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El interés albertista por los intereses: ya son 15% del gasto

Alejandro Radonjic 23 septiembre de 2019

Por Alejandro Radonjic

El viernes, Hacienda publicó los números fiscales acumulados hasta agosto. Más allá de las mejoras primarias (es decir, sin la deuda en la pantalla), el crecimiento del déficit financiero activó varias alarmas.

Según la planilla, el costo de la deuda subió 116% interanual hasta agosto y honrarla insumió $428.127 millones. Unos $17.000 millones al mes. Así, la cuenta de intereses llegó, hasta agosto, a 2% del PIB, 0,4% punto más que en igual período de 2018. Solo el mes pasado se precisaron $28.544 millones, 586% más que en igual mes de 2018.

Así, 2019 cerrará con una cuenta de intereses en la zona de 3% del PIB. No es poco. Para un país sin acceso a los mercados y con menguantes reservas netas en el BCRA, en rigor, es un “montón” y no es casual que el riesgo país ande por la zona de los 2.000 puntos.

Tampoco es casual que el jueves haya ingresado, finalmente, el proyecto para “reperfilar” la deuda, es decir, la cuenta de intereses en los próximos años. Tampoco, que se haya reperfilado de prepo la deuda de corto plazo después de las PASO.

No es solamente que incomoda el costo de oportunidad de poder alocar esos recursos fiscales en otros menesteres en una Argentina en la que la demanda de gasto tiende a infinito sino que, dicho en criollo, no hay plata.

El 95% de los vencimientos en 2020 son de títulos ley local, estiman desde GMA Capital.

Cuanto menos, sin un mayor ajuste fiscal (muy improbable con el nuevo Gobierno) o un regreso de “la maquinita” para las deudas en pesos. Algo similar, o peor, pasa con las cajas para las acreencias en moneda dura: restan las menguantes reservas que quedan, los últimos desembolsos del SBA con el FMI y algún puchito de “la plata de los jubilados” en un contexto de cepo cambiario e importaciones pisadas por la recesión. En otras palabras, la deuda, así las cosas, es impagable hoy y no es casual que los propios acreedores están pidiendo un reperfilamiento. Según LCG, las reservas netas ascienden a apenas US$ 15.000 millones. Un inversor explica ante El Economista: “Son los bancos los que tienen los papeles de Argentina y están proponiéndole a los del Gobierno una salida que más o menos les deje recuperar algo. Saben que Argentina no puede garpar”.

“El sector público no genera los recursos suficientes para cancelar sus pasivos ni tiene acceso al crédito en dólares que le permita refinanciar los existentes”, dijo Ecolatina ayer. “Los vencimientos de capital para 2020 llegan a US$ 45.000 millones, un monto que luce difícil de cubrir en este marco de acceso nulo al financiamiento. No obstante, no se puede pasar por alto que una porción importante de estos pagos es intra sector público, de modo que se podrán extender aun cuando los mercados de crédito persistan cerrados. Los vencimientos apremiantes no son patrimonio exclusivo de 2020. Por caso, entre 2022 y 2023 deberán devolverse casi US$ 40.000 millones al FMI aunque no se concretan nuevos desembolsos (y US$ 45.000 si estos llegan). Además, hay vencimientos en bonos por un monto mayor (de los cuales, otra vez, una porción no despreciable será intra sector público)”, agregaron.

“El peso de los intereses es cada vez mayor sobre una recaudación afectada por la recesión económica, por las altísimas tasas de interés en moneda local y por el fuerte aumento del dólar. Cabe recordar que cerca del 80% del stock de deuda, es en moneda extranjera. Si razonamos teniendo en cuenta el objetivo del próximo Gobierno de reactivar, todos los caminos conducen a Roma: se debe liberar a la economía del peso de la deuda pública para volcar recursos a estimular el crecimiento. Y eso en mi barrio, se llama reestructuración”, dijo el tuitero @robertaxelrod.

