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La Reserva Federal está bajo libertad condicionada

¿El anuncio de ayer logrará frenar los ataques desde el frente político, o incentivará más críticas y presiones? Nadie lo sabe.

Héctor Rubini 01 agosto de 2019

Por Héctor Rubini Instituto de Investigación en Ciencias Económicas de la USAL

La primera baja de la Fed Funds Rate en los últimos 11 años ha apuntado básicamente a señalizar una baja gradual de tasas que apunta a frenar el flujo de capitales a EE.UU. y las presiones hacia una persistente apreciación del dólar.

Sin embargo, no todo el mundo lo entiende igual. El presidente de EE.UU., Donald Trump, no ha dudado en volver a reprobar la decisión de la Reserva Federal. En su visión, la tasa de control monetario debió haber sido objeto de un mayor recorte. En su opinión hasta alinearse con la del Banco Popular de China, hoy en 2,25%. Pero la Reserva Federal redujo la tasa de control monetario del rango entre 2,25% y 2,50% a uno entre 2% y 2,25%.

Su deseo de liquidar con la independencia de la autoridad monetaria pudo más y no logró corregir dicha gaffe. Una clara señal para el titular de la Fed, Jerome Powell, y para el resto de los miembros del Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal: se les viene ahora Trump que se va a poner más insoportable a medida que se acerca inexorablemente noviembre de 2020, mes en el que intentará ser reelecto.

El presidente tiene como idea central la de mostrar que sus políticas permitirán alcanzar y sostener en el tiempo un crecimiento del PIB superior al 3% anual y por varios trimestres. Algo que no pudo lograr con la reciente rebaja de impuestos. A su entender, la culpa es de la Reserva Federal que al no forzar una mayor baja de las tasas de interés, está desincentivando la inversión y el consumo. Ya anteayer, después de haberse iniciado la reunión del Comité de Mercado Abierto no dudo en tratar de interferir al escribir en Twitter que “le gustaría ver un gran recorte” de la Fed Funds Rate. Es el incentivo electoral, y no otro, es el que está detrás de este comportamiento acosador. No habría otra explicación, además, de tanta insistencia para promover una política monetaria laxa para expandir la actividad y el empleo por el lado de la demanda agregada, justamente lo mismo que le criticara a su antecesor, Barak Obama. Lo que más molesta, probablemente, es la visión crítica de varios miembros de la Fed respecto de la guerra comercial con China y del efecto negativo sobre el comercio. Algo que no es un secreto para nadie, aun cuando tanto Powell como el resto de sus colegas sigue sosteniendo que su tarea no incluye la de emitir juicios ni críticas a la política comercial de la Casa Blanca.

La decisión llamó la atención, igualmente porque ante caída en abril y mayo de la tasa de desempleo a 3,6%, la más baja desde diciembre de 1969 y la baja de la inflación a menos de 2% interanual indicarían una economía en recalentamiento. Sin embargo, parece haber prevalecido el temor a una desaceleración del crecimiento, la retracción en la inversión de las empresas y las consecuencias negativas sobre el comercio mundial y sobre Estados Unidos de la desaceleración del crecimiento en China y Europa.

Una buena noticia para los mercados emergentes, pero de impacto potencia limitado sobre la demanda de títulos de deuda, en particular de los países con mayor riesgo país e incertidumbre respecto de sus posibilidades de éxito para futura emisiones de deuda en el corto y mediano plazo. Para el corto plazo no deja de ser una noticia positiva, ya que potenciaría compras de títulos y nuevas bajas de la prima de riesgo país.

Pero tanto la cotización de los bonos de países emergentes, y en particular del nuestro, también están sujetos a otros factores de riesgo.

En el caso de nuestro país, a pocos días de una elección primaria, tanto la prima de riesgo como el tipo de cambio seguirán mostrándose más sensibles a los vaivenes de las encuestas electorales y a declaraciones u otras novedades que provengan de los precandidatos.

La historia continuará por ahora sin grandes novedades. Algo implícito en las declaraciones de Powell quien al comentar esta decisión de la Fed sostuvo que responde a un ajuste en el medio de un ciclo, y que la Fed no prevé aplicar nuevos recortes de la Fed Funds Rate en lo que resta del año.

El futuro curso a seguir es todavía incierto. Algunos observadores esperaron la reacción inmediata de los mercados financieros, que parecen haberse sentido tan decepcionados como Trump: a) cayeron de los precios de las acciones, b) se redujo el rendimiento de bonos indexado, y c) disminuyó el spread de tasas de bonos a 10 y 2 años. Los operadores siguen sin ver una curva de rendimientos empinándose, ni indicadores que reflejen expectativas de mayor crecimiento de la actividad y de los precios, ni gran apetito por papeles de renta variable. Una señal de que los mercados no están tan seguros de que no habrá nuevos recortes de la Fed Funds Rate.

Pregunta obvia, entonces. ¿Está más débil la economía estadounidense que lo que sugieren los números conocidos hasta ahora? Y hay más. ¿Resultó la decisión de la Fed sólo de la lectura de indicadores económicos y no por presiones políticas? Las dudas sobre la real independencia de la Reserva Federal no se han disipado. Por el contrario, se han exacerbado, de modo que tampoco puede descartarse que la baja apuntó más bien a tratar de contener los ataques de Trump u otros políticos a la institución, que a la lectura de indicadores económicos. La pregunta inevitable, frente a la reacción de los mercados y sobre todo de Trump. ¿El anuncio de ayer logrará frenar los ataques desde el frente político, o incentivará más críticas y presiones? ¿Podrá resistir la Fed y evitar incurrir en decisiones riesgosas que generen más volatilidad y daño a la economía estadounidense y del resto del mundo? Hoy por hoy, nadie lo sabe.

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