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El plazo fijo, más riesgoso que acciones y bonos reperfilados

Con una inflación que va creciendo y con plazos fijos que pagan entre 58% y 63% anual, la inversión en acciones o en bonos reperfilados parece prometer más que quedarse en pesos argentinos. La situación es muy inestable en la Argentina y también hay complicaciones en el mundo.

23 septiembre de 2019

Por Luis Varela 

Entre enero de 2018 y julio de 2019 debido a la mala administración del gobierno de Macri, la Bolsa de Buenos Aires cayó 44% y los bonos argentinos derraparon 17%. Desde las PASO, por la sorpresiva gran ventaja que obtuvo Alberto Fernández, las acciones cayeron otro 60% y los bonos derraparon otro 43%, con el pozo de cotizaciones a fines del mes pasado.

En septiembre, sin embargo, con la aparición de inversores denominados con perfil agresivo por los bancos, los títulos argentinos tuvieron una recuperación, desde niveles considerados como precios basura. En las últimas tres semanas la Bolsa porteña repuntó 30% y los bonos argentinos recuperaron 14% (todas estas variaciones son en dólares, en moneda dura).

Sin embargo, el repunte que venía asomando desde comienzos de este mes se fue apagando en las últimas horas, con algunos retrocesos leves tanto para los papeles privados, como para los títulos públicos. ¿Por qué ocurrió esto? Simple: los precios basura posteriores a las PASO habían desaparecido y los valores de los papeles se fueron acercando a los mediocres promedios que muestra esta Argentina del Siglo 21.

¿En qué situación estamos en este momento? La aparición de Macri, un outsider no peronista y no radical, en el Poder Ejecutivo argentino había creado la ilusión de que alguien le iba a poner el cascabel al gasto público. Pero los inversores se percataron de que el líder del PRO no logró el cometido, y el financiamiento genuino internacional desapareció ya desde mediados de 2018.

Este año quedaban entonces dos fuentes de financiamiento para cubrir un gasto público que no deja de demandar dinero: los inversores locales y el Fondo Monetario Internacional. El FMI abrió sus ventanillas, siempre y cuando el país empezara a gastar de acuerdo a lo que recaudaba. Pero debido a la incapacidad de Macri, apareció Alberto Fernández diciendo que se van a pagar las deudas, pero no a costa del pueblo argentino, y las dos fuentes de financiamiento que quedaban también desaparecieron.

Desde las PASO, por la sorpresiva ventaja obtenida por Alberto Fernández y que sorprendió a los mercados que esperaban una diferencia menor, los bonos locales cayeron 43% y las acciones retorcedieron 60%.

El ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, está volando hacia Estados Unidos. Viaja entre otras cosas a mostrar que el superávit fiscal primario fue cumplido en agosto, y que se buscará cumplirlo en septiembre. Todo con la idea de que el Fondo vuelva a abrir su ventanilla, y libere la cuota de US$ 5.400 millones que está pendiente.

Además del viaje, el Poder Ejecutivo envió el jueves al Congreso el proyecto de ley de reperfilamiento de la deuda, que incorpora el concepto de cláusula de acción colectiva a los bonos emitidos bajo legislación argentina, con el fin de allanar en el futuro una negociación por esos títulos, que suman US$ 32.000 millones.

¿Qué significa esto en los hechos? Equipara a los bonos de legislación local con los bonos con legislación extranjera para determinar que si hay acuerdo en 66 % de los bonistas involucrados, el resto de los inversores debe aceptar calladito la boca la propuesta de reperfilamiento de esos títulos.

Por supuesto, toda esta propuesta de reperfilamiento es un intento para ordenar las cosas inicialmente. A medida que se vayan dando las conversaciones se irá viendo cuantos bonistas entran en el canje y aceptan los nuevos pagos de capital y la nueva forma de intereses.

Obviamente, todo esto trata de poner sobre rieles el dinero pasado. En ningún momento habla del dinero futuro. O sea, del tamaño de quita, si es que la hay, y de la postergación de pagos, si es que se concreta, se sabrá de qué tamaño es el nuevo rompimiento de contratos que realiza Argentina con los inversores que la financian. Esto no es nuevo, ya se hizo ocho veces en el pasado, y esta es la novena ocasión en las que se cae en un default.

Los inversores ofendidos se juran no poner nunca más un solo centavo en papeles argentinos. Y desde que Macri mostró su incapacidad para administrar y, sobre todo, desde la ventaja que sacó Fernández en las PASO, muy poco dinero nuevo se estuvo colocando en papeles argentinos. En general hubo renovaciones, hasta las PASO, y desde ahí, el dinero hizo la “U” y se dirigió a otra parte.

