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Martín Uribe: “Argentina nunca aplicó políticas contracíclicas”

Alejandro Radonjic 08 agosto de 2019

Entrevista a Martín Uribe Universidad de Columbia Por Alejandro Radonjic

El Economista dialogó con Martín Uribe (PhD de la Universidad de Chicago y actualmente profesor de Columbia) sobre el escenario internacional, la gestión de Mauricio Macri (a la que califica con un modesto cinco), el escenario binario que comienza a abrirse el domingo y la necesidad de invertir en los niños y jóvenes. Uribe vino a Argentina a participar de los UCEMA Camps y brindar una conferencia, que será hoy en la sede de la casa de estudios.

Antes de sumergirnos en Argentina, arranquemos por el escenario global. ¿Debemos preocuparnos por la escalada del conflicto entre EE.UU. y China? Dicho de otra manera, ¿hay chances de una recesión global o hay incentivos para que la sangre no llegue al río, como se dice por aquí?

Hay razones para preocuparse. Estamos hablando de dos potencias económicas y cualquier disrupción comercial que haya entre ellos se sentirá en el PIB global. Es malo para todo el mundo. Si bien la actual política comercial de EE.UU. es impredecible, el presidente Donald Trump tiene una forma de actuar de empujar y luego ceder. Por eso, siguiendo con su analogía, no se sabe si la sangre llegará hasta el río. Pero también hay otro país la negociación, que es China, y no sabemos cómo reaccionará. Hasta ahora, han actuado mesuradamente, pero no sabemos si será siempre así. Como argentinos, y ciudadanos del mundo, hay motivos de sobre para preocuparse.

¿Ya se están viendo algunos coletazos de la guerra o, hasta ahora, el impacto ha sido bajo? El FMI redujo sus proyecciones de crecimiento, pero siguen arriba de 3%...

Ya está mostrando algunos signos aunque, por cierto, la economía de EE.UU. sigue muy fuerte y sólida. Estamos empezando a ver algunos signos encontrados y uno de ellos es que las empresas han reducido significativamente sus demandas de bienes durables, como estructuras o maquinarias. Eso se debe, en parte, al ciclo económico, pero también a la guerra comercial. También se observan, en otros países del mundo, bajas en las tasas de interés, y no solo en EE.UU. Nosotros somos la excepción. Todo eso responde a la incertidumbre comercial.

Algo que sorprende de Trump, entre otras tantas cosas, son los ataques a Jerome Powell, Chairman de la Reserva Federal. A quien, dicho sea de paso, él mismo nominó. Le dice de todo y pide que baje las tasas. De hecho, no se conformó con la de la semana pasada y quiere más. Acá tuvimos, a fines de diciembre de 2017, un encontronazo entre el Gobierno y el BCRA. El famoso “28-D”. Terminó pésimo. En EE.UU., sin embargo, no pasa nada, ¿o sí?

Sin embargo, algún efecto tiene. Powell está caminando por una línea muy fina. Por un lado, no quiere mostrarse como acomodando la política monetaria a los deseos de Trump. Por otro lado, tampoco quiere mostrase como actúa en contra de él. Esa línea consiste en transmitir el mensaje de que la Fed basa su política monetaria sólo en los datos objetivos de la realidad, pero eso es muy difícil no tener en cuenta las presiones que hace Trump. Lo que dice el Presidente tiene un efecto y más aún en la forma en que lo hizo. No es la primera vez que la Casa Blanca sugiere una política monetaria. Por ejemplo, lo hizo George Bush con Alan Greenspan, pero era una presión, por llamarlo de alguna manera, suave e indirecta. La tradición en EE.UU. es que el Chairmam de la Fed, cuando es elegido, es totalmente independiente. El gran cambio es que, hoy, la presión es directa, agresiva y eso desconcierta a todos.

Simón Kuznets dijo, o todos creen que así fue, que hay cuatro tipo de países en el mundo: los desarrollados, los que están en vías de desarrollo, Japón y Argentina. ¿Hay algo así como una excepcionalidad criolla o simplemente no hemos sabido aplicar las políticas correctas durante un tiempo largo?

A Argentina le ha costado implementar políticas contracíclicas. Siempre nos toca ajustar cuando estamos en recesión y siempre gastamos de más cuando estamos creciendo. Todos los demás países hacen lo contrario. Eso amplifica la varianza y la volatilidad del PIB. Nos lleva, además, a aplicar políticas más distorsivas porque, cuando tenés que ajustar en recesión, tenés que aplicar medidas exageradas.

Como subir impuestos...

Sí, o parar la obra pública. Amplifican el ciclo. Nos vuelve más volátiles y también crecemos menos. También hay otro gran problema.

¿Cuál?

Tampoco hemos entendido que la madre de todas las fallas del mercado es que la población de 0-18 años queda librada a su suerte. Requiere de gasto público para ser rescatada. En esa franja, el 50% es pobre. Si no lo ayuda el Estado, no la ayuda nadie. El mercado no tiene forma de hacerlo. Si no direccionamos gasto público allí, no podremos crecer.

Pero ese es una restricción de mediano o largo plazo...

