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Inflación de agosto fue de 4%, septiembre dará más de 5% y 2019 cerrará cerca de 60%

La inflación minorista, tal como se preveía tras el brusco salto poselectoral del dólar y se sentía en los comercios, saltó hasta 4% en agosto y septiembre según lo estiman privados, tendrá un piso de 5%. Así, 2019 cerrará en la zona de 60%: el registro más alto desde 1991.

Alejandro Radonjic 13 septiembre de 2019

Por Alejandro Radonjic

Era esperable y, por cierto, palpable en todos lados: tras las PASO del 11-A y el corcoveo cambiario que suscitó (el “billete” saltó casi $15), los precios volvieron a salir de escuadra y la inflación retomó cifras peligrosas. Ayer lo ratificó el Indec. En agosto, los precios subieron nada menos que 4%. Con esto acumula 30% en 2019 y 54,5% desde igual mes del 2018. Así, la desinflación previa (julio, recordemos, dio 2,2%) quedó en un pasado lejano al que tomará un tiempo regresar. Según Ecolatina, la inflación tiene un piso de 3% para el último cuatrimestre de 2019.

¿Cómo sigue la tendencia? Eso mismo preguntó El Economista ayer a diversos analistas.

“Hay un arrastre muy alto para septiembre por los aumentos posteriores al salto del dólar: el piso es de 5%. Y en el último trimestre, incluso con un dólar calmo y las tarifas congeladas, la inflación se mantendría por encima del 3%”, anticipa Joaquín Waldman desde Ecolatina. El “buen” dato es que uno de los temores de fines de agosto parece haberse calmado: una espiralización. “Los riesgos de una espiralización en el corto plazo se redujeron por los controles cambiarios. Con las regulaciones actuales, es más difícil que el tipo de cambio crezca sin techo”, agrega Waldman.

“El impulso inflacionario va a generar una nueva caída de los ingresos reales de trabajadores, jubilados y las asignaciones, golpeando aún más el consumo de la población que hoy se concentra mayoritariamente en alimentos por el deterioro constante de la situación económica”, dice Pablo Neira desde Radar Consultora. Asimismo, agrega: “Eso va a significar un nuevo golpe para la industria, que ya viene con un derrotero crítico, primero tras la apertura importadora y luego con la fuerte caída del salario real que se intensificó en 2018, en conjunto con un esquema de tasas de interés que limita el acceso a financiamiento y el consumo a crédito”. Como conclusión, expresa: “Así, la salida de la recesión en forma de 'L' se acabó para mal y el próximo Gobierno va a recibir una economía achicándose aún más vía demanda privada. Con un panorama cada vez más imprevisible, difícilmente la inversión o las exportaciones puedan traccionar la conomía hacia el otro lado, por lo que la próxima gestión enfrentará un desafío más grande de lo esperado para lograr la reactivación económica”.

“Queda un arrastre muy fuerte para septiembre y estimamos, en línea con la mediana de la REM, que es de 5,8%”, dice Martín Kalos (Elypsis) sobre septiembre y advierte que el precio de los alimentos, se acelerará. “Sin nuevo episodio cambiario, deberá ir descendiendo levemente”, agrega, “pero no volviendo a los niveles previos”. Sobre el riesgo de espiralización, nos dijo: ante El Economista: “Dependerá del éxito del control de cambios en contener la devaluación”. Para eso, agrega, no se deberá mirar sólo el dólar oficial sino los paralelos, sobre todo si se trasladan a costos o empiezan a hacer subir las expectativas.