Para entender bien qué pasa desde que Fernández tiene gran chance de llegar a la Presidencia deben mirarse dos números:

En agosto hubo en el mercado local compra de billetes físicos por 2.400 millones de dólares. Fue dinero que fue a cajas de seguridad, cajas fuertes, o el colchón, o sea, que son fondos que siguen en Argentina pero fuera del alcance del Gobierno.

Al mismo tiempo, también en agosto hubo transferencias al exterior por US$ 3.400 millones. Esto fue fuga de capitales, y no se trató de una estampida de la oligarquía. Fueron miles y miles de familias argentinas que mandaron sus fondos al exterior, resguardando sus ahorros del Gobierno local.

Ya pasaron seis semanas desde las PASO. Faltan cinco semanas para la primera vuelta presidencial. Quedan nueve para un hipotético balotaje. Y aún faltan once para el efectivo recambio presidencial del 10 de diciembre.

¿Qué puede pasar desde ahora en más? Es tan confusa la situación que ninguno de los candidatos está diciendo cosas precisas. Muchos de los votantes confundidos esperan que haya aclaraciones en los debates electorales. Los candidatos tendrán dos encuentros públicos obligados antes del 27 de octubre. El primero será dentro de tres semanas, el 13 de octubre en la Universidad Nacional del Litoral, y el segundo dentro de cuatro semanas, el 20 de octubre en la Facultad de Derecho. Y si hubiera balotaje habría un tercer debate, dentro de ocho semanas, el 17 de noviembre. Fernández lidera las encuestas con más de la mitad de los votos probables, Macri viene muy atrás y los demás casi no cuentan ¿Podrán los debates cambiar en algo la intención de voto? Sin lugar a dudas, la cotización de los papeles irá bailando al compás de las declaraciones que vayan apareciendo.

Para peor, todo esto se está dando dentro de un contexto global también complicado. Además de los tironeos entre Estados Unidos y China, está el Brexit en Europa. Por eso, todo el mundo está entrando en resguardo, los niveles de consumo se aplacan y los niveles de actividad económica están frenándose de manera notable.

De ese modo, el Banco Central Europeo bajó sus tasas de interés, está tirando euros desde helicópteros para intentar que el bloque no caiga en recesión. Y la Reserva Federal bajó su tasa base al rango de 1,75%/ 2%, con el presidente Trump trinando, porque ve que la economía norteamericana también se frena, y tendrá dificultades para conseguir la reelección en 2020.

Así, mientras los papeles argentinos dejaban de recuperar terreno, la semana pasada los mercados globales actuaron en consecuencia. La baja de tasas en Europa y Estados Unidos. hizo que la Bolsa de Frankfurt no se moviera y que la de Nueva York tuviera una baja semanal del 0,8%. Otros mercados, sin embargo, con dólares y euros más baratos, sonrieron: la Bolsa de México tuvo una suba semanal del 1,7%, San Pablo mejoró 1,3%, Santiago de Chile subió 1,2% y Tokio tuvo un alza del 0,4%.

En Argentina esa lluvia de divisas más baratas no se sintió. La semana pasada tanto las acciones como los bonos retrocedieron 0,3%. Es un clásico movimiento de desconfianza: los inversores no creen en la capacidad de Macri y tienen recelo por los movimientos que pueda hacer Fernández.

Según los precios del viernes, a pesar de la recuperación de la primera quincena de este mes, los bonos argentinos valen hoy el 38% de lo que debían valer. Y las acciones argentinas están hoy 73% abajo de la cumbre tocada hace 29 meses. En términos bien concretos: la cotización actual está 32% por debajo del valor promedio que tuvieron en moneda dura durante los últimos quince años.

En los ocho defaults anteriores ocurrieron trastornos parecidos. En el momento del colapso las cotizaciones se derriten, y los que se animan a poner el pecho son los que hacen grandes ganancias. Por eso, a pesar de la quita y de la postergación que se haga, los precios actuales de los bonos están en valores de compra. Y los precios de las acciones todavía mucho más. Eso sí, hay que tener espaldas para poder aguantar.

¿Es inteligente comprar en este momento? Sin dudas es riesgoso, ya que los precios pueden caer todavía mucho más. Pero ante la duda, pensando en que una parte de la cartera de inversión debe ser jugada a posiciones de alto riesgo, debe recordarse aquella repetida frase de Rockefeller cuando explicaba cómo había hecho su fortuna: “Compré cuando todos vendían y vendí cuando todos compraban”.

Eso sí, debajo de toda esta discordia hay que tener otro tema en la cabeza. Macri está terminando su Presidencia con la inflación más alta de los últimos 28 años. Analistas calculan que la suba de precios estará en la zona del 60%. Pero ese número también puede ser quebrado, ya que el sistema de precios está con muchas complicaciones. Hoy los bancos pagan en plazos fijos tasas que van del 58% al 63%, por lo que estar colocado en esa forma de inversión parece mucho más riesgos que comprar acciones arruinadas o bonos reperfilados.

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