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Especulaciones cambiarias

13 agosto de 2019

Por Pablo Mira Docente e investigador de la FCE UBA

Tras la inesperada y aplastante victoria del domingo por parte de la oposición, los mercados reaccionaron en las últimas horas con bastante nerviosismo. En lugar de jugar a las predicciones desatinadas, conviene tomar distancia de los movimientos de corto plazo del tipo de cambio, y tratar de comprender un poco mejor la dinámica que guía las expectativas financieras en este tipo de mercados.

La salida hacia el dólar, según las explicaciones inmediatas que se escuchan, tiene que ver con una expectativa negativa de los inversores respecto de las políticas futuras del potencial nuevo gobierno. De este hecho pueden sacarse algunas ideas interesantes. Primero, la corrida parece asumir que la ventaja de la candidatura opositora es indescontable. Este es un supuesto razonable, tanto por la enorme diferencia obtenida como por las dificultades que implica aceptar la derrota y reaccionar. No es fácil gobernar en general, mucho más difícil aún es hacerlo bajo presión y con la obligación de remontar un resultado político muy adverso.

Segundo, fue muy importante para el salto en las expectativas del lunes la sorpresa en la diferencia de votos. Si las estimaciones de las consultoras hubieran sido más precisas, el mercado hubiera descontado antes, posiblemente de una manera más pausada. Y tercero, quizás el aspecto más relevante, los inversores forman sus expectativas considerando como creen que las elabora el resto. Como Argentina tiene antecedentes de sobra de esta clase de dinámica, los resultados que se confirman refuerzan las hipótesis iniciales de los especuladores. Esto produce lo que la literatura académica llama “equilibrios múltiples”, que no son otra cosa que movimientos en uno u otro sentido que se autorrefuerzan. Cuando el dólar sube, todos compran y sigue subiendo. Y viceversa: cuando está estable pocos se animan a comprar. El resultado natural de esta dinámica es una enorme volatilidad, que a su vez se realimenta porque, dada esa incertidumbre fundamental, las operaciones que se hacen son escasas y mueven mucho el precio de la divisa.

Una lección fundamental que nos deja la experiencia de tipo de cambio libre de este Gobierno (o si se quiere, un tipo de cambio bastante más libre que el del gobierno anterior), es que los regímenes de este tipo también son propensos a la generación de corridas y crisis cambiarias, una lógica que creando munición para nuevos ataques especulativos con resultados negativos sobre la actividad productiva.

La alternativa dista de ser sencilla. Una vez que se decide actuar sobre el mercado cambiario, sea sobre su precio o sobre la oferta y la demanda de capitales, es necesario hacerlo con cuidado. Limitar la especulación de corto plazo y propiciar la de largo con un tipo de cambio alto y estable es una hermosa máxima, pero ponerla en funcionamiento de manera sostenible y sin alterar los humores de los participantes del mercado y la dinámica productiva del resto de la economía requiere un diseño cuidadoso. En el mediano o largo plazo, la sostenibilidad de la estructura económica y la estabilidad nominal resultan ser condiciones centrales para atacar y resolver este dilema de manera eficaz. Para intentar resolver estas dificultades en el corto plazo, entonces sí, se necesita de los buenos economistas.

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