Los informes

Desde LCG, dijeron: “La devaluación posterior a las PASO dejó un arrastre significativo para septiembre. Esperamos una aceleración de la inflación el mes que viene, con registro no menor a 6% por el impacto completo de la suba. En la medida en que el dólar se estabilice y vuelva a ser un ancla nominal, podría esperarse cierta moderación de los aumentos. Sin embargo, el rezago del traslado de la devaluación a precios en algunos sectores que no pudieron convalidar aumentos sumado a una inercia inflacionaria cada vez más veloz difícilmente permitan reducir los valores por debajo del 3% mensual en los últimos meses del año”. A su vez, ampliaron: “Entendemos que la clave para entender el proceso inflacionario radica en el comportamiento del público a la hora de tomar decisiones y de negociar contratos. Actualmente, el tipo de cambio es la única referencia que se tiene para fijar precios y no es la volatilidad del mismo, sino la sensación que la situación se le 'escapa de las manos' al BCRA lo que da como resultado el nexo entre depreciación y alza de precios”. Así, dicen: “Nuestra proyección de inflación se ubica apenas por debajo 60% anual a diciembre (consistente con una inflación promedio del 55% anual)”. A modo más analítico, concluyen: “Durante la gestión actual han pasado dos programas monetarios bien definidos apuntando a bajar la inflación y ambos han fracasado. El fracaso de ambos programas fue la imposibilidad de lograr una creencia de una expectativa de inflación que realmente converja a los niveles que se proyectaban. Deja un mal antecedente para el Gobierno que viene. El próximo programa monetario deberá convivir con el vínculo entre inflación y tipo de cambio”.

Desde Grupo SBS también dieron su visión. “De cara al resto de 2019, varios elementos sugieren que hay espacio para una aceleración inflacionaria. Primero, las expectativas de inflación se deterioraron sensiblemente y el último Relevamiento de Expectativas de Mercado del BCRA mostró un alza de 15 puntos para la inflación esperada para 2019. Segundo, la gran incertidumbre alrededor de las políticas que se aplicarían el año evita que el programa monetario funcione como un ancla nominal para el peso. Tercero, la señal de las tasas de interés se debilitó luego del reperfilamiento de las Letras del Tesoro en moneda local y aún no está claro si el BCRA deberá asistir al Fisco para cerrar el Programa Financiero de 2019. En ese marco, seguimos esperando que la inflación termine el año en torno a 53% con una cifra superior al 5% mensual en septiembre. No obstante, a la luz de los factores antes mencionados, remarcamos que los riesgos al escenario están claramente sesgados al alza”, dijeron.

“Para septiembre, desde ACM, observamos una continuidad en la aceleración de la inflación producto de la todavía baja trasmisión a la inflación minorista de la devaluación (en torno a 25%) producto del alicaído nivel de consumo y actividad. Dicha situación podría verse observada en una nueva gran brecha entre la inflación mayorista y minorista (en julio dicho spread se había terminado) a lo largo de los próximos meses”, agregaron, a su vez, desde ACM. “Aún en condiciones monetarias muy restrictivas como las actuales, durante los meses siguientes esperamos que la inflación oscile entre 3% y 5%. En cuanto a la inflación anual, esperamos que se ubique en valores por encima del 50%. Por otro lado, seguiremos observando la dinámica respecto a la indexación de salarios de la mayor parte de los sectores, y la reducción de la duración de los contratos entre privados. Dentro de las medidas paliativas anunciadas por el Presidente, se incluye una revisión del salario mínimo, lo que impactará en los precios y también se observará el grado en el que los empresarios querrán recuperar márgenes perdidos. Otros datos que creemos que pueden empeorar son los del nivel de pobreza e indigencia, ya que ambos están muy influidos por el precio de los alimentos. Mientras que, el congelamiento de combustibles por 90 días jugará a favor en el corto plazo, al momento de liberar estos precios, se podría generar un aumento significativo en los niveles de inflación”, concluyeron.

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Vallejos: “Impulsaremos un acuerdo social”

La diputada kirchnerista Fernanda Vallejos también opinó sobre el dato que difundió el Indec. “La dinámica es preocupante y deja al desnudo la ineficacia de las políticas monetaristas del Gobierno para contener el crecimiento de los precios, tanto que, en cada año de gestión macrista la inflación se incrementó”. En el mes de agosto, dijo, “alarma el salto en los precios de los alimentos (+4,5% en el mes y 33,3% en 2019) impulsados por la devaluación”. No obstante, dijo que, dado el rezago y el denominado 'efecto arrastre' en su medición, “la inflación de septiembre podría ser aún mayor”. Sobre el mediano plazo, señaló: “Mientras las tarifas de servicios públicos están dolarizadas, desde los últimos aumentos la brecha entre el dólar y el índice de 'electricidad, gas y otros combustibles' llegó a 24,8%. Esto pondría un piso alto a la inflación de inicios de 2020, a partir de las próximas revisiones si no se promueve la desdolarización de las tarifas. Una política fundamental para reducir la inflación, en el marco del acuerdo social que vamos a impulsar a partir de diciembre”.

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