“Un riesgo de reprogramar, reperfilar y renegociar la deuda, incluyendo capitalización de intereses, para aliviar programas financieros próximos, es que la política crea que se abre gran espacio para política fiscal y cuasi fiscal expansivas”, advirtió Julio Piekarz.

Así, el segundo reperfilamiento ya empezó a dar sus primeros pasos y están dados los incentivos para que, más tarde o más temprano, avance. “El Presupuesto 2020 supone que el año que viene el peso de los intereses sería de 3,3%. Dependiendo del tipo de cambio real, puede ser mayor. No es un nivel inmanejable pero si, además de eso, no vas a tener nada de superávit e, incluso, algo de déficit primario, dadas las promesas de Alberto como la de morigerar el ajuste de tarifas y renunciás a recuperar el financiamiento voluntario, tenés que salir a reestructurar la deuda. No sólo por los intereses, sino además por los vencimientos de capital. Sin financiamiento voluntario, aun con continuidad de los desembolsos del FMI, tenés que reestructurar”, dice Gabriel Caamaño Gómez (Consultora Ledesma).

Cuan agresiva será la reestructuración es la gran pregunta que hoy se hacen en el mercado. La tentación de que sea grande (y “libere” mayor espacio fiscal para hacer políticas expansivas) será importante, pero también que haya un consenso (que el proyecto marca en 66% de los tenedores para la deuda con legislación local) sobre la propuesta.

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¿Cuándo sale? Opiniones divididas

El mercado se pregunta qué hará el kirchnerismo con el proyecto de reperfilamiento. Más allá de su voluntad de hacerlo, ¿acompañará el proyecto del Gobierno y cuándo? ¿Presentará el propio? En su reporte del viernes pasado, desde Cohen dijeron: “Por el momento, no hay información oficial acerca de cuales serían los detalles de la propuesta: quitas, extensión de vencimientos, bonos alcanzados, etcétera. Creemos, no obstante, que los intereses entre el oficialismo y la oposición no se encuentran alineados, ya que la oposición difícilmente otorgue la libertad para realizar el canje que el oficialismo desee, como está planteado en el proyecto de ley actualmente”. Una visión diferente expresaron desde PPI: “Entendemos que si el Gobierno lo mandó es porque lo tiene o está cerca a tenerlo. No vemos, de hecho, razón porque la oposición, posible Gobierno desde el 10-D, se niegue a apoyarlo”. En diálogo con Bloomberg, Hernán Lacunza dijo que la oposición apoyó el envío del proyecto el jueves pasado, pero dijo que faltaba acordar la letra chica. Más allá de que no es un proceso rápido el que existe entre la aprobación del proyecto y la eventual aceptación de la oferta (pueden ser algunos meses), todo indica que el albertismo no se apurará.

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Un agosto “heterogéneo”

Durante agosto, dijeron en el BCRA, se observó un “comportamiento heterogéneo” en el mercado de cambios. Hasta el viernes 9, las ventas por subastas diarias por US$ 60 millones del Tesoro fondeaban las compras netas de entidades y sus clientes. Luego de las PASO, realizadas ese domingo 11, “la demanda neta privada de moneda extranjera más que se duplicó y el BCRA intervino con ventas en el mercado spot por primera vez desde el lanzamiento del esquema cambiario en octubre de 2018”. Los clientes de entidades compraron en el mercado de cambios US$ 2.525 millones y el conjunto de entidades autorizadas a operar en cambios adquirió US$ 620 millones durante el mes. Estas operaciones fueron fondeadas con las ventas netas del Tesoro por US$ 1.076 millones y las intervenciones del BCRA por US$ 2.069 millones. “También fue heterogéneo el comportamiento de los depósitos privados en moneda extranjera durante agosto. El aumento inicial de US$ 300 millones hasta el 9 de agosto fue revertido por la caída de US$ 5.900 millones durante el resto del mes, tanto por transferencias al exterior como por extracciones de efectivo”, dijeron en el BCRA tras la publicación del MULC.

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