A pesar de los reajustes tarifarios que tuvimos (y sufrimos) en los últimos tres años, los usuarios argentinos seguimos pagando tarifas más bajas por los servicios energéticos y transporte respecto a los países de la región, según se desprende de un informe del Instituto de Estudios de la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), difundido ayer.
El trabajo del destacó que, en 2002, el usuario medio pagaba 97% del costo de la energía eléctrica, pero en 2015 la tarifa pasó a cubrir sólo 15% del total. En el primer semestre de 2019, como resultado del proceso de corrección desde 2015, ese porcentaje pagado por el usuario final alcanzó el 72% del costo (57 puntos más).
Aun así, la tarifa media de US$ 0,11 el kilovatio por hora que abonamos se ubica significativamente por debajo de Uruguay (donde 52% mayor), Perú (48%), Brasil (42%), Chile (39%), Colombia (31%) y Estados Unidos (21%), según el análisis del IERAL.
En los items vinculados al transporte, admiten que la recomposición fue “significativa”. Aun así, Argentina sigue mostrando tarifas bajas en relación al resto de la región.
El precio del combustible (US$ 1,07 el litro) se ubica por encima del observado en Estados Unidos, Ecuador y México, pero inferior al valor medio relevado en Uruguay (con una diferencia de 34%), Chile (13%), Perú (8%), Brasil (6%) y México (2%).
El pasaje de colectivo ronda los US$ 0,44, tarifa que solo supera a la existente en México. “Se puede constatar que en 2019 Argentina presenta una tarifa de transporte (en dólares) relativamente baja con respecto a algunos países vecinos y europeos”, analiza el informe. El precio resulta inferior al valor medio en Uruguay (51%), Chile (55%) y Brasil (45%). La distancia es aún mayor si se lo compara con tarifas de países europeos.
Un panorama similar se advierte para el pasaje de subte, ya que el promedio de Argentina (US$0,42) resulta 58% inferior a la vigente en Chile y 61% más barato que en Brasil.
Más allá del costo de las tarifas, el IERAL destacó que “los cambios realizados en los últimos años han tenido efecto macroeconómico” ya que la recuperación de la oferta energética y una demanda más contenida han logrado una fuerte reversión en la balanza comercial energética. Esa ecuación pasó de un déficit de US$ 4.600 millones en 2015 al virtual equilibrio en el primer semestre de 2019.
Las cuentas fiscales también mejoraron en forma significativa de la mano del pronunciado recorte en subsidios, que pasaron de un déficit de 4,8% del PIB en 2015 a sólo 0,5% en el período enero- mayo de 2019.
“A la par de la reducción del gasto en subsidios económicos fue cayendo el déficit fiscal primario, pasando a una situación de mayor sustentabilidad en materia fiscal, aunque todavía queda el desafío de reducir a cero el déficit financiero (luego de pagar intereses de la deuda)”, concluyeron desde el IERAL.
