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Las claves de lectura posibles para las PASO

¿Qué aspectos se tendrán en cuenta para evaluar los resultados de las presidenciales? La diferencia entre las fórmulas y el poder simbólico de la PBA.

09 agosto de 2019

Por Néstor Leone 

La diferencia  La mayoría de las encuestas daban, a la fecha de comienzo de la veda para publicarlas, ventaja a la fórmula Fernández-Fernández por sobre el binomio Macri-Pichetto. Con diferencias variables según el estudio en cuestión. Las más optimistas para Juntos por el Cambio preveían una brecha de dos puntos. Las más favorables para el Frente de Todos, de seis a ocho. Cuánto sea, finalmente, marcará el verdadero punto de partida para las generales de octubre. O, en otras palabras, determinará si el oficialismo queda en condiciones de revertirla. Otro dato importante al respecto es si el Frente de Todos supera el 40% y cuánto puede aproximarse al 45%, número mágico para ganar en primera vuelta. Aquellos mismos estudios mostraban que el Gobierno gana en competitividad en esa instancia. Durante la semana previa, ya con la restricción, las noticias no fueron buenas para el Gobierno, entre la tensión cambiaria y los nuevos indicadores socioeconómicos adversos, lo que generó mayor incertidumbre en la Casa Rosada. Y sumó confianza en la principal opción opositora.

Poder simbólico de PBA  Por su peso demográfico, a la provincia de Buenos Aires se la considera “madre de todas las batallas”. En términos electorales, concentra algo más del 37% del total de votantes del país. Néstor Kirchner, que mucho hizo para imponer el término, construyó su ascenso a la presidencia, en 2003, desde el aparato justicialista bonaerense. Y Macri llegó a la presidencia, en 2015, con el peso simbólico de la victoria de María Eugenia Vidal frente Aníbal Fernández. El alto porcentaje de corte de boleta a favor de Vidal (7%) en aquellas generales, desde un módico piso, permitió que Macri llegara al balotaje con viento a favor. La gobernadora, hoy, conserva números parecidos a los que le permitieron ganar, pero Axel Kicillof, el candidato del Frente de Todos, retiene el volumen de la fórmula Fernández-Fernández, por encima de la performance del otro Fernández. Con dos datos adicionales: la imagen de Macri es una pesada carga (sobre todo, en el conurbano) y el tercer espacio en competencia entonces (Frente Renovador) hoy está dentro del Frente de Todos. Una diferencia importante en favor de Kicillof contribuiría a definir la serie también a nivel nacional. Una brecha más acotada, le daría esperanzas a la gobernadora de revertir la ecuación y plantearía matices en el escenario nacional.

Nivel de participación y voto en blanco  Estas dos categorías son clave tanto para analizar la elección como para trazar perspectivas rumbo a las generales. En primer lugar, porque las PASO definen los porcentajes a partir del total de la participación real, mientras que las generales lo hacen respecto del porcentaje total de votos positivos. En segundo lugar, porque marcaría el nivel de posibilidades de cada fuerza para capturar los votos que le faltan o son importantes para ganar. En las PASO presidenciales de 2011, primera vez que se implementó el sistema, participó el 84,41% del padrón, mientras que el voto en blanco llegó a 4,44%. En aquella elección ganó Cristina Kirchner por ventaja holgada. En tanto, en las PASO de 2015, primer paso de la victoria de Macri, el 72,3% de los habilitados fue a votar, mientras que el 4 2% lo hizo en blanco. En los análisis previos se supone que una mayor participación apuntalaría más las chances del oficialismo, porque tiene más anclaje, por ejemplo, en el segmento etario de mayores de 70 años, en el que el voto no es obligatorio. Algo más parecido (en menor medida, quizá) sucede con los sectores que se autoconciben como apolíticos o independientes.

Las terceras fuerzas  La polarización en ciernes, que parece abarcar casi todo el escenario, se anticipó como oferta ya polarizada al cierre de listas. De hecho, las dos fuerzas principales acaparaban (siempre según las encuestas previas) entre el 80 y el 85% de la intención de votos, sin terceras vías que superen el 20%, como en 2015 sucedió con Sergio Massa. Roberto Lavanga, de Consenso Federal, parece sacar alguna ventaja en esta pelea, pero lejos de lo que pretendía cuando se autopostulaba como candidato de la unidad opositora no kirchnerista. En ninguno de los sondeos superaba 10%, con el riesgo de que una pobre performance en las PASO le quite “resto” para las generales. O, en otras palabras, que sus electores opten en octubre por el llamado “voto útil” para evitar que Fernández o Macri, según los casos, se lleven el triunfo. Algo parecido es probable que suceda con José Luis Espert, de Despertar. La composición sociodemográfica e ideológica de sus votantes, en este caso, indicaría mayor propensión a inclinarse por Macri en las generales.

Clima político  En las PASO de 2015, Cambiemos venció en solo dos distritos: la Ciudad de Buenos Aires y Mendoza. En tanto, el Frente para la Victoria ganó en 20 y el Frente Renovador en 2. En las generales, la modificación fue importante pero no sustantiva. Cambiemos ganó en cinco distritos. Sumó Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe, eje de la región centro. El FpV quedó con 17 y el FR mantuvo su cosecha. En el balotaje, la ecuación fue otra. Macri llegó al tope en 9, luego de revertir en Jujuy, La Pampa, La Rioja y San Luis; en tanto Daniel Scioli retuvo las 15 restantes. Como se dijo, el peso simbólico de la victoria de Vidal y el eje de la región centro inclinaron la balanza en favor del candidato de Cambiemos. En esta ocasión, Juntos por el Cambio se impondrá en la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, en el interior de la provincia de Buenos Aires y tendrá buenos resultados en el resto de la región centro, pero con la posibilidad concreta de perder en Santa Fe y en Entre Ríos. Mientras que el Frente de Todos es más que probable que tenga su fuerte en el conurbano bonaerense, retenga la patagonia y haga más que buena elección tanto el noroeste como el nordeste. La cuestión, como también se dijo, estará en las diferencias. En cuanto podrá mantener su brecha Macri en Córdoba, por caso. O cuanto podrá ampliar la suya Fernández en el conurbano. El (nuevo) clima político que surja de las PASO marcará esos cambios.

Nuevos ejes  Los segmentos sociales considerados independientes, despolitizados y votantes lábiles parecen más dispuestos a acompañar esta vez a las dos grandes fuerzas en disputa. Los acuerdos que tejieron tanto Macri con Pichetto como Cristina con Massa y la candidatura de Alberto hicieron bastante al respecto para ampliar la oferta. De modo que las PASO se van a convertir en bastante más que una encuesta general. Qué harán los frentes para captar lo que reste con el objetivo de construir esa mayoría necesaria, forma parte central de los desafíos. En el camino a las PASO, el Frente de Todos hizo hincapié en la crítica a la política socioeconómica del Gobierno y apeló a disputar el votante “de centro” en términos estrictamente ideológicos. Juntos por el Cambio, en tanto, azuzó el fantasma de la vuelta a un pasado supuestamente tenebroso representado por el kirchnerismo en clave emocional, con una impronta discursiva atada a las reformas que faltan (laboral, por caso) o disputándole a Espert o Juan José Goméz Centurión el electorado a su derecha. ¿Persistirán en esos intentos? ¿Explorarán nuevos caminos? Necesariamente.

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