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Una victoria política es cada vez más necesaria para Macri

Alejandro Radonjic 07 agosto de 2019

Por Alejandro Radonjic

El interés oficial por las PASO fue in crescendo. Primero, hubo una reacción evitativa y algunos intentos amateurs de suspender la instancia (por costo fiscal y/o falta de competencia real) e ir directo a contar los porotos de octubre. Como se esperaba, y afortunadamente, esos esfuerzos no prosperaron y dieron paso, así, a la segunda reacción: el reconocimiento de que iba a haber PASO y que el Gobierno debía tener el mejor desempeño posible.

A diferencia de 2015, la elección se polarizó y no hay terceras fuerzas potentes, como en su momento UNA de Sergio Massa, que permitan al oficialismo crecer en base a ellas a medida que pasan las instancias. Además, el eventual direccionamiento de las terceras fuerzas actuales sería más parejo, a diferencia de lo que ocurrió con los votos massistas en el balotaje de 2015, que fueron en su mayoría a Cambiemos.

La necesidad de Mauricio Macri de tener un desempeño favorable, además de lógica (en política, siempre hay que ganar), es creciente, y por muchos motivos.

Uno de ellos, y quizás el más importante y obvio, es achicar la diferencia que obtendrían los Fernández (eso dicen las encuestas) para evitar que se complique el camino hacia octubre y se coagule una suerte de círculo vicioso entre encuestas y demanda de dólares. Entre las PASO y las generales hay nada menos que 11 semanas. Una eternidad: más de 50 ruedas cambiarias. Si el desempeño del oficialismo es flojo, ese camino será sinuoso y espinoso. Porque la victoria en las generales aparecerá como más lejana, por un lado, y eso aumentará el nerviosismo financiero.

Por el otro, porque Alberto se pondrá más punzante con sus propuestas poco market-friendly para adelantar la devaluación antes del 10-D para asumir con un dólar más alto y sin pagar el costo del ajuste. “Buscará que Guido Sandleris sea su Jorge Remes Lenicov”, comparó un analista del mercado ante El Economista.

Y, también, porque la escalada conflictiva entre China y Estados Unidos seguirá y, como se observó el lunes, puede impactar con fuerza en las cotizaciones y, a la óptica del gran público, poco importa porque sube el dólar. “Los shocks externos pueden seguir apareciendo en lo que queda del año y, con Donald Trump, no podemos dar nada por descontado”, dice Matías Carugati desde Management & Fit y agrega que “Argentina, a pesar de las correcciones, sigue siendo una economía frágil”. Así, la tensión geopolítica resta margen de tolerancia para un resultado no positivo y amenaza con ser un factor de ruido externo constante en la larga marcha hacia octubre.

Con esa presentación, Macri necesita una victoria política el domingo y no quedar lejos de la pelea. Eso no implica ganar en términos absolutos (aunque, si ocurre, bienvenido sea para la Casa Rosada) sino evitar que la diferencia sea mayor que 3 puntos y, además, que Alberto F. no supere los 40 puntos. Así lo definieron desde BNP Paribas en un reporte para clientes. Ese sería un escenario de derrota númerica, pero victoria política. Como en las elecciones de 2015.

Luego, hay escenarios mixtos: un Alberto arriba de 40 puntos, pero con menos de 3 puntos de ventaja y/o abajo de 40 pero con más de 3 puntos de brecha.

Las aguas turbulentas son un Alberto arriba de 40 y con más de 3 puntos de ventaja. Entonces, dicen desde BNP, la dolarización subirá su ritmo, se fugarán los capitales, volverán los temores por la dinámica de la deuda, la tenue recuperación se pausará y la inflación subirá. Todo eso, lógicamente, ayudará “electoralmente” a Alberto y generará un suerte de círculo vicioso.

Las visiones

“El escenario electoral no varió demasiado en los últimos días, más allá del ruido que pueda venir por el lado financiero y las perspectivas tampoco han cambiado. Se descuenta que Alberto Fernández va a ganar, pero las claves van a estar en cuanta diferencia saca respecto a Macri; si Alberto se acerca a la línea del 45% y, tercero, qué pasará en la provincia de Buenos Aires”, dice Carugati. “El escenario base es de diferencia corta, con Alberto no tan cerca del 45% y una provincia disputada voto a voto. El domingo veremos como vota la gente y el lunes como votan los mercados y qué reacción tiene el Gobierno frente a la situación”, concluye.

El riesgo país bajó un poco ayer y se metió debajo de los 900 puntos, una vez más: 897, en concreto. El S&P Merval avanzó 1,2%, los ADR operaron mixtos. Por último, el “precio madre” (el dólar) bajó 0,4% hasta $45,30.

Por su parte, también aporta su visión Adrián Yarde Buller desde el Grupo SBS.

“Una leve diferencia en favor de la fórmula del kirchnerismo sería favorable al Gobierno ya que lo dejaría muy bien parado de cara al resto de la elección. La dolarización cedería ayudando a descomprimir las tensiones financieras, mientras la demanda de pesos se recuperaría acentuando la desinflación y dando espacio al BCRA para relajar su programa monetario. Así, se vería reforzado el círculo virtuoso que tanto rédito estuvo dando al Gobierno en los últimos meses”, comenta ante El Economista.

 Luego, hay un escenario intermedio en el que el kirchnerismo obtiene una ventaja de 3-5 puntos. “La dolarización aún sería un factor de presión y la inflación descendería gradualmente, obligando al BCRA a sostener la dureza. Probablemente, la continuidad del círculo virtuoso dependería de lo que muestren las encuestas”, proyecta.

Finalmente, dice, “una victoria clara del kirchnerismo llevaría a una fuerte dolarización, una aceleración de la inflación y un cierre completo del financiamiento”. Allí, agrega Yarde Buller, “el BCRA estaría obligado a endurecer su programa monetario y tal vez intervenir en el mercado cambiario para mantener cierta estabilidad mientras que se correría peligro de ingresar en un círculo vicioso que pueda dejar al oficialismo fuera de partido”.

Como resumen, señala: “El mercado parece estar valuando una derrota manejable del oficialismo en las primarias que deje a Argentina en alguno de los dos primeros escenarios”.

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