capital Humano, con base en Brasil y más de 24 años de trayectoria-, también promovemos la diversidad. ¿Cómo? Por un lado, trabajamos con varias empresas en el nivel de primer liderazgo para crear y reforzar la consciencia sobre las implicancias de esta responsabilidad. Obviamente, llegar a una posición de alto liderazgo, independientemente del género, significa esfuerzo y largas horas de trabajo. Eso, sí, hay que entender. Son elecciones que cada persona tiene que hacer al proyectar una carrera corporativa. Y en nuestra empresa, en las posiciones de mandos medios, gerencias y jefaturas, la relación es pareja. En el Board, somos 6 integrantes de los cuales 2 somos mujeres.

Lo que también es cierto es que ser una mujer corporativa implica algunas renuncias. En Europa y Estados Unidos es más común encontrar mujeres que eligieron desarrollar una vida corporativa y en consecuencia, no tuvieron hijos y eligen la libertad de la movilidad para su carrera laboral. Incluso culturalmente, en estos sitios, la gente vive sola desde los 18 años, lo que facilita una mayor autonomía desde la edad temprana. Pero en Latinoamérica y especialmente en Argentina, donde hay una cultura tan fuerte de lazos y familia, la mujer tiene una presencia muy preponderante aún. Es en torno a ella que se plantea la dinámica familiar y por ello, recaen múltiples responsabilidades.

Más aún, otro aspecto por el cual entiendo que hoy hay pocos CEOs mujeres en la Argentina es por las características del proceso de independización. En Estados Unidos y Europa, las mujeres salen del hogar a los 18 años para ir al campus universitario y de ahí continúan su camino de independencia. En Argentina las mujeres permanecen en el hogar familiar hasta los 25 más menos, y muchas veces lo hacen para irse a vivir con una pareja. Esto anula la oportunidad de generar un ciclo de “auto ? sustentabilidad” en el que la mujer aprende a hacerse cargo de sí misma.

Serán las próximas generaciones las que puedan marcar la diferencia, ya que todo parte y depende de la educación. Será trabajando desde la edad temprana que se logre revertir las limitaciones por género. Pero no debería de ser forzado, sino un proceso natural. Que hombres y mujeres elijan lo que quieren hacer y sigan el camino de sus elecciones y posibilidades.

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