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Las razones de Lacunza

18 agosto de 2019

La partida de Nicolás Dujovne era inevitable. Se combinaron varios factores: era el responsable del área del Gobierno cuyos malos resultados llevaron a la derrota electoral, era la cara del acuerdo del FMI que ahora será necesario adecuar y su deseo de dejar el cargo.

La designación de Hernán Lacunza para esta etapa es un acierto por su capacidad profesional y por su experiencia en el sector público que le permitió incorporar criterios políticos al análisis económico. En los últimos días, el Gobierno tomó una serie de medidas alejadas de su manual inicial y de su visión ideológica, pero con las que Lacunza no se siente incómodo. A principios de este año, el nuevo ministro ya les decía a sus colaboradores más íntimos que en esta etapa hacía falta un poco de heterodoxia económica para que la inflación no se acelere porque de lo contrario la situación social se deterioraría más aún. Y desde La Plata siempre se trató de mostrar una mayor sensibilidad a la que se observaba en los funcionarios nacionales.

Pero algunas de las medidas que Lacunza creía razonables, y su propio nombramiento, tardaron mucho en llegar. De haberse hecho antes, el desempeño electoral del oficialismo tal vez hubiese sido otro. Pero el Gobierno pagó un precio muy alto por tener mala información que es lo que habitualmente lleva a cometer errores y tomar decisiones equivocadas. Suponía que perdería por poco las primarias y que podría revertir ese resultado en octubre. Nadie vio venir una derrota de esta magnitud, ni los encuestadores que trabajaron para el Gobierno, y lo que es más grave aún, los funcionarios que se supone deben estar en contacto con las demandas de la sociedad.

A Lacunza le toca hacerse cargo del Ministerio de Hacienda en un momento muy difícil y tiene como principal objetivo de que la situación económica no se desborde hasta el 10 de diciembre. Para ello, necesitará que desde la política lo ayuden. Alberto Fernández, sosteniendo un mensaje en línea con el de los últimos días. Mauricio Macri, abandonando el “modo candidato”, que no significa renunciar a su derecho a trata de ganar el 27 de octubre, sino dejar de exacerbar la polarización que sólo traería más complicaciones a la economía, además de que ya se demostró que no es una buena estrategia electoral.

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