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Albrieu: “Para un trofeo nestorista, Alberto necesitaría una transpirada duhaldista”

Alejandro Radonjic 20 septiembre de 2019

Entrevista a Ramiro Albrieu Cedes y FCE-UBA Por Alejandro Radonjic

En diálogo con El Economista, Ramiro Albrieu (Cedes y FCE-UBA) analiza con agudeza el complejo presente de la economía y comparte su visión sobre el futuro.

Arranquemos con una pregunta sencilla. Un dato que me sorprende es la longitud de la crisis actual y no porque no hayamos tenido crisis largas sino porque la política económica ha hecho de todo y la crisis sigue. Además, porque es, o era, una crisis evitable. Me refiero a que la región, aun con sus límites, sigue creciendo, no hay una megarrecesión global y sobra liquidez. Si seteamos el inicio de la crisis con la corrida de marzo de 2018, ya pasmos casi 20 meses. Además, nadie sabe si estamos cerca del final o apenas a mitad del río. ¿Qué piensa usted y qué se precisa para ponerle un piso a la crisis?

Si uno mira lo que ocurre típicamente en los episodios de ajuste macroeconómico, no debe sorprender la extensión de la crisis. Se trata de procesos complejos donde la economía debe forzar una caída del ratio entre el nivel de gasto agregado y el nivel de ingreso, lo cual tiene su correlato en la reversión en el resultado de cuenta corriente desde déficit hacia superávit. ¿Cuánto debe caer ese ratio? ¿A qué velocidad? Ambas dependerán de lo que decidan aquellos que financian el déficit, es decir, los mercados. De cualquier manera, no es una tarea sencilla. Por un lado, aumentar los ingresos por exportaciones, dejando de lado los vaivenes de precios, lleva tiempo. Por otro lado, en tanto la reversión de la cuenta corriente no ocurre en el corto plazo vía las exportaciones, debe comprimirse el gasto en importaciones, y eso es difícil de hacer sin bajar el gasto agregado. Aparece allí la economía política. ¿Quiénes son los que deben bajar su nivel de gasto? ¿Cuánto? ¿Y si los que prestaron absorben parte del costo del ajuste? En tratar de contestar a esas preguntas estamos y, por lo tanto, es prematuro decir que lo peor ya pasó. Seguramente, la resolución de la disputa electoral será un primer paso necesario para empezar a tener respuestas más claras a esas preguntas.

¿Hay riesgo de una aceleración aún mayor de la inflación?

La incertidumbre sobre el futuro es muy alta. Si tengo que apostar, diría que no entramos a un régimen inflacionario distinto al del pasado reciente. Dicho de otra manera, las tasas de inflación se pueden acelerar en la medida que hayan sorpresas cambiarias o tarifarias, pero me parece que los costos de mudarse a nuevos esquemas contractuales y de comportamiento son todavía prohibitivos. Es algo que hay que seguir monitoreando en la medida que hayan nuevos saltos cambiarios y/o tarifarios.

Hay un consenso transpartidario de que Argentina necesita una salida exportadora. Sin embargo, más allá de la mejora del Tipo de Cambio Real (TCR) de los últimos meses y los excedentes que hay por la caída del consumo interno, las exportaciones están creciendo muy tímidamente. Además, hemos vuelto a anclar el TCR con un cepo y la tentación de extenderlo como ancla antiinflacionaria no es menor. ¿Qué pasa con las exportaciones?

No se trata sólo del nivel de tipo de cambio real sino también de su estabilidad: las exportaciones necesitan que los incentivos actuales se mantengan. Hacia delante será clave entonces que el tipo de cambio nominal se mueva en consonancia con el nivel de precios, con alguna volatilidad de corto plazo, claro, para evitar movimientos especulativos. El control de cambios que se implementa en la actualidad no lo asocio con el lado “fundamental” del mercado de cambios, que es la balanza comercial, sino con la dinámica de la cuenta de capital. Apunta a evitar una corrida y no a resolver las tensiones entre los niveles de exportación e importación.

¿Cómo imagina la economía política de las “Albertonomics”? No va a tenerla fácil para lograr algún “trofeo” económico o recrear los años mozos del nestorismo. Varios colegas suyos dicen que no están dadas las condiciones para una salida rápida, como ocurrió desde 2002-2003.

Para lograr algún trofeo nestorista, Alberto necesitaría primero una transpirada de camiseta duhaldista. Estamos en el medio del proceso de ajuste que describía antes y el acuerdo con el FMI deja bien en claro lo limitado que será en los próximos años el espacio para hacer política macroeconómica: el tipo de cambio real debe ser competitivo para que la economía genere los dólares que hay que transferir a los acreedores y, dado que el deudor es el sector público, la política fiscal deberá ser frugal para comprarle los dólares del superávit comercial al sector privado. Tomando eso como un dato, Alberto puede trabajar con políticas de ingresos, reordenamiento del gasto y una reforma tributaria para que el costo de la crisis se distribuya más equitativamente. Más adelante, quizás en el segundo tramo de su Gobierno, aparecerán oportunidades para narrativas más amigables con el votante promedio.

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