No, lo veo como un problema hoy. El Presidente busca estimular la economía subsidiando la compra de autos, pero eso es totalmente ineficiente. Sin dudas que la clase media la está pasando mal, pero mucho peor está esa franja que comentaba. Hacia allí debe ir el gasto público y el vehículo son las escuelas de calidad. Eso lo entendieron los países desarrollados, así como lo de las políticas contracíclicas. Soy optimista. Si seguimos insistiendo en el proceso democrático y no vamos hacia un populismo, tarde o temprano vamos a encontrarle la vuelta.

Ese segmento de 0-18 años, el más pobre, no tiene capacidad de lobby a diferencia, digamos, de los jubilados, en la que la pobreza es menor que 10%...

Porque los jubilados votan. El sector de 0-18 años está desprotegido absolutamente. Es una falla monumental del mercado y allí debe intervenir inevitablemente el Estado. Hay que jerarquizar los gastos. ¿Queremos gastar en préstamos blandos para comprar autos? Antes, comparémoslo con el retorno social de sacar un chico que se está drogando en el conurbano y ponerlo en una escuela con doble escolaridad con tres comidas calientes y una asistente social que busque que no abandone. Eso también afecta el “costo argentino”. Pongo un ejemplo. Si una pyme quiere contratar a un electricista, tiene problemas y los pocos que hay, son caros. La gente de clase media-alta estudia abogacía o medicina en la universidad, pero las clases más necesitadas están desprotegidas y no terminan la escuela. Tenés una franja de oficios con poca oferta. El trabajador de Argentina va perdiendo capital humano.

¿Cómo calificaría el Gobierno de Mauricio Macri y cree que un eventual segundo mandato podría ser mejor?

Macri recibió una economía muy delicada. Se habían devastado todas las instituciones fiscales. El sector público, en todos sus niveles, estaba desbordado. Había subsidios generalizados que casi habían destruido la provisión de servicios públicos. No había reservas en el BCRA, energía ni trenes. Si bien se reconoció el problema, y eso es importante y se hicieron avances con las tarifas, se hizo un gradualismo muy fofo sin cambios estructurales. Macri perdió mucho tiempo y, más allá del componente aleatorio de la sequía, fue uno de los motivos de la crisis de 2018. Tuvimos un sudden-stop y debimos recurrir al FMI que, cuando te presta, te pide que ajustes, sin importar si estás en recesión. Ajustar en medio de la crisis acentuó la caída. Se tomaron algunas medidas importantes, como el fin del financiamiento del BCRA hacia el Tesoro. Si tuviera que ponerle un puntaje de cero a diez a Macri, le pondría un cinco. Tiene cinco puntos más para mejorar y, generalmente, sus gestiones son así. Tienen un tiempo de aprendizaje largo. Pasó en Boca y en la Ciudad. Tengo esperanza que la segunda gestión sea mejor que la primera.

Estimo que entre financiarse en los mercados o en el FMI, hubiera elegido los mercados. Eso ya pasó y el FMI ya está entre nosotros. ¿Cree que puede ayudar a reasegurar el camino y la disciplina, dado que hay metas y demás, o no?

El mandato de la responsabilidad fiscal y la separación del Banco Central y el Tesoro sin lineamientos saludables. El problema es que son esquemas muy rígidos porque le ofrecen el mismo traje a todos y muchas veces son costosos, como tener que ajustar en las crisis. También tienen visiones muy particulares sobre la política monetaria. Hoy, por ejemplo, estamos en una situación muy particular con tasas en 60% y emisión 0%. El FMI insiste que debe ser así, pero yo creo que es inapropiado. El FMI está lejos de ser la panacea.

Días atrás, su colega Guillermo Calvo dijo que quizás el kirchnerismo tenga más capacidad de delivery para hacer el ajuste que un nuevo Gobierno de Macri. ¿Coincide?

Estoy en desacuerdo. La Historia no te dice que va ocurrir, aunque, eso sí, que puede llegar a ocurrir y mi lectura es que el kirchnerismo nunca tuvo responsabilidad fiscal. Operaban como si no hubiera restricción presu puestaria. Si bien Macri no hizo reformas estructurales, reconocen el problema y la necesidad de la solvencia intertemporal. Han hecho cosas, como las tarifas, la relación con las provincias y van hacia un superávit primario. Todavía falta, pero es mucho mejor que lo visto con el kirchnerismo. Nuestras chances de llegar a una situación fiscal sostenible es mucho más grande con Macri que con los Fernández. No me cabe ninguna duda.

Vaca Muerta es una gran oportunidad. ¿Qué debe hacerse para sacarle todo el jugo, como se dice, y que no sea una riqueza que se evapore?

Vaca Muerta tiene un gran potencial, pero no tiene ninguna externalidad positiva. Todo el beneficio que genera, y es bienvenido porque aumenta significativamente el valor agregado, es apropiado por los factores privados que allí operan: los empresarios, los capitalistas y los trabajadores. Luego, nada queda para la sociedad y, por eso, el Estado no debe subsidiar nada. En mi opinión, arrancó con el pie izquierdo, es decir, muy subsidiada, quizás porque los políticos querían algún titular positivo vinculado con la formación. Entre Vaca Muerta y la franja de 0-18 que mencionaba antes, no tengo dudas. El Estado tampoco tiene que poner dinero en la infraestructura adicional que se necesita sino por las empresas involucradas. El Gobierno, eso sí, debe alentarla institucionalmente. No puede ser como la industria manufacturera, que sigue con subsidios por el relato de que es una “industria infantil”. Vaca Muerta debe desarrollar su enorme potencial por sí sola